Los Errores Que Cometimos (y como los arreglamos)

28

HARRIET

 

Me regreso con Elthon como siempre luego que él ha terminado todo lo que tenía que hacer. Él empieza a conducir hasta mi casa y me voltea a ver.

—Hoy te veo diferente.

— ¿Diferente cómo? —pregunto.

—Bueno, no sé —sonríe—. Te ves un poco más animada.

No sé si lo estoy pero al menos, ahora tengo un plan. —Así es la vida.

Elthon suelta aire por la nariz. —Harriet, lamento que hayas pasado por eso.

No sé porque, ni qué tenía en mi cabeza pero después de pelearme con Fletcher aquella vez, le envié muchos mensajes a Elthon. Pensé que me ignoraría o simplemente evitaría hablar del tema pero no lo hizo.

Me llamó y cada vez que tenemos tiempo a solas, deja que yo hable por horas.

En ocasiones me siento extraña porque recuerdo que él es Elthon, el hermano de mi ex mejor amigo y quien yo consideraba sumamente aburrido pero, ahora es distinto.

Elthon no es aburrido, ni tonto y mucho menos, mala persona. Es genial, en realidad.

Pero jamás lo admitiría en voz alta.

—Está bien —suspiro—. Supongo que me convertiré en la señora de los gatos.

Suelta una carcajada. —No, no creo —sonríe—. Dudo que eso suceda.

Me encojo de hombros. —Pero me gustan los gatos —recuesto mi cabeza en la ventana—. Además, no quiero sentir nada por nadie, nunca más.

Elthon se detiene frente a una luz roja. —Harriet —voltea a verme—. Puedes tener muchos gatos si eso deseas pero dudo que nunca vuelvas a querer a nadie, yo creo que no deberías castigarte por eso, las primeras veces que te enamoras no salen bien.

Entorno mis ojos. — ¿Qué? ¿Te has enamorado?

Asiente. —Sí, una vez.

Oh, eso no lo sabía.

Jamás lo vi saliendo con nadie. —Espera, ¿Cuándo? ¿Quién? ¿La conozco?

Elthon sonríe de lado y mira al frente. —Es un secreto.

—Ay, Elthon —tomo su brazo y lo sacudo—. Dime, por favor. Tú sabes mis secretos ahora.

Resopla. —No lo haré, vivirás por siempre con la curiosidad —coloca su mano sobre la mía.

Estrecho su brazo. — ¿Fue de la escuela? ¿Es ahora? ¿Por qué no salió bien?

Suelta una exhalación. —Te responderé solo una cosa —vuelve a avanzar—. No salió bien porque ella jamás volteó a verme.

Ah, lo entiendo totalmente.

Pasamos unos segundos en silencio y luego le aviso: —Mañana iré a la fiesta de Halloween, tal vez es por eso.

Me da una mirada rápida. — ¿Iras?

—Si —digo sonriendo—. No voy a dejar de ser feliz solo por él.

—Bueno, supongo —suspira—. Pero… —rasca su barbilla mientras hace una pausa—. Creo que él estará allá, lo escuché hablando por teléfono con…

Deja de hablar.

Ya me imagino con quien estaba hablando.

—No importa —si importa—. Lo evitaré, no importa. Tengo otros amigos en la escuela y tengo muchas ganas de salir a divertirme.

Asiente. —Bien, ¿Iras con Tomas? ¿Alguien más te llevará?

No quiero decirle que Park, Fred y Albert estarán ahí. —Eh… sí, con otros amigos, unos que he hecho recientemente.

—Genial, ten cuidado —me pide—. Y si necesitas algo, llámame.

Le doy un golpe en el brazo. —Tú podrías venir, si quieres.

—Sabes que no es lo mío —sonríe—. Pero si quieres algo, no dudes en llamarme.

Lo volteo a ver y simplemente sonrío. —Gracias Elthon… de verdad lo siento mucho por haber sido una mala persona contigo. Nunca lo mereciste, no sé porque era así.

Se encoje de hombros. —No importa, estoy feliz que ya nos llevemos mejor.

—Aun eres un poco molesto —bromeo.

Él suelta una carcajada. —Tú no eres precisamente un angelito, Harriet. Tú y tu complejo de princesa siguen tan vigentes como siempre.

Ruedo los ojos sonriendo. —No es un complejo, realmente lo soy.

—Sí, sí, lo que digas —niega moviendo su rostro un poco.

Finalmente llagamos a mi casa.

—Um, ¿Quieres pasar? —pregunto, un tanto nerviosa por algún motivo.

Mira en dirección a la casa. — ¿Está alguien más?

No creo, desde que Fletcher dejó de pasar tiempo conmigo ya no hay nadie más ahí a esta hora. Usualmente mis padres llegan del trabajo en unas horas y Tomas probablemente está con Mia.

Y Jana, está en la guardería.

—No —solo yo y mi soledad.

—Está bien —dice, apagando el motor del auto.

Elthon y yo vamos a mi casa y luego de dejar nuestras cosas en uno de los sofás, le pregunto si tiene hambre. No sé, siempre pienso en comida.

—Um, tengo antojo de algo dulce, ¿Qué ofreces? —pregunta, sonriendo.

Me encojo de hombros. —No sé, ¿Helado? ¿Quieres unos waffles? ¿Una barra de chocolate mordida?

Junta las cejas y hace una mueca. —Helado está bien.

Asiento, me giro para ir a la cocina y tomar el helado que queda.

Usualmente Fletcher y yo comíamos helado pero a él le gustaba servirse en un plato pequeño, aunque a mí siempre me ha gustado comer directamente del envase.

Tomo dos cucharas y un par de servilletas de papel, sosteniendo el recipiente con mi brazo presionado.

Elthon me mira y se acerca para ayudarme, lo deja sobre la mesa al mismo tiempo que yo dejo los cubiertos.

—No te importa que no usemos platos, ¿verdad?

Se sienta en el sofá. —No, mejor así.

Me siento a su lado. —Sí, así no lavo nada después.

Elthon lo destapa y toma una cuchara para comenzar a comer. Es de vainilla con trozos de chocolate, es muy bueno.

Tomo yo un poco. — ¿Cuándo le dirás a tu familia que ya no trabajas en el lugar donde ellos creen?

Toma más helado. —Aun no, solo quiero ahorrar y así, decirles para que lidien con su frustración sin mi presencia.

Tomo un poco más. — ¿Entonces si quieres irte?

—Sí —afirma—. No es como si jamás regresaré o que voy a desaparecer pero siento que tengo que hacerlo, quiero tomar mis decisiones.

Algo se siente en m estómago y creo que no es por el helado. —Yo… Um, nunca pensé que diría esto pero, creo que te voy a extrañar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.