HARRIET
Faltaba solo un día para que comenzaran las vacaciones de invierno y la navidad estaba más cerca que nunca.
Hoy es el día perfecto para hacer lo que tengo que hacer pues Fletcher no vino, está enfermo y alguien estará sola.
Bianca.
Voy hasta la biblioteca a la hora del almuerzo, con mi nuevo corte de cabello balanceándose mientras camino. Si esta fuera una película sonaría alguna banda de chicas punk de los noventa como fondo, avisando que soy la antagonista y estoy a punto de cometer un crimen.
No porque me obsesioné con Fletcher cuando todos estos chicos a mi alrededor me voltean a ver cuándo camino. Claramente soy algo que no se debe dar por sentado, sin embargo, él lo hizo.
Estoy lista para demostrar quien puedo ser.
Entro a la biblioteca sonriendo, con la espalda recta y mis ojos buscando esa cabeza roja que tanto me molesta. Camino entre las estanterías buscando una pobre marginada escondida entre todos estoy libros.
Está al fondo, en una mesa llena de libros con la espalda encorvada y una manzana en su mano. La otra silla frente a ella y siento la sangre calentarse cuando entiendo que esa es la silla donde Fletcher suele sentarse.
Camino hacia ella y no levanta la mirada hasta que estoy parada justo a su lado. Me mira con esos ojos de venado inocente que me dan ganas de gritar, preguntándose qué hago ahí.
Sonrío. —Bianca.
Mira a su alrededor, buscando algún caballero que la salve.
Esta sola, el caballero me besó y hoy va a conocer lo que esta bruja puede hacer.
—Hola Harriet —saluda como si mi nombre ya hubiera sido pronunciado por sus labios varias veces.
Me pregunto si ella ha hablado sobre mí, si le ha preguntado a Fletcher sobre nosotros o si ha tratado de convencerlo que no deberíamos ser amigos de nuevo. Me pregunto si volverá a pronunciar mi nombre después de hoy.
— ¿Siempre vienes aquí? —me dejo caer en la otra silla, en donde Fletcher se sienta para admirarla.
Ella deja su manzana a un lado. —Sí, ¿Por qué preguntas?
Me encojo de hombros. —Para venir a hacerte un poco de compañía, me siento mal por Fletcher que ha tenido que fingir todo este tiempo.
Trata de no demostrar sus emociones pero veo que duda por un segundo. —No sé de qué hablas.
Sonrío. —Bianca, ¿Acaso crees que le gustarías a Fletcher solo porque sí? —Recuesto mis codos sobre la mesa—. No eres necesariamente su tipo.
Ella deja salir un suspiro, está comenzando a fastidiarse y es justamente lo que quiero. —Harriet, no sé porque…
—Porque no quiero que pienses que le importas —sonrío de nuevo—, soy su mejor amiga, yo lo conozco toda mi vida, ¿Entiendes cuánto tiempo es eso? Eres una chica lista, seguro que sí.
Niega. —No tengo que…
Rio. —Bianca, te estoy haciendo un favor. No eres nadie realmente, Fletcher es popular. Solo eres un juego, ¿No puedes verlo?
Me mira a los ojos, su respiración es más rápida. —Harriet, ¿Puedes irte?
Niego. —No Bianca, no me iré —me hago hacia atrás—. Tengo que decirte toda la verdad de Fletcher.
—Yo lo conozco, no necesito que me digas nada —responde, no se ve intimidada completamente.
Sonrío de lado. — ¿Sabes los cumpleaños de sus hermanos? —Le pregunto jugando con las puntas de mi cabello—, ¿Sabes que prefiere la comida fría que caliente? ¿Sabes que odia dormir con los calcetines puestos?
—Yo…
Ruedo los ojos. —Por supuesto que no —inclino mi cabeza—, ¿Sabes cuándo aprendió a conducir? ¿A nadar? Bueno, ¿Si quiera sabes cuál fue su primera mascota?
Ella niega. —No pero…
Sonrío y luego comienzo a reír. —No sabes nada y ustedes se declaran amor eterno, si claro —la señalo—. Solo eres un pasatiempo, no te quiere realmente.
Bianca se inclina también. — ¿Por qué me vienes a decir todo esto?
—Porque soy una buena persona, esto hacen las personas buenas, ¿No? Estoy tratando de cuidar tu tonto corazón, Bianca. Él te lo romperá en pedazos.
Niega con el rostro viéndome fijamente a los ojos. —Él no hará eso —y luego se atrevió a decir: —A mí si me quiere.
Mi boca se abrió un poco, así que la pelirroja tiene agallas.
—Vaya Bianca, al fin muestras lo que eres.
—Sé que te gusta Fletcher. —me dice.
Me encojo de hombros. —Sí, me gusta, ¿Y? —Cierro uno de sus libros—. ¿Te das cuenta que nuestras familias son unidas? Aun si ustedes dura, lo cual no creo, yo estaré ahí —cierro otro libro—, y peor, yo le gusto a él.
—No es cierto.
Entrecierro mis ojos. — ¿Segura? —Dibujo corazones imaginarios sobre la madera con mi dedo índice—. Pues yo creo que sí.
—Bien —se levanta—, me voy, no quiero seguir escuchándote.
Yo también me paro tan rápido que la silla casi se cae. —Pues esto es lo que te espera, Bianca —ella toma sus libros y comienza a apilarlos—. Observa bien como me mira, date cuenta de todo y ahí tendrás tus pruebas.
—Harriet…
Sonrío. —Deja de decir mi nombre, odio como suena con tu voz.
Ella se voltea. —Solo estas celosa y lo entiendo pero…
Bufo. —Bianca, no estoy celosa —la examino de arriba hacia abajo—. No hay nada que envidiar de alguien como tú.
Niega viendo hacia abajo. —Me alegra que ya no sean amigos.
Camino hasta quedar frente a ella. — ¿Qué dijiste?
—Que me alegra que ya no sean amigos, eres tan… mala —suelta.
Me cubro la boca mientras río un poco. —Pues tal vez no seamos amigos porque ahora somos algo más que eso.
Rueda los ojos. —Deja de mentir.
Acerco mi mano para acomodar un mechón de su cabello, ella retira la cara para que no la toque. —No estoy mintiendo —me acerco a su oreja y susurro: —él me besó.
Me aparta lejos de ella. —Harriet basta.
Señalo mis labios mientras sonrío. —Estos labios, Fletcher Moore los besó el mismo día que te llevó a su casa como su estúpida novia oficial.