Los elegidos: La ciudad de Vampiros

24

Herssel estaba absorto. Aún con pedazos de madera y tierra sobre su ropa se puso de pie y observó detenidamente de pies a cabeza a Albhadur. A su parecer Albhadur era extraño, más que los otros cuatro, le parecía fascinante e incluso inquietante el como el chico podía cambiar tan drásticamente de facetas, la forma de expresarse, pararse e incluso de mirar, en la mayoría de las veces parecía ser débil y estúpido pero de vez en cuando todo eso desaparecía por completo, frío e indiferente, sínico e incluso egocéntrico. ¿Había algo realmente extraño y oscuro en él?

>> ¿Será la sed?<<

— ¿Que pasa viejo? ¿No vas a hacerlo pedazos? — Amon estaba mas que decepcionado, él esperaba que Albhadur recibiera una paliza por parte de Herssel, pero en cuanto dió el primer golpe, Herssel se detuvo por completo.

Herssel continúo mirando al pelinegro y al cabo de unos segundos se decidió hablar de manera indiferente.

— Mañana a la misma hora

El hombre se marchó y en su lugar un hombre de zapatos viejos y cabello liso se hizo presente.

— ¿Por qué no me sorprende?

Astaroth rodó los ojos y soltó un suspiro fatigado.

— Sabía que había algo extraño en usted profesor Franco.

Franco sonrió casto y caminó hacia Astaroth en completo silencio.

Atenea le observaba curiosa, una parte de ella supo desde el primer día que conoció a Franco que él era algo "especial", sin embargo no se imaginaba que fuera parte de todo aquel alboroto.

— No me diga, ¿usted nos enseñará como manejar eso?

Amon señaló hacia las bolsas de tela negra recargadas en uno de los árboles, de la cual una punta de una flecha se asomaba rebelde.

— No. Su lado Vamp está despertando y muy pronto caerán en la tentación...bueno uno ya lo hizo, así que yo les enseñaré a como no matar a todo aquello que tiene un corazón palpitante...

21 horas antes

Todo parecía ir demasiado rápido, no entendían absolutamente nada de lo que salía de la boca del anciano, lo único que escuchaban era aquel parloteo sin sentido y el inmenso temor de interrumpir al hombre y que esté les rompiera los huesos.

— ¿Alguna duda?

Los cuatro sonrieron dudosos, negaron con la cabeza y después asintieron. Herssel soltó un suspiro agotado y decidió tomar con más calma las cosas ya que como el lo había dicho unos minutos antes, aquellos chicos no eran más que unos niños en su mundo, a los cuales habría que instruirlos desde el inicio y como todo bebé habría que empezar con lo básico, algo que a él no le agradaba.

— Fuí demasiado rápido... Pero no hay tiempo de hablarles como niños, es momento de que maduren y tomen sus responsabilidades. En cuanto los cinco inútiles se enteren de lo que pasó en el instituto lo más probable es que les pidan que se mantengan aquí y así aprovechar la situación para contarles todo con más detalle, así que mientras tanto ustedes finjan no conocerme y no saber nada respecto a todo esto, ya que yo igual hice un acuerdo que por cierto ya rompí, pero como les decía procuren no enloquecer y no armar un alboroto. Así que me voy, tengo que buscar una Simsgrod para Albhadur.

Así como si nada Herssel se estaba marchando, si su intención era suavisar las cosas, lo que terminó ocasionando fue "caos" un caos interno en los cuatro jóvenes, quienes aún no lograba asimilar sus palabras.

Fue detenido por la voz de Atenea, quien en cierta forma continuaba teniéndole temor.

— ¿Que le diré respecto al estado de la casa?

— Un oso muy enojado.

Y sin más se marchó.

— Lo odio — mascullo Amon siendo imitado por Astaroth.

— ¿Ya puedo enloquecer?

— Sip.

Atenea se puso de pie y pateó con furia la silla en la que antes estaba sentado Herssel ocasionado que la misma se rompiera en mil pedazos al estrellarse contra la pared de la habitación.

— Y bien, ¿ Alguien más tiene algo que decir? — preguntó Amon sarcástico.

— Si, ustedes dos arreglen ese desastre — Ordenó la chica, dirigiéndose específicamente al pelinegro recostado en la cama y al castaño sentado en una de las esquinas del colchón.

Atenea era sensata, era valiente y en ocasiones ruda, pero de igual manera era temerosa, fácil de irritar y sobre todo sensible, algo que hacía que en esas ocasiones tuviera el impulso de gritar y llorar, pero dadas las circunstancias solo tenía un lugar a dónde ir.

Estaba sentada en completo silencio en la cima de los árboles, observando hacia donde la luz empezaba a desaparecer. Por fuera parecía pacifica y alegre, pero por dentro era un huracán.

>> ¿Vampiros? ¿Ciudad?... Todo es un desastre, yo solo quería una vida normal como la del resto de los chicos, yo hubiese preferido seguir creyendo que era solo anormal y no una rata de laboratorio, prefiero pensar en que mi madre solo no me quería y no en que No es mi madre y que nunca tuve una en realidad, sino alguien que solo hacia su trabajo... Y Astaroth ¿Por qué no lo reconocí? ¿Por qué no lo recuerdo? ¿Por qué ese empeño de complicar todo? ¿El y yo en verdad nos conocíamos?<<




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