Los Errores Que Cometimos (y como los arreglamos)

6

 

HARRIET

—Cariño, pásame la ensalada por favor —mamá me pide mientras aliso mi vestido con la mano, voy por la ensalada que preparó mamá y se la entrego.

Hoy es viernes y celebraremos el cumpleaños de Stella. Mamá ha preparado camarones empanizados pues son los favoritos de su mejor amiga, una ensalada y una tarta de melocotón. Mia y yo la estuvimos ayudando durante la tarde, Tomas colaboró con lavar todo lo que se ensució al igual que Elthon.

— ¿Dónde está Fletcher? —pregunta mamá alineando los cubiertos.

Me encojo de hombros. —Supongo que fue a comprar algo para regalárselo a Stella, siempre deja todo a última hora.

Mamá niega y rueda los ojos. —Espero no venga tarde, Stella me acaba de avisar que viene del trabajo.

Stella cambió de carrera tres veces, la primera vez fue cuando conoció a mamá y luego ella se salió para irse a psicología. Finalmente terminó estudiando administración de empresas, la misma carrera que el señor Moore y ahora trabaja en una aseguradora. A pesar de  eso, ellas siguieron siendo amigas, claramente.

—Me dijo que estaría a tiempo para la cena —le digo.

Mia entra con Jana ambas vestidas con lindos vestidos lila. —Ya cambié a la bebé.

Jana corre hasta donde está mamá y tira de su falda. — ¿Ya puedo tener pastel?

Sonrío. —Aun no Jana, hasta que Stella venga.

Tomas entra y señala la puerta. —Escucho un auto, ¿Será ella? Aun no terminamos.

Mamá niega. —Debe ser Elthon o Fletcher, ve a ver.

Tomas corre haciendo sonar sus zapatos cuando camina.

Mia se coloca a mi lado y suspira. — ¿Por qué Fletcher no ha venido? Normalmente siempre está aquí cuando es el cumpleaños de mamá.

Me encojo de hombros sonriendo. —Sabes que siempre olvida comprar regalos, fuimos al centro comercial pero me dijo que lo haría otro día.

Escuchamos que la puerta se entra y veo a Elthon con Tomas. Así que no es Fletcher.

Suspiro y tomo mi teléfono de la mesa, le envío otro mensaje recordándole que ya casi vendrá su mamá, en una media hora aproximadamente.

“Voy en camino Harriet” es lo único que responde.

Intento llamarle pero me lleva directo al buzón. No sé qué estará comprando o a donde fue pero será mejor que se apresure.

Vuelvo con los demás y Elthon me mira serio.

— ¿Qué? —le pregunto.

Pone los ojos en blanco. —Buenas noches.

—Elthon eres desesperante. —le digo.

Mamá me toma por lo hombros detrás de mí. —Niña, no quiero que pelees hoy con Elthon o con Tomas, tengamos una velada tranquila.

La volteo a ver. —Soy un ángel mamá, no sé de qué hablas.

Ella sonríe de lado. —Sí, un ángel, claro.

Mia le pide a Tomas que la ayude a terminar de acomodar todo y mamá avisa que irá a cambiarse. Ella cocino mayormente así que dejó su atuendo hasta el final para no ensuciarlo. Aun si no es una cena de lujo y estamos comiendo en casa como muchas otras veces, los cumpleaños son algo especial para todos nosotros. Siempre ha sido así.

Me quedo a solas con Elthon.

—Te ves decente —me dice sin expresión alguna.

Juego con mi vestido meciéndolo un poco. —Sé que soy hermosa, gracias Elthon.

Aclara su garganta. —Jamás dije que fueras hermosa.

Doy una vuelta como si estuviera bailando ballet. —Sabes que soy la mujer más linda del universo.

Elthon eleva sus cejas y se sienta en el sofá. —Y también la más educada, ¿No? ¿Seguimos con las mentiras?

—Seguimos con las mentiras —hago una voz imitándolo.

Me siento a su lado y tomo su corbata, sí, lleva una corbata.

— ¿Por qué no te vistes más relajado? Tan solo tienes dieciocho, vas para los diecinueve pero no eres un anciano.

Él me quita la corbata de mi mano. —Las corbatas no me hacen anciano.

—No pero tú actitud sí —le digo riendo.

Él empuja mi rostro con un dedo sobre mi frente. —Tu tan solo eres una niña.

Niego con mi dedo frente a su rostro. —Soy perfecta, admítelo.

—Ajá —se cruza de brazos—. Tú y mi hermano tienen un complejo de superioridad, con razón se llevan tan bien.

—Claro que no —reclamo.

Elthon señala primero sus ojos y luego los míos, se inclina un poco. —Mírame, Harriet —lo hago, él no parpadea—. Eres egocéntrica.

Sin quitar la mirada de él, respondo: —Pero una muy linda.

Elthon entorna los ojos. —Solo confirmas mi teoría —retira la mirada y ve al frente.

Lo empujo con mi brazo. —Ay, vamos, sabes que lo soy. Está en tus genes pensar que soy linda, toda tu familia lo cree.

Suelta una carcajada cargada de burla, me mira y me empuja también con su brazo que es mucho más definido que el mío por lo que se sintió más firme. —En ese caso, tú piensas que soy una gran persona, toda tu familia lo cree.

Lo vuelvo a empujar. —Jana no, ella piensa que eres un tonto.

Me empuja de nuevo, claro, con cuidado porque es Elthon y Elthon jamás golpearía a nadie. —Jana me quiere, nos divertimos viendo programas educativos cuando la cuido.

Arrugo la nariz. —Ah, qué horror, me alegro no haber sido cuidada por ti jamás. Dios me libró de esa tortura.

—A mí me libró de esa tortura —levanta su brazo para acomodar su cabello, puedo sentir el olor a limpio que su tela desprende.

Intento no reírme pero no puedo evitarlo y lo hago.

— ¿Qué? —pregunta Elthon confundido.

Tomo la tela suelta de su manga. —Sé que usas suavizante para que tu ropa huela bien —resoplo—. Eres tan raro.

— ¿Oler bien es raro? —pregunta, juntando las cejas.

Me acerco para oler la tela, sin duda huele a una mezcla de almendras con algo más que no logro identificar. —No es raro pero, hueles a ropa de adulto.

Mueve su brazo para alejarlo de mí. — ¿No tienes algo que hacer? ¿Dónde está tu amigo egocéntrico y fastidioso que resulta ser mi hermano?




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