Los elegidos: La ciudad de Vampiros

29

— Quédense aquí— ordenó Cristal.

Brark se puso de pie y con sigilo sacó de su mochila un pequeño bastón delgado que parecía estar hecho de metal o algo similar. Cristal y Brark salieron de la cueva en busca de aquello que generó aquel grito. Bae y Kay se mantuvieron en su lugar como si nada, Bae continuo limpiando su espada y Kay leía un libro en la oscuridad como si la escasa luz de la pequeña fogata le fuera demasiado para ella.

— ¿No irás con ellos? — cuestionó Atenea algo preocupada por Cristal y Brark, ya que no solo el grito le causaba intriga sino que Vorcs había desaparecido tiempo antes y parecía no ser relevante para los mayores.

Bae respondió con desdén sin dedicarle aún que sea una leve mirada a la chica — No.

Mientras tanto fuera de la cueva, Cristal y Brark inspeccionaban el área, sin dejar de descuidar la cueva.

— ¿Hueles eso? — preguntó Brark

— No es lo creo que crees que es, ¿o si?

Brark tragó duro y con un movimiento rápido hizo que el pequeño bastón se desplegara y se convirtiera en una muy llamativa lanza, parecía ser pesada y demasiado afilada pero en manos de Brark era sostenida como si fuera una pluma ligera y frágil.

Nuevamente un grito retumbó por todas partes, acompañado de una súplica por ayuda, en esta ocasión la voz pertenecía a la de un hombre, el cuál no paraba de gritar, sus gritos eran mezclados con las de una chica que parecía estar llorando sin consuelo alguno.

Cristal y Brark apresuraron su paso para ir tras el origen de los gritos, sin embargo en cuanto llegaron se detuvieron de golpe y se refugiaron detrás de los árboles intentado ser lo más silenciosos posible.

— ¡No!, ¡Basta, por favor!, ¡ayuda!... ¡Alguien ayúdenos!

Cristal se estaba debatiendo internamente si ayudar a ambos jóvenes o huir de ahí y alertar al resto, sin embargo la mirada penetrante de Brark no le permitía tomar una desición.

Cristal rodó los ojos en blanco y finalmente le indicó con la cabeza a Brark que regresara, el hombre se fue con tal rapidez que solo se escuchó una ráfaga de viento, pero a oídos de los jóvenes siendo masacrados, aquello sonó como un viento de esperanza como si sintieran que había alguien que podría ayudarles.

Brark entró a toda prisa a la cueva ocasionado que incluso Bae se levantara de forma brusca y ordenara saber que era lo que pasaba.

— Tenemos que irnos ahora— dijo clavando su lanza al suelo llevando su mochila al hombro.

— ¿Que sucedió Brark?

Brark dedicó una leve mirada a los mas jóvenes como si nuevamente estuviera a punto de revelar otro secreto de tantos — Bestias de rojo— dijo.

Aquellas simples palabras ocasionaron que todos los mayores entraran en un notable estado de pánico, en cambio los más jóvenes no entendían nada de lo que estaba pasando.

— ¿Que es una bestia de rojo?— cuestionó con discreción Astaroth dirigiéndose hacia Albhadur.

— No lo se, nunca antes había escuchado algo referente a esas bestias, tampoco están en los libros de criaturas nocturnas... Hay algo en esto que no me agrada...

— Ya somos dos.

Los mayores ordenaron que guardarán todo para su inmediata partida, orden que fue acatada de inmediato por los chicos, sin embargo el ritmo fue detenido por Astaroth quien se dió cuenta que Cristal no se encontraba en el lugar.

— ¿Donde está?

Brark pareció palidecer, por lo que Bae se apresuró hablar de la misma forma en que siempre lo hacía.

— Nos encontraremos con ella en el siguiente punto de reunión, tu has lo que te han ordenado.

Aquella respuesta no fue bienvenida por Astaroth, más bien solo ocasionó que Atenea, Albhadur y Amon dejaran de hacer sus tareas y comenzaran a especular sobre que era lo que estaba sucediendo en realidad.

— Mientes — dijo Atenea mirando con seriedad a Bae — Por la forma en que actúan, es probable que Cristal no nos alcance ¿Verdad?

Bae no se inmutó ni por un solo segundo, se mantuvo firme y respondió por igual.

— No, nos dará tiempo para que nos marchemos de aquí.

— ¿Que es una bestia de rojo?

— Nada que necesiten saber, apresurense a guardar sus cosas que nos vamos ahora mismo.

Justo cuando Atenea planeaba empezar una pelea verbal contra Bae, Amon atrajo la atención de todos con solo una pregunta.

— ¿Y Astaroth?

— Fue a por cristal — dijo obvio Albhadur, quien sin pensarlo dos veces salió de la cueva tras Astaroth, acción que fue imitada de inmediato por Amon y Atenea sin embargo está última fue detenida por una fuerte mano que la aprisionaba del antebrazo.

— No irás a ninguna parte.

— Sueltame Bae — dijo, aunque más bien aquello sonó como una orden, sin embargo Bae no desistió— Tal vez para ustedes solo somos los experimentos de laboratorio que salvarán a su especie y nada más, pero para nosotros aún cuando nos han engañado toda nuestra vida, siguen siendo importantes y para Astaroth, Cristal sigue siendo su madre.... Tal vez tú puedas dejar morir a tus subordinados pero nosotros no.




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