Los Errores Que Cometimos (y como los arreglamos)

17

HARRIET

—Elthon John —le digo cuando vamos de regreso.

Tomas sigue con Mia así que me regresaré con él.

Elthon me mira. — ¿Qué?

Detiene el auto frente su casa. — ¿Quieres pasear por ahí? El día está genial como para estar adentro.

No acepta de inmediato pero luego solo se encoje de hombros y sale del auto. Yo salgo y le hago una seña para que caminemos por las calles que están bastante tranquilas.

—Tu amigo Albert me cae bien —le digo—, y me cae mejor ahora que responde todo lo que le pregunto.

Él me fulmina con la mirada. —No seas así, es buena persona.

Me río y me señalo. —Yo también soy buena persona, no le haré nada.

Rueda los ojos. — ¿Qué tal te pareció todo en el albergue?

Tomo una respiración larga. —Fue interesante, pensé que la gente ahí estaría como… no sé, en peores condiciones.

—Para eso es —me explica—, el albergue les ayuda a encontrar trabajo, les da asilo y comida. Es para que tengan una segunda oportunidad en la vida.

—Oh, ya veo —le respondo.

Elthon suspira. — ¿Para que querías que camináramos? Tú no… te caigo mal, ¿No?

Iba a decirle que sí solo para molestarlo pero algo me detiene. Últimamente Elthon ha sido bueno de una forma extraña. No sé, como que no merece todo mi trato negativo. —No me caes mal, Elthon.

Ríe. —Si te caigo mal, no mientas.

Niego con la cabeza. —Mira, me desesperas y todo pero no me caes mal —cuento con los dedos—, me cae mal las personas que caminan lento, los que le gritan a los animales, los programas de televisión que repiten lo mismo una y otra vez y la gente que come hamburguesas con pepinillos. Ellos me caen mal.

—Ah bueno, es un alivio no entrar en ese grupo tan grande —sonríe.

Veo a Elthon y me parece raro como el tiempo ha pasado. Él sigue siendo Elthon, el chico con una cicatriz pequeña sobre la ceja, con su nariz respingada y bonita que yo envidio, sus ojos claros y su único hoyuelo en el lado derecho.

Mi antiguo amigo antes de Fletcher.

El primer chico que tomó mi mano.

— ¿Te acuerdas cuando fuimos al acuario? —le pregunto.

Asiente. —Tenías tanto miedo y no dejabas de llorar.

Veo mi mano, ahora más grande y con las uñas pintadas de lila. —Sostuviste mi mano —recuerdo—. No te burlaste como ellos, tú sostuviste mi mano.

—No podía burlarme de ti, estabas asustada.

Recuerdo las cosas que me dijo Albert en la fuente, lo que Elthon piensa de mí y lo que no me dice en persona. Por alguna razón quiero escucharlo viniendo de él.

— ¿Te caigo mal? —le pregunto.

Sonríe un poco. —No Harriet, no me caes mal.

Respiro por la boca, un hábito cuando estoy nerviosa de preguntar algo. — ¿Te consideras mi amigo?

Entrecierra sus ojos. —No diría que ahora somos amigos… antes sí pero, ya no.

Ahora toco las puntas de mi cabello. — ¿Por qué?

—Porque estas todo el tiempo con Fletcher —su voz suena un poco herida, como cuando te defiendes de algo que dijeron sobre ti y que no es cierto—. Digo, no es que sea su culpa. Solo, ya sabes, prefieres estar con él.

—Porque él no me regaña todo el tiempo.

—Yo no te regaño todo el tiempo —reclama.

Río. —Si lo haces. Me regañas todo el tiempo, por todo y por nada.

Deja de caminar. —No lo hago porque quiero hacerte sentir mal —se mueve un poco más cerca—, sé que tienes potencial en la vida y no me gusta ver que lo desperdicias.

—No tengo potencial en nada —suelto y luego me arrepiento de decirlo en voz alta.

Él niega. —Lo tienes Harriet. No me gusta verte todo el tiempo en fiestas y haciendo cosas que no valen la pena, si te enfocaras en lo que quieres, verías que puedes hacer grandes cosas.

—No tengo sueños —admito con una expresión seria, tratando de no sonar débil—. No tengo pasiones, no hago nada… bueno.

Él duda pero finalmente, toma mi mano.

Elthon toma mi mano de la misma forma que lo hizo aquella vez en el acuario, cuando tenía mucho miedo, casi tanto como ahora lo tengo del futuro. Este abrumador futuro que se acerca cada vez más y no puedo hacer nada para detenerlo.

—Te gustaba dibujar —me recuerda—, querías ser diseñadora de modas. También querías ser fotógrafa de pasarelas, querías trabajar en lo que sea que fuera la industria de la moda.

—Eso era antes —suspiro—, ahora no sé qué quiero.

Quiero detener el mundo y que me dé tiempo de pensar. —No te fuerces a nada. Haz una cosa a la vez, pero escucha tu corazón.

Me quería reír primero pero me detengo. Elthon me mira de una forma interesante, como si realmente pudiera ver a través de mí y encontrara algo que yo no puedo ver aun en mí.

— ¿Y si no lo hago? —le pregunto bajando la voz, como si el mundo pudiera escuchar mis inseguridades.

Aprieta mi mano. —Lo harás, te lo aseguro.

Rayos. Odio a Elthon aún más. Odio que ahora quiero abrazarlo pero yo no abrazo a Elthon a menos que sea su cumpleaños o navidad. En lugar de eso solo tomo aire, muerdo mi labio y finalmente suelto la palabra.

—Gracias.

Elthon me mira por unos segundos y yo a él. Elthon siempre me ha parecido “más” que yo. Más maduro, más serio, más inteligente pero nunca he sentido que sea “más grosero” o “más desastroso”

Elthon tiene muchos aspectos negativos según mi perspectiva pero últimamente he visto más de sus lados positivos. Odio admitir que quizás, solo tenía que tomarme un poco de tiempo para conocerlo.

Y en ese momento veo un auto y cuando presto atención me doy cuenta que es el auto de Fletcher. Suelto la mano de Elthon y lo observo tratando de entender porque si estaba en la casa de ese tal Benny, está conduciendo por el lado opuesto de donde debería. Como si hubiera ido a otro lugar.

Bueno, tal vez lo hizo. Conociéndolo tal vez fue a comer o algo así. Supongo que es hora de regresar y ni siquiera tengo que decírselo a Elthon pues él ya se está dirigiendo de camino a su casa dándome la espalda.




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