Capítulo 3
Rosa había echo su última jugada, había tomado una foto de Alexandra llegando en un lujoso carro a la empresa, sabía que Ricardo pediría los estribos solo faltaba que viera el mensaje, sus celos obsesivos por Alex antes todos la pondría como la mala de la ruptura, seria la mujer quien engañó a un hombre, valiente y honesto cómo él y ella sería el mejor Consuelo. Rosa se sentía súper bien, ganadora le había quitado algo a Alexandra Vólkov, Rosa siempre la había envidiado su manera de crear diseños magnificos que aunque parecían simples eran hermosos y elegantes, siempre había deseado el puesto que tenía ella en la empresa y gracias a Ricardo lo había conseguido, y ella había sido destituida de su puesto, lo que podía ser un hombre con poder.
—¿Y ahora qué?—, se burló Rosa al imaginar la cara de Alexandra cuando supiera que había perdido su puesto como diseñadora. ¡De ahora en adelante, ella tendrá que seguir y obedecer sus órdenes!
Ése día, en el trabajo, Rosa sobrecargó a Alexandra con asignaciones a propósito, para que tuviera que trabajar horas extras y quedarse en la compañía.
Para cuando ella terminó de hacer todo, ya eran casi las nueve de la noche. Tan pronto como se dispuso a irse descubrió que todos ya se habían ido a casa y que ella era la única que quedaba en la oficina. Entonces, recogió sus cosas y estaba a punto de partir cuando notó que la puerta de la oficina parecía estar cerrada desde afuera. Al instante, Alexandra no tuvo ninguna duda de que Rosa estaba detrás de esto
. Estaba confundida y perdida en sus pensamientos cuando de repente escuchó un "crac". Poco después de escuchar la puerta pasar seguro, ella sabía que odiaba esos lugares, era claustrofóbica, los odiaba desde pequeña su madre se había encargado de ello.
Intento imaginar algo en que concentrar su mente que no fuera pensar en la pequeña habitación que se encontraba no pensar no tardó mucho para que se perdiera en sus pensamientos nuevamente, imaginando cómo habrían sido las cosas si todo hubiera sido falso, si Ricardo no la hubiese traicionado, si Rosa no hubiera seducido a su novio y si ella misma no se hubiera acostado con... Jacob... . Dios todavía se sentía avergonzada, negó con la cabeza entonces su cabeza se iluminó recordando la pequeña tarjeta que le había obligado a tomar la mañana siguiente cuando salió huyendo de la casa de su jefe.
Pensó en llamarle pero que le diría tipo: — Oye, Jacob podrías venir a recostarme de una de tus empresas, es que la loca celosa de mi ex amiga me encerró.
《Te espero.
Ella no tenía muchos amigos y los únicos que tenía vivían en otros lugares. Muy lejos, muy lejos de Berlín.
Entonces, vaciló por un momento antes de decidir llamar a Ricardo. Esperaba que él la ayudara, al menos por los viejos tiempos.
Desafortunadamente, todas sus esperanzas se desvanecieron cuando fue Rosa la que contestó al teléfono. Al otro lado de la línea, la mujer gemía de forma provocativa. Ella supuso que tenía la intención de provocarla exhibiendo su intimidad con su ex prometido, quien, de hecho, también se oía bastante entendido.
Alex sintió asco, cómo una persona podría llegar a tanto, sintió náuseas.
En ese instante se dio cuenta de lo estúpida que había sido la idea de llamar a Ricardo para pedir ayuda.
Después de dedicar un breve momento para arrepentirse por su decisión, se sentó contra la pared y sostuvo el teléfono con fuerza sin saber a quién más pedir ayuda.
Estaba abrumada por la oscuridad y el misterioso silencio que se había apoderado de la habitación. Conforme pasaban los minutos, se iba asustando cada vez más y los recuerdos traumáticos del castigos que sufrió en su infancia poco a poco fueron acaeciendo en su mente, brotando como consecuencia de la ansiedad que sentía al estar encerrada en una habitación sin luz. Una vez más, la desesperación y el miedo inundaron sus pensamientos, abrumándola y casi asfixiándola.
—No, no puedo quedarme aquí..—,susurró. Ella comenzó a inquietarse y las gotas de sudor no tardaron en perlar su frente.
Con toda decisión marcó el número de Jacob, tenía que salir de ahí cuando fuera, si no muy pronto tendría un ataque de histeria.
—Hola—, respondió Jacob con su encantadora voz, la cual tenía un profundo tono barítono y adormilado.
Escucharlo fue como ver un rayo de luz en medio de esa oscuridad y las esperanzas despertaron de su letargo. Demasiado asustada para controlar sus emociones, de inmediato comenzó a sollozar: —¿Ja... Jacob? Todo está muy oscuro y tengo mucho miedo...
Jacob se alegró cuando vio la llamada de Alex en la pantalla, pero en cuanto escuchó su estado de desesperación, la sonrisa se le volvió en una mueca de preocupación.
—¿Dónde estás?
Alex sintió el miedo empezar a florecer cuando su teléfono se apagó sin poder decir dónde se encontraba, respiró fuertemente, ojalá este fuera un Christian Grey, pensó.
Eso preocupó aún más a Jacob de lo que ya estaba y se empezó a sentir tan nervioso que se empezó a morder el labio. Entonces, decidió ponerse en marcha a toda prisa sin siquiera cambiarse la ropa. No tardó en llegar al garaje con las llaves de su auto en la mano y mientras lo encendía, trató de pensar en dónde podría encontrarse Alexandra. Finalmente, se puso en marcha hacia la Compañía Ivanoc.
Mientras tanto en la oficina, ella miraba fijamente la pantalla de su teléfono. Cuando se apagó, se desvaneció por completo la luz en la penumbrosa habitación, por lo que su ansiedad y miedo a la oscuridad se intensificaron.
Y cuando pensó que estaba perdida escuchó aquella gruesa, sexy y encantadora voz.
Jacob.
—¿Dónde estas, Alex?
—Estoy aquí—respondió ella sin fuerzas, pensando que estaba alucinando.