Los Errores Que Cometimos (y como los arreglamos)

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HARRIET

Sé que hoy Elthon está en su casa y sé que hoy, Fletcher no está porque mamá me dijo que iría a comer con los Moore, excepto con Elthon porque le duele la cabeza.

Entonces, con suerte, querrá hablar conmigo.

Digo, tengo que hacerlo. Es lo mejor que puedo hacer ahora, no importa si me rechaza o si me aleja de él, solo quiero intentarlo porque creo que es lo correcto y porque mi alocado corazón necesita saber más de lo poco que me dijo Albert.

Pensé en llamarlo primero pero seguramente no contestaría o me diría alguna excusa para no hablar conmigo así que simplemente llamé a la puerta.

El cielo está gris de nuevo, seguramente va a llover. Espero que no tan pronto, vine caminando hasta aquí y pase lo que pase, tengo que regresar antes que la lluvia caiga.

Toco a la puerta de nuevo, ¿y si está durmiendo?

Golpeo a puna de mi zapato sobre el suelo, un tanto desesperada. He pasado la noche anterior dándole miles de vueltas a toda esta situación y siempre, cada pensamiento termina en Elthon.

El viento sopla un poco más y mi cabello se mueve frente a mi rostro, pero Elthon aún no abre la puerta.

¿Y si salió?

¿Dónde está?

Muerdo mi labio y considero algo, quizás pueda ser visto como ilegal pero, ¡Son los Moore! No creo que les importe realmente si me muevo a la maceta de al lado, busco detrás de ella hasta que encuentro una llave y lentamente la deslizo en la cerradura.

No es tan malo, después de todo, se supone que somos como “familia”

Eh, mejor no pensar en eso. A este punto de mi vida he besado a Fletcher y tengo a Elthon invadiendo mis pensamientos desde hace un tiempo, no los veo como familia realmente.

Abro la puerta y las luces están apagadas pero por las ventanas, aun entra un poco de iluminación.

Escucho atentamente esperando a distinguir si alguien se está moviendo dentro de la casa pero no hay nada, solo silencio. Tal vez Elthon sí está durmiendo y solo vine a fastidiar.

Suspiro, eso no me va a detener.

Termino de entrar y cierro la puerta, veo a mí alrededor intentando planear algo pronto.

— ¿Elthon? —pregunto finalmente, solo porque el día se está oscureciendo más y me está dando miedo estar aquí sola.

Nadie responde, tal vez está arriba escuchando música y no oye nada.

Voy a las escaleras y subo con pasos lentos, la madera cruje debajo de mí. Sé que eso es normal, pero ahora mismo, tengo miedo. Todo está tan silencioso que cualquier ruido me altera.

— ¿Elthon? ¿Estás aquí? —pregunto, llegando a la parte de arriba, donde todo está mucho más oscuro—. ¿Elthon? Por favor, háblame.

Una puerta se mueve por el aire y yo pego un salto. Las luces pagadas, las cortinas meciéndose y el viento soplando contra los vidrios me tienen muy alterada. Siento que en cualquier momento, algo puede aparecerse.

Sé que he dicho que nada me asusta y que no creo en los fantasmas pero, eso es mentira. Todo me da miedo, solo que soy buena ocultándolo.

—Elthon —llamo de nuevo, con una voz más temblorosa—. Voy a ir a tu habitación, ¿bien? Espero que no te enojes.

Camino rápido al fondo y abro la puerta sin preguntar nada, la cama está vacía y las luces también están apagadas. Santo Cielo, necesito que alguien venga a hacerme compañía.

Muevo mi mano al interruptor y enciendo la luz, solo para sentirme menos nerviosa. Cuando la luz se prende, noto que sobre el escritorio de Elthon, hay un cuaderno pequeño abierto por la mitad.

Camino hacia él y sin tocar nada, veo que entre las páginas sobresale una esquina de algo que podría ser una fotografía. Me giro hacia la puerta, para asegurarme que nadie me está viendo, ni siquiera los fantasmas que me juzgaran por husmear entre sus cosas.

Toco la esquina y muevo las páginas, parece que la colocó como si fuera un separador. Cuando llego a la parte que señaló, veo que sí es una fotografía.

Una mía, donde estoy con él y con Fletcher, excepto que Fletcher fue recortado.

Sé que Fletcher también aparecía ahí porque yo publiqué esa imagen, cuando fue mi cumpleaños el año pasado.

Elthon y yo compartimos la misma fecha de cumpleaños pero ese día, solo me lo celebraron a mí. Él no es particularmente aficionado de celebrarse, entonces solo dejo que fuera mi fiesta en la casa de la playa de los Moore pero, a pesar de todo, yo quería desearle un feliz cumpleaños así que tomé a Fletcher por la derecha y nos acercamos a Elthon, tome la fotografía con mi teléfono y le dejé ir.

Unas horas más tarde, publiqué la imagen deseándole feliz cumpleaños y eso es todo.

Pero al parecer, él guardó la foto, porque es de las pocas que son recientes y que aparecemos al lado del otro.

Yo siempre aparecía al lado de Fletcher en las fotografías de navidad y cualquier otra fiesta.

Veo la foto, yo sonriendo y Elthon serio. A decir verdad, nos vemos bien juntos. Creía que con Fletcher me miraba bien pero no, con Elthon me veo mejor. Como esas combinaciones que extrañamente funcionan.

Dejo la fotografía a un lado y veo la página que estaba siendo separada con ella.

Es una especie de poema, supongo. Hay un título:

“La chica que nunca quise”

Frunzo el ceño y comienzo a leer.

Ella se aseguraba de tomar mis juguetes sin pedirme permiso, porque sabía de antemano que ya lo tenía.

Ella podía tomar mi mano cuando quisiera, porque ya la estaba esperando.

Ella me llenaba de alegría, incluso en los días cuando fingía estar irritado por sus bromas y su sarcasmo.

Ella fue la chica que nunca me quiso, porque sus ojos siempre volteaba a ver a otro lado, el contrario al mío.

Ella es la chica que soñaba con invitarla a bailar, tal vez romantizaba los bailes escolares, pero quería vivir lo que el cine me prometía.




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