—Harriet, no puedes hacerte un tatuaje —papá me mira con los ojos cansados, le he hecho esta pregunta unas mil veces.
Arrugo mi frente. — ¡Es mi último verano de libertad! Después de este momento, ya no volveré a ser adolescente, ya no tendré diecisiete años.
Mamá sonríe. —Basta cariño, sabes que no aprobamos los tatuajes —me señala con la espátula que está utilizando para servir las tostadas a la francesa en el plato de cada uno—, además aun no es verano.
Tomas, mi hermano me mira burlándose.
Tomas es mi hermano adoptivo, lo adoptaron cuando yo tenía cinco años pues mis padres querían otro hijo o hija pero ya no pudieron debido a los problemas para poder quedar embarazada de nuevo de mi madre. Tomas y yo tenemos la misma edad, curiosamente nació el mismo mes que yo, en agosto. Mis padres tomaron eso como una señal divina y decidieron adoptarlo.
Tomas es adoptado pero yo siempre lo he sentido como si fuera mi hermano real, supongo que es así porque al final del día, crecimos juntos y no recuerdo una vida sin él a mi lado.
Tenemos una hermanita pequeña, también adoptada. Ella ahora tiene tres años y su nombre es Jana, fue adoptada aquí pero sus padres eran de Cuba.
—Papá, ¿Nunca quisiste hacerte un tatuaje? —le pregunto.
Él me mira y sonríe. —Gracias a Dios, no. —Voltea a ver a mamá—, la única vez que quise hacerlo fue cuando conocí a tu madre, quería tatuarme su nombre por mi pecho.
—Qué horror —Tomas bufa—, ustedes son tan… parecen adolescentes.
Mamá se acerca para servirle el desayuno y le da unas palmadas en la espalda. —Ya te enamorarás y serás el chico más romántico de todos.
Papá sonríe. —Pero después que te gradúes, Tomas —me señala con el dedo—, eso va para ti también Harriet, nada de novios hasta los veinticinco.
Me encojo de hombros. —Jamás saldría con un chico de mi edad, son tan inmaduros.
— ¡Ay, la mujer madura! —Tomas se burla—, entonces, ¿Te gustan los viejitos?
Papá levanta una ceja. —Nada de eso Harriet, sabes que no necesitas de un hombre para que te mantenga, eres una mujer independiente.
Suelto una carcajada antes de morder mi tostada. —No soy independiente papá, tú pagas todo por mí hasta ahora —meto un gran pedazo dentro de mi boca, de la manera que mamá odia—, además no me gustan los viejitos, me refiero a que no me interesa salir con nadie.
Eso es una gran mentira. Sí que me interesa salir con alguien y ese alguien es mi mejor amigo Fletcher Moore, coincidentemente el hijo de los mejores amigos de mis padres.
Mis padres se conocieron en la universidad y ahí también conocieron a quienes fueron y siguen siendo sus mejores amigos. Brad y Stella Moore, la pareja que son igual de cursis que mis padres. Brad y Stella son como mis tíos, los conozco desde siempre y bueno, ellos tienen tres hijos. Fletcher, Mia y Elthon.
El mayor es Elthon, me lleva un año exacto porque (oh sorpresa del universo) cumple años el mismo día que yo, mi mamá ama contar la historia de cómo él me visitó en esas salas donde colocan a los recién nacidos el día de su cumpleaños, a pesar que él era un bebé de un año y no se acuerda de nada.
Elthon y yo cumplimos años en verano así que durante nuestras vacaciones, nos celebraran el cumpleaños, siempre juntos hasta que él cumplió catorce y se rehusó a seguir celebrando a mi lado. No me ofendió, finalmente tendría todo el pastel para mí sola.
A pesar de todo, Elthon y yo no somos muy unidos. A ver, sí que lo somos porque nuestros padres son mejores amigos y estudiamos juntos, nuestros hermanos se llevan bien (Mia y Tomas son mejores amigos, pero ya llegaré a hablar de ellos en un momento) pero no somos las personas más compatibles del mundo. Elthon es reservado, demasiado para mi gusto y yo soy de naturaleza salvaje, al menos eso dice mamá.
Elthon nunca nos acompañó a Fletcher y a mí a nada divertido. Nunca va a fiestas, nunca se escabulló de la casa para nadar en el mar, nunca participó en ninguna broma de la escuela. Siempre dice la verdad, siempre es amable, siempre es correcto.
Eso es aburrido.
Luego está Mia, ella es la menor de los Moore. Mia tiene un año menos que yo, ósea dieciséis y para mí es como mi hermana pequeña, pero no la más pequeña porque esa es Jana. Mia es una chica común, a veces se queda con las mamás jugando algo como dominó o damas, a veces nos acompaña a la playa, no me quejo de ella.
Mia y Tomas son mejores amigos y lo han sido desde siempre, al igual que Fletcher y yo. Mia conoció a mi hermano cuando tenía cuatro años y en lugar de verlo confundida y asustada como sus hermanos, ella lo abrazó y desde ahí son inseparables.
Cualquiera diría que ellos se gustan o lo que sea pero no. Mi hermano tiene su corazón apartado para Vanessa Donnati, una chica de la escuela y Mia es de esas chicas que prefieren estudiar que tener novio, así que todo perfecto entre ellos.
En realidad, al señor Moore le encanta la relación que mi hermano tiene con ella, dice que siente como si tuviera 3 chicos cuidándola y es un alivio para él.
Y finalmente, Fletcher. Mi Fletcher Moore. Fletcher es mi mejor amigo, tiene mi edad y siempre hemos sido unidos pero comenzó a gustarme hace tres años. Él y yo pasamos por el hermoso proceso de la pubertad y él mejoró físicamente mucho, cada año se convertía en el chico más guapo del mundo, así que no solo es guapo sino que es la persona que más me entiende, con quien me divierto todo el tiempo y quien sabe todo de mí.
Sé que estamos destinados a estar juntos.
—Me tomaré un año sabático —les digo a mis padres de la nada.
Mamá y papá siguen comiendo, ya están acostumbrados a mis comentarios. —Si ella lo hace yo también —pide Tomas.
Papá lo mira. —Tu hermana dice cosas solo porque sí, Tomas. No le hagas caso.
— ¡Oye! —lo fulmino con la mirada—, hablo en serio, si Elthon se tomó un año libre después de la escuela yo también puedo.