Los elegidos: La ciudad de Vampiros

16

— Espera, esto es demasiado— dijo Amon dejando el matraz en la mesa donde lo habían tomado — ¿Nos estás diciendo que o somos criaturas asesinas o somos los que los asesinan?

— No puede ser — dijo Astaroth dejando caer su peso en la pared para tener un poco de equilibrio.

— ¿Ya lo notaste no es así?— cuestionó Atenea.

— ¿Notar que?— preguntó Amon.

— Tu negación te está cegando pero sabes muy bien a qué nos referimos — Se reincorporó y tomó del hombro a su amigo — Algo me dice que Atenea es igual a nosotros, Los tres somos iguales — volteo a ver a la chica la cual asintió con la cabeza — Si fuéramos normales, incluso si fuéramos cazadores de sobrenaturales ¿Tu crees que habría sido necesario ocultarnos del resto del mundo?— preguntó con obviedad.

Amon no sabía cómo reaccionar, simplemente su mente no quería asimilar nada, él no quería empezar a dudar de si mismo.

— No — Dijo resignado.

— Somos veloces, somos fuertes, aprendemos mas rápido que nadie en este mundo, al dormir conectamos nuestros sueños así como yo lo hice contigo y como tú lo hiciste con Atenea, nuestros sentidos son más desarrollados y mejores que los de cualquier persona, tu y yo mejor que nadie sabemos que lo que hacemos no lo hace cualquier persona en la tierra... Sabemos que por ser así nos ocultaron en bosques sin tener contacto con el mundo exterior, sabemos que incluso nuestros padres actúan de forma extraña y nos obligan hacer cosas que aún para chicos raros como nosotros resultan ser muy extrañas. ¿Lo entiendes ahora?

Amon apartó la mano de su amigo y como si sus piernas por primera vez le fallaran cayó al suelo quedando de rodillas frente a los dos chicos.

— Siempre supe que no era normal— habló para si mismo en voz baja — Sabía que por no ser cómo los cálidos tenía que vivir oculto, yo sabía que si ellos se enteraban podría significar mi fin, solo por ser diferente, por no tener piel cálida o ser sensible como ellos.

Kay me advirtió muchas veces que jamás dejara que algún cálido me vea o que supieran algo de nosotros, yo sabía que Kay tampoco era normal pero esto?. No puede ser real. No puedo ser un monstruo...

Aquello último se sintió como una apuñalada en el corazón, ambas personas de pie dejaron salir un quejido dado que la palabra "Monstruo" era justo como no se querían sentir desde que eran niños. Aquella palabra usada por su amigo había dado justo donde más les dolía.

>>Monstruo, monstruo, monstruo, monstruo, monstruo, monstruo<<

La voz de su cabeza no paraba de repetir la palabra como si de una orquesta se tratara está cada vez tomaba más ritmo y fuerza, atormentando a los chicos.

— No somos monstruos — Dijo serio Astaroth llamando la atención de los dos chicos que ya estaban al borde del llanto — Somos diferentes, pero eso no nos hace monstruos y eso no le da derecho a nadie de matarnos.

Ahora sabemos algo de nosotros, tal vez no sea la clase de verdad que queríamos encontrar, tal vez no sea toda la verdad, pero después de 19 años al fin sabemos algo, al fin encontramos con quién afrontarlo, así que por favor, toma mi mano y levántate — dijo mirando a su amigo desde arriba extendiendo su mano en espera de que él la tomara.

— Ahora estamos juntos en esto, puede que no sepamos todo, incluso puede que nos equivoquemos pero sea cual sea la verdad la descubriremos juntos y nos levantaremos juntos — Atenea extendió su mano y le brindó aún más apoyo a Amon.

De rodillas en el suelo los miró con los ojos iluminados y tomó con fuerza las manos de sus amigos los cuales le ayudaron a ponerse de pie.

Aunque por fuera Astaroth mostrara una expresión tranquila y equilibrada, por dentro él ya había destrozado toda la habitación y gritado tanto que incluso hasta la voz de su cabeza se había quedado muda.

Soltó la mano de su amigo y caminó hacia la mesa cercas de ahí, planeaba sentarse cuando algo brillante llamó su atención.

— Chicos— llamó

— ¿Que sucede?

— Tienen que ver esto— Dijo acercándose cada vez más a la repisa en la pared, justo donde se encontraba una caja dorada con símbolos grabados en ella.

Los tres se apresuraron a sacar sus amuletos y acercarlos a la caja para comparar los símbolos.

— Los tres están grabados aquí.

— Son exactamente iguales.

—Esperen — interrumpió Amon — Nosotros somos tres, hay tres amuletos: La serpiente; Astaroth, Las Alas; Atenea y el Lobo; Yo, pero aquí hay más de tres símbolos grabados.

— Hay 5.

— Falta el halcón y el árbol, si cada uno de nosotros tiene un amuleto que hace juego con lo que está grabado aquí eso quiere decir que hay otros dos amuletos haya fuera?

— Y si es así, eso quiere decir que hay dos más como nosotros — terminó Astaroth.

— Si estamos en lo cierto, creo que hay que buscar a los dos portadores de los amuletos restantes, probablemente alguno de ellos tenga más información sobre todo esto.

Asintieron con la cabeza y continuaron observando la caja por unos minutos más.

— Veamos que contiene— Dijo Astaroth sin embargo cuando intentó abrirla está estaba sellada, no tenía herradura o algo por dónde introducir un objeto y forzarla abrirse.




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