Los Errores Que Cometimos (y como los arreglamos)

29

 

FLETCHER

— ¡Vaya! Te ves hermosa —le digo a Bianca.

Luego de rogarle toda la semana ella aceptó ir conmigo a la fiesta de Halloween. No estoy de humor para muchas cosas pero siempre me ha gustado Halloween, es mi celebración favorita y no quería perderme esa noche.

Sé que Harriet no irá, ella solía ir conmigo y con los demás pero ahora que todos estamos divididos no hay motivo para ir. Escuché que Mia irá con Tomas al cine pues esta noche estarán pasando gratuitamente películas de terror de los años setenta y ochenta. Si Mia y  Tomas no van, Harriet no irá.

Extraño a Harriet, no mentiré. Halloween era nuestra celebración a pesar que a ella no le gustaba mucho disfrazarse. Recuerdo que cuando teníamos quince fuimos al cementerio junto con otras personas de la escuela y pasamos la medianoche ahí. Ella no se veía asustada, ella no le teme a nada.

Harriet actúa como si yo no existo, ella habla con todas las personas como siempre pero nunca conmigo. Se sienta con otros chicos y algunas veces pareciera que está coqueteando, pareciera que nada de lo que me dijo fue verdad.

Aun no puedo creer que por años ella me ha querido de esa forma, pensé que solo éramos amigos. Pensé que ella sentía lo mismo que yo.

—Ya te dije que eso no funciona conmigo —me dice Bianca tocándose la trenza de lado.

Sonrío. —Hablo enserio, te ves tan linda. Como un ángel.

Bianca lleva un vestido que le queda por debajo de las rodillas, blanco con destellos plateados y se ve hermosa. Su piel blanca la hace parecer como sacada de una pintura, con esos ojos grandes y su cabello anaranjado. Es hermosa.

—Bueno, gracias… —entorna los ojos—. ¿Qué eres tú?

—Un zombi —señalo mi cara donde Mia me ayudó a dibujarme una cicatriz con maquillaje, antes lo hacia Harriet por mí—. Por eso la ropa rasgada y la sangre.

—Pareces más como alguien que se accidentó —me dice.

Abro mis ojos. —Buena idea, tu podrías ser el ángel que llega por mi alma para llevarla al cielo.

Rueda los ojos. —Que dramático.

Tomo su mano, por suerte su familia está ocupada y ya no desconfían de mí. Sé que Rose, su hermana menor, está en casa de unas amigas y Brandon está atrás con sus padres trabajando.

—Vamos entonces —le pido y ella me sigue.

Subimos al auto, mientras escuchamos canciones de fondo, hablamos de todo un poco. Me gusta estar con Bianca, con ella puedo hablar de lo que sea y me siento tan bien, tan cómodo, tan real.

— ¿Aun no has hablado con Harriet? —pregunta.

Bueno, no puedo hablar de ella de lo que sea. No le he contado lo que pasó el domingo, no le dije sobre las palabras de Harriet y cuando confesó todo lo que sentía por mí. No sé porque pero no creo que sea lo mejor que ella lo sepa.

Sé que Tomas y Mia tampoco saben nada, ellos no mencionan nada y Mia no ha preguntado, sé que ella me hubiera preguntado algo. He dudado de Elthon, él pasa mucho tiempo con Harriet incluso hablan por teléfono como ella y yo solíamos hacerlo. Creo que él si lo sabe por la forma en que me mira.

—No —aclaro mi garganta—. Le estoy dando tiempo, como me dijiste.

Asiente. — ¿Por qué no la invitas a la siguiente audición? Será una forma de involucrarla en tus sueños y sería buena idea que ya se lo dijeras.

Ya lo sabe. —No creo que quiera ir —volteo un segundo—. Además iré contigo.

Suspira. —Pero no quiero que dejes de pasar tiempo con tu amiga por mí.

Si supieras… —No lo hago, solo… por ahora, es mejor así.

Bianca se queda en silencio y dejamos que Michael Jackson nos distraiga con su icónica canción de Thriller. Es casi ilegal no escuchar esta canción por lo menos una vez en esta fecha.

Bianca no es mi novia aun, no nos hemos besado ni nada. Nunca he ido tan lento con una chica, cuando ellas no tomaban la iniciativa o no seguían con mi juego, me movía a la siguiente. Pero con ella todo es diferente.

Veo la casa y a todas las personas con sus disfraces. Desde superhéroes hasta calaveras, las personas se ponen creativas a la hora de vestirse para Halloween.

—Vaya, que grande —habla de la casa y lo es.

Meredith vive en la parte de los adinerados y su familia tiene mucho dinero. Sus padres son médicos, su madre es neurocirujana y su padre es un cirujano plástico, claramente les va bien.

—Habrán muchas personas —busco donde estacionarme—. Por favor quédate cerca de mí y si quieres ir al baño te acompañare —encuentro un lugar vacío, muevo el volante para comenzar a parquear el auto—. Y no aceptes ninguna bebida de nadie, si tienes sed dime a mí.

Ella suelta una risa. —Vaya, gracias por cuidarme.

La miro un poco avergonzado. —Lo siento… es solo que, ya sabes, tu no vienes a fiestas y yo sé que sucede aquí. Solo quiero que tengamos una buena noche.

—Yo también —sonríe.

Me termino de estacionar y bajo corriendo para abrirle la puerta, ella se sonroja un poco y me corazón late muy fuerte. — ¿Puedo tomar tu mano? —le pregunto, en parte para atravesar el lugar y en parte para sentir su tacto.

Asiente extendiendo su pequeña mano hacia mí. —Vamos.

Estrecho su mano y caminamos hacia adentro de la casa. La música se hace cada vez más fuerte según vamos caminando, ella les da mirada a las personas para apreciar sus disfraces.

— ¡Ey, Fletch! —Don se acerca, un chico del equipo de futbol americano—. ¿Qué tal amigo?

No suelto a Bianca. —Hola Don, ¿Qué hay?

Él voltea con Bianca, frunce el ceño y luego sonríe de lado. —Ey, que linda, ¿Quién es?

Controlo mi irritación. —Es Bianca.

Alguien se para detrás de Don, es Serge, otro de ese equipo y le pasa la mirada a Bianca de arriba hacia abajo. Quiero alejarlos de ella y darme la vuelta para alejarla pero Bianca me aprieta la mano, tal vez nota mi cara de molestia.

—Hola Serge —le digo sin ganas.




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