HARRIET
Hoy regreso al albergue porque tengo que hablar con alguien.
—Hola Fred —es quien abre la puerta.
Me mira serio pero me deja pasar. —Hola Harriet.
—Oye… —soy mala para esto—. ¿Albert está aquí?
Asiente. —Está en la fuente —me dice.
Bajo la mirada. —Fred… perdón por la última vez que nos vimos, yo actué de una forma muy tonta y… lo siento.
Él mueve su cabeza. —Está bien Harriet, has estado bajo estrés últimamente.
Lamo mis labios. —Pero aun así, no debí comportarme de esa forma. Perdón.
Extiende su mano hacia mí. —Todo bien —la estrecho y nos soltamos.
—Entonces… —señalo hacia atrás—. ¿Está ahí verdad?
Sonríe. —Sí, allá está Albert —comienzo a caminar cuando escucho que Fred afirma—: te ha extrañado.
Paso por el pasillo y puedo verlo sentado con su vista en el agua, pensado en algo y el bastón recostado a un lado. Su cabello ha crecido y lo lleva hacia atrás.
—Hola —digo nerviosa.
Levanta la mirada y entorna los ojos, como si fuera raro verme aquí. — ¿Harriet?
Sonrío de lado. —Hola Albert —mi sonrisa desaparece cuando él no sonríe.
— ¿Qué haces aquí? —pregunta regresando su mirada al agua.
—Quería hablar contigo —camino y me siento frente a él aunque no me está viendo—. Primero diré que lo siento.
Ahora sí me mira por menos de un segundo. —No tienes nada de que disculparte.
—Tenías razón —le digo—. Yo pensé que al “vengarme” me sentiría mucho mejor pero terminé arruinando todo y ahora me siento tan rara.
Ahora si levanta la mirada hacia mí. —Elthon me contó algo… no todo pero, puedo asumir lo que ocurrió.
Asiento. —Todos nos gritamos y arruiné la relación de Fletcher con Bianca —le digo—. No sé, al final él la escogió a pesar del beso y todo. Supongo que sus sentimientos por ella eran reales.
— ¿Te disculpaste? —me pregunta
— ¿Con quién? —Los rayos de sol iluminan la mitad del lugar—. No he podido hablar con nadie, mejor dicho, no he querido. Sé que lo arruiné en grande y que todos están molestos.
— ¿Hablaste con ella? —me pregunta, no tengo que preguntarle a quien se refiere.
—Le dije cosas, fui muy mala con ella y ahora que lo pienso, no fue su culpa —un mosquito pasa cerca de mi cara y lo hago a un lado con mi mano—. Ella solo se enamoró de Fletcher y ya, no puedo enojarme con alguien solo porque le gustó él. Seria hipócrita de mi parte.
— ¿No has hablado con Elthon tampoco, verdad?
Niego. —No, aun no… no sé qué decir, yo solo… sé que tengo que pedir perdón pero pienso que eso no es suficiente.
Albert suspira y mira hacia el cielo. —Harriet, no soy el mejor amigo si te digo esto pero creo que vale la pena, antes que sea tarde —aclara su garganta—. Elthon no está tan molesto como tú crees, en realidad, Elthon no puede enojarse contigo jamás.
Junto mis cejas. — ¿A qué te refieres?
Bufa. —Que desde que él y yo nos hicimos más cercanos no deja de hablarme de ti —confiesa y mi corazón se detiene un segundo—. Primero te mencionaba como para quejarse por ser molesta pero, eventualmente descubrí todo lo que hay en su corazón por ti.
Abro los ojos. — ¿Qué?
Niega, con una mueca en el rostro. —No seré yo quien te lo diga, solo creo que si existe una posibilidad que tú sientas algo por él, ve y habla con Elthon. Ahora, si no lo quieres de esa manea, está bien.
Mis sentimientos por Fletcher fueron como la luna. Al comienzo era todo como una luna llena y brillante, enorme y que es incapaz de no voltearla a ver. Pero, con cada acción y cada error, la luna iba menguando y al final, nada.
Pero, llegó alguien, alguien que me recuerdo a los amaneceres. Alguien que lentamente fue iluminando la oscuridad, pintando mi entorno con colores que no puedo dejar de ver.
Elthon, es mi amanecer.
Pero ahora, ¿Qué piensa de mí?
—Honestamente —digo—, creo que sí, creo que yo quisiera acercarme a Elthon pero tengo miedo, ¿Y si me rechaza ahora él?
Acomoda su bastón. — ¿Y si no?
Sonrío, Albert es tan sabio, realmente lo extrañaba.
— ¿Por qué viniste conmigo? —él me mira.
Me encojo de hombros. —Porque merecías una disculpa, tú estabas siendo razonable y yo fui inmadura. Ahora comprendo muchas cosas pero me hubiera gustado saberlas antes de arruinar todo.
—Así son las lecciones de la vida —afirma—. Tienes que arruinar las cosas para aprenderlas, si es que lo aprendes.
—Pero hice mucho daño —digo.
Asiente. —Ahora tienes que buscar cómo solucionarlo, tanto como puedas.
Me quedo en silencio mientras escucho el agua de la fuente. —Soy un asco —digo recordando los últimos meses.
Albert mueve su cabeza. —No lo eres, Harriet. Desde la última vez que te vi puedo notar que has madurado mucho, no cualquiera hace eso.
Veo sus piernas, constantemente pienso en como él si tiene problemas reales y no va por la vida arruinándoselas a otros como yo. —Ojala fuera cierto pero sé que soy la misma inmadura de siempre.
—Habla con ella —me pide.
Frunzo el ceño. — ¿Con quién? ¿Bianca?
Asiente. —Dile cómo te sientes.
Sacudo la cabeza rápidamente. —Ni loca, solo se burlará.
—Puede ser pero, creo que merece una disculpa de tu parte, ¿No?
Sí, lo merece. —Tienes razón —lo veo y ruedo los ojos—, como siempre.
Albert finalmente sonríe. —Lo sé.
Volteo y él sigue sonriéndome, ya no está molesto y eso me hace feliz. Albert no era más que un desconocido y ahora es alguien en quien confío y alguien que me escucha.
Pienso en lo que me dijo sobre Elthon, recuerdo las veces que he estado a su lado sin nadie más a nuestro alrededor. Recuerdo cuando se quedó conmigo luego de ver a Fletcher con Bianca, de esa noche cuando se fue la luz y de la vez que me acompañó a comprar el vestido para cenar después.