Los Enredos De Una Vida

Capítulo 5: Hora De Decir la Verdad, Parte Uno

Mientras los segundos parecían minutos y estas horas, me quede esperando a que alguien abriera la puerta para saber algo. Por qué en un intento desesperado por ayuda tire todo al olvido e involucre, aunque no quisiera, a mi primo.

Recordé ese despreciable día que accedí a darle mi currículo a Fernando. Ese lunes del mes de Febrero. Hacía un poco de calor, por lo que decidí ponerme ropa casual, unos jeans; una camisa semi-holgada y tenis, para ir al lugar que Fernando me citó.

Enfrente de mí se encontraba un edificio grande e imponente. Entre y me quede petrificada. Todo el lugar muy iluminado para mí gusto, las paredes blancas, las ventanas transparentes, tenían muebles de color negro, todo eso le daba nuevo significado a la expresión: "Triste, pero simular que estás feliz".

Entre al edificio y al fondo cerca de los elevadores estaba un escritorio muy limpio e inmaculado, color negro, cosa que no me sorprende, me acercó y la muchacha muy maquillada me dice: -Buenos días señorita, ¿En qué le puedo servir?- Mientras me miraba de arriba a abajo como que no encajaba allí.

-Busco al señor Fernando- logre decir mientras crecían mis nervios cada vez que miraba el lugar.

-El señor está en el quinto piso- dijo mientras me indicaba el elevador.

Caminé hacia el elevador y logre decir un -Gracias- aunque ella no escuchó, lo cual no importaba ya que no quería ser mal educada.

De pronto se escuchó un ruido que me trajo a mi actual realidad. Era la manecilla de la puerta que se sacudía, acto seguido entro el suboficial mayor que hace unos instantes me había lastimado por todo lo que menciono, pero él tiene razón.
Me miro con el entrecejo fruncido y en una posición de superioridad, -¿Cómo conoce al suboficial Geovany?- pregunto de la nada. Luego de su pregunta la habitación quedo sumida en un silencio muy incómodo.
Recordando lo que prometí de ya no comportarme como una niña asustada me arme de valor -creo que eso debe habérselo dicho el- dije para salir de ese silencio que me volvía loca.

Levanto una ceja mientras abría la boca a mí contestación. -Muestra un poco de respeto, no me hagas arrepentirme de llevarte a un lugar más seguro- dijo esbozando una sonrisa muy amplia y malévola.

Luego de eso antes al salir de la sala de interrogatorios me llevaron a la parte trasera, allí estaba un vehículo para transportarme a otra zona.

-¿Usted será el policía que va a ir conmigo?- Pregunté intentando averiguar algo.

-Para su suerte no. Y creo que debería usar su nombre original señorita Alice- Dijo el señor con una mirada seria y muy profunda, pero al mismo tiempo como si intentara mostrar empatía.

En ese mismo momento pasó una electricidad por mi cuerpo que di un brinco en mi lugar. Con la mente trabajando para procesar lo que escuche del policía y un dolor de cabeza apareció que no sufría desde años.

-Deja de pensar mucho Alice. O se te va a fundir el cerebro- escuché detrás de mí. Por lo que voltee y vi que era mi primo.

Me subí al vehículo y mi primo subió después de mí, luego cerraron las puertas y el vehículo comenzó a moverse.

Al principio no hablamos. Mi primo intentaba no verme. Como si no existiera. Hasta que ya no resistió. -Dime que está pasando- Dijo en un tono de voz más grave de lo que acostumbra.

Lo mire a los ojos con tristeza. -Un amigo y yo cuando trabajamos en el banco descubrimos que habían estados de cuenta que superaban la cantidad de dinero que estaba inscrita en los cuadernos de anotación sobre el dinero.- Hable sin detenerme y cuando acabe pude liberar el aire que retenía y di una honda respiración.

-¿Qué dices? ¿De quién son esas cuentas? ¿De cuánto dinero?...-, -Ya cállate Geovany- Dije gritando con rabia, aunque no fue mi intención, porque no era el lugar correcto para seguir hablando de eso y debía interrumpirlo.

Él solo quedó viéndome atónito, respire hondo y con una voz más suave le dije: Perdóname, pero no es el lugar para que hablemos de ello. Pero lo que si te puedo decir es que todas las cosas, esa información de las cuentas, sus dueños una parte está en estos dos celulares, saque los celulares para que los viera, y la otra estaban en las memorias y computadoras. Debemos recuperar esa información.

-¿Cómo lo hacemos?- Pregunto aun mirándome con asombro. -Simple. Esa información contiene un virus que solo se desactiva con una clave. Pero si no se mete la clave correctamente se activa y sirve de rastreador, es como si fuera una bengala para saber dónde la abrieron.- Dije mirándolo fijamente. -Para eso ocupo una computadora-. -Descuida yo te consigo una- Dijo mi primo -Pero ya basta de secretos-.



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En el texto hay: crimenes, amorpeligroso

Editado: 22.10.2019

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