Los Errores Que Cometimos (y como los arreglamos)

25

 

FLETCHER

Harriet no me habla, me ignora.

Este sábado no me habló en absoluto, no ha respondido mis últimos mensajes y no se asomó a la casa. Tomas tampoco, pasó por Mia pero no lo vi directamente. Mia no me habla, sigue molesta conmigo. Elthon ni se diga.

El domingo fue lo mismo, cada uno se ocupó en sus cosas y me ignoraron por completo. Bianca estaba ocupada estudiando así que no pude pasar tiempo con ella, decidí salir y dar vueltas pero no era lo mismo.

He decidido que tengo que hablar con Harriet y resolverlo todo de una vez, esto no puede seguir así. Si lo que Bianca me dijo es cierto, tengo que saberlo.

Sé que es poco probable que Harriet sienta algo por mí pero tengo que preguntarle de todas formas.

Llego a su casa como a las tres de la tarde arriesgándome a que me cierre la puerta en la cara o que Tomas me recuerde que se suponía que no debería estar aquí. Siento como electricidad en mi pecho, me cuesta un poco tranquilizarme.

Bajo del auto y no veo que el auto de Tomas esté aquí, pienso que tal vez ella salió con ellos. Tal vez no esté en casa.

Llamo a la puerta y su mamá abre con una sonrisa, creo que ella no sabe nada de lo que ha estado pasando últimamente. —Hola.

—Fletcher, ¿Vienes por Harriet? Ella salió con los demás, pensé que estarías con ellos.

Sonrío. —No… sí, venía a hablar con ella pero, supongo que será después.

Iba a irme pero ella me detiene. —Espera, ¿Por qué no te quedas un rato? Compré pastelillos rellenos de avellana, ¿Quieres uno?

Lo dudo pero luego recuerdo que no tengo nada que hacer así que acepto, un pastelillo es mejor que nada.

Paso y veo que Jana está en medio de la sala jugando con un carruaje rosado. Sonrío al verla y cuando levanta los ojos, se ríe y abre sus brazos para que la cargue.

—Hola Jana —la cargo y le doy un beso en la mejilla—. ¿Tú no me odias? —pregunto bajando la voz.

Ella pone su mano en mi cara —Fletchie —así me llama.

—Hola bonita, ¿Cómo estás?

Sonríe. —Fletchie juega conmigo.

—Claro —la bajo—. ¿A qué juegas?

—Al bebé —me indica y toma un oso de felpa—. Este bebé, se llama Lily.

—Lily la osa, que linda —sonrío.

— ¡Es oso! —me regaña—. Es oso se llama Lily.

Que moderna es Jana. —Claro, no asumiré su género.

Ella me ignora y me obliga a tomar el carruaje para pasearlo.

Ana regresa con dos platos cada uno con un pastelillo. —Ten —me da uno—. Jana, ven amor, aquí está el tuyo.

Jana saca a Lily, el oso, del carruaje y se lo lleva para que coman los dos el pastelillo. Veo a Jana y sonrío, es tan tierna. Luego me siento mal por lo que le dije a Tomas, Jana también es adoptada y nadie debería hacerla sentir de menos por eso.

—Le gustas a mi hija —me dice Ana.

Casi me atraganto con el pastelillo, ella se para preocupada y va corriendo por agua, me la entrega y agradezco mientras tomo un sorbo largo. 

— ¿Qué hija?

Entrecierra los ojos. —Jana, le gustas mucho. A Jana no le caen bien los chicos solo ustedes, prefiere estar con las mujeres.

—Quédate así por siempre —le digo y ella ríe—. Los chicos somos un asco.

Ana rueda los ojos, de la misma manera que Harriet. —Suenas como tu padre, él le decía lo mismo a Mia cuando era una bebé.

Sigo comiendo. —Oye… —aclaro mi garganta—, ¿Puedo preguntarte algo?

Asiente. —Claro, Fletch, dime cariño.

Respiro profundo. —Es que, me gusta mucho una chica.

Sus ojos se abren y procede a sonreír. —Vaya cariño, eso es maravilloso —se levanta para sentarse a mi lado—, cuéntamelo todo, ¿Cómo es?

Sonrío automáticamente. —Es inteligente, mucho —Jana hunde la cara de Lily en el pastelillo—. Le gusta mi banda favorita también y es muy buena persona, es tan… no tiene defectos.

Ana coloca una mano sobre mi brazo. —Eso se le llama amor, ver a la otra persona como si fuera perfecta.

Rasco mi cuello. — ¿De verdad? ¿Amor?

—Amor —ahora toca mi nariz con la punta de su dedo, justo como lo hacía cuando yo era pequeño y llegaba a decirle que quería otra porción de pastel—. Y el mejor de todos, el amor adolescente es tan puro y nuevo, te hace darte cuenta de muchas sensaciones que no habías experimentado. Te sientes vivo, alegre, expectante y en las nubes.

— ¡Así me siento! —sonrío—. Ella me hace sentir tan bien, como si todo el tiempo quisiera estar a su lado.

— ¿Tu corazón late rápido? —pregunta sonriendo.

Asiento varias veces. —Sí, todo el tiempo. Ella, cuando sonríe, me hace pensar que mi corazón va a explotar. Es tan linda también, su cabello es muy bonito y sus ojos son hermosos.

Ana me abraza. —Ay, Fletcher, ¡Te has enamorado! Que maravilloso —celebra y Jana, por ver a su mamá, comienza a aplaudir—. Te he visto ir y venir con varias chicas pero me alegra tanto que finalmente te hayas enamorado, ¿Es la primera vez?

—Sí —contesto.

—Que romántico —aprieta mi mano—. Cuentas conmigo para lo que sea, puedes venir a hablar conmigo si quieres.

—Gracias Ana —sonrío—. No se lo he dicho a nadie realmente.

Frunce el ceño. — ¿No se lo has dicho a Harriet? ¿Por qué?

Oh… —Ah, lo que pasa es que siento que tal vez no vaya a estar tan feliz.

Ella niega. —Por supuesto que lo hará, es tu mejor amiga. Te apoyará.

No estoy muy seguro de eso. —Pero, ¿No sentirá que le están robando a su mejor amigo?

Ella piensa un momento. —Puede ser, conociendo a mi hija no creo que lo tome tan a la ligera pero ella te quiere mucho y sé que estará feliz por ti.

— ¿Ósea que puede que sí esté celosa?

— ¡Claro! —afirma—. Es como todo, el día que Harriet se case, ¿No estarás un poco celoso? Ya no será lo mismo.

Tiene sentido. Ahora entiendo que Bianca estaba equivocada, Harriet no siente nada de eso por mí, solo está celosa de perder a su mejor amigo. Está molesta que prefiera pasar tiempo con otra chica y no con ella, como siempre ha sucedido.




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