Los Errores Que Cometimos (y como los arreglamos)

46

HARRIET

Unas horas antes.

—Hoy es la audición de Fletcher —Mia dice mientras le aliso el cabello.

Asiento. —Lo sé, espero que le vaya bien.

Tomas se sienta en la cama. — ¿Por qué no nos invitó o algo? No debería estar solo en un momento tan importante.

Y ahí se me ocurrió. —Quizás podemos hacer algo.

Mia me mira a través del espejo. — ¿Qué cosa?

—Bueno, tengo un plan pero necesitaremos a mi novio —afirmo.

Tomas se queja. —Odio que salgas con Elthon, lo presumes todo el tiempo.

Mia sonríe, divertida. —A mí me divierte además, creo que se ven bien.

—Gracias Mia —le guiño un ojo—. Por eso eres mi favorita de todos aquí.

Tomas se levanta. —Iré por Elthon.

Elthon y yo nos hemos vuelto más cercanos que nunca pero eso no significa que ya no me importe Fletcher.

Bien, ya no me interesa él como algo romántico y ahora menos pues Elthon me ha demostrado ser mucho mejor de lo que alguna vez soñé. Me trata tan bien y es divertido estar a su lado cada vez que podamos. Cada día que pasa, me enamoro más de él.

Tomas va por Elthon y regresan juntos.

Les hablo de mi plan y básicamente esto pasó:

Tomas, Mia y yo si fuimos al baile pero solo por un rato mientras Elthon seguía a Fletcher hasta el lugar de sus audiciones. Les dijimos a nuestras madres sobre el plan y ellas fueron a comprar tantas decoraciones como fuera posible, claramente solo encontraron de cumpleaños.

También compraron pastel y pizza, decoraron todo con la ayuda de Jana (si es que una niña de cinco años puede hacer más que dibujar corazones en los globos)

Elthon nos llamó cuando algunos chicos empezaron a irse, eso significaba que ya estaban terminando. Nos regresamos en el auto hasta la casa y en el camino, se me ocurrió eso de asustarlo y usar a Jana como pretexto para ir a mi casa antes que al baile.

Elthon se bajó y le preguntó a alguno de los chicos si sabían quién había ganado y no fue hasta el quinto chico que le respondió que fue un tal “Fletcher Moore”

— ¡Lo hizo! —Gritó de la emoción por el teléfono—. Ahora voy para allá.

Nosotros celebramos con emoción, recordándonos el plan y lo que debíamos decirle.

Stella casi llora de la emoción cuando les confirmamos que había ganado, nos subimos de nuevo al auto de Elthon y esperamos a que él llegara para que Tomas nos dejara ahí sin que escuchara un auto llegar. Entramos por la parte de la cochera y el resto es historia.

Fletcher sigue desconcertado. — ¿Esto fue tu idea? —me pregunta.

Asiento. —Digamos, no hubiera podido suceder sin la ayuda de todos.

Él sonríe. —Harriet pero, ¿Estaban organizando una fiesta sin saber que iba a ganar o perder?

Elthon camina a su lado y toca su hombro. —Teníamos fe en ti, Fletcher.

Stella deja el pastel en la mesa y corre a abrazarlo. —Mi bebé, eres tan talentoso, te amo tanto —besa las mejillas de Fletcher—. Estoy tan orgullosa.

Fletcher se ríe. —Bien, mamá, gracias.

Mia lo abraza también. —Felicidades hermano, estoy feliz por ti.

—Gracias Mia —toma del cuello a Elthon—. Gracias a los dos, los quiero.

—Que cursis son los Moore —dice Tomas acercándose.

Fletcher suelta a sus hermanos y toma al mío por la cintura, lo abraza contra su cuerpo y le da una vuelta. —También te quiero a ti, Tomas —se ríe—. Eres como otro hermano, ¿Lo sabes no?

Tomas rueda los ojos. —Suéltame, Fletcher —mi hermano dice—. Y supongo que yo siento lo mismo por ti, eres un tonto pero lamentablemente te quiero un poco.

Fletcher lo vuelve a abrazar y besa su cabeza.

Mamá se acerca y le da un abrazo. —Felicidades, Fletchie. Estamos todos muy orgullosos de ti.

—Felicidades Fletcher, lo mereces —Elthon afirma—. Creo que esto hace que muchas cosas valgan la pena, ¿no?

Yo estiro mi mano para tomar la de Elthon. —Que haya sido un tonto…

Fletcher asiente. —Gracias —me mira—, y gracias por cuidar de Harriet cuando yo no estoy a su lado.

Elthon ríe. —A veces siento que ella cuida de mí.

Lo miro entrecerrando los ojos. —Perdóname por preocuparme de ti, si lo dices por la vez que me dijiste que te dolía el estómago y yo te preparé un té, no creo que sea para tanto.

Elthon sonríe, acercándome a su cuerpo mientras que Fletcher saca la lengua. —Vaya, que cursi puedes llegar a ser Harriet, que bueno que no eres mi novia.

Todos se quedan en silencio por varios segundos hasta que yo comienzo a reír y él también.

—Gracias al cielo que abrí los ojos y no terminé contigo —me toco el estómago—. De solo pensarlo se me quitan las ganas de probar ese pastel.

Fletcher empuja mi frente suavemente. —Siempre tan dulce, ¿no?

—Siempre —le digo sonriendo.

—Bien, ¿Qué les parece si comenzamos a comer mientras Fletcher nos cuenta todo sobre la audición? —dice mamá sonriendo.

Nos movemos a la mesa y empezamos a repartir la pizza y el pastel.

Elthon toma mi mano por debajo de la mesa y yo volteo para sonreírle. —Perdón por que ya no vamos a poder bailar juntos esta noche.

Niega, acariciando mis dedos con su pulgar. —Créeme, estoy feliz de haber hecho esto —se inclina para susurrar—. Además, en nuestra boda bailaremos lento.

Intento ocultar mi sonrisa. —Ahora si te quieres casar conmigo.

Se separa y me guiña un ojo. —Desde que tengo diez años quiero casarme contigo.

Tomas lanza una servilleta de papel en nuestra dirección. —Basta de mirarse de esa forma mientras comemos, me dará nauseas.

— ¡Ay, Tomas! —mamá lo regaña.

Fletcher ríe. —Lo sé, son unos cursis, que horror.

Ruedo los ojos. —Cállate Fletcher o contaré sobre esa vez que se te rompieron los pantalones y tuviste que usar un libro para que nadie viera tu ropa interior de superhéroes.

Abre la boca ofendido. —Tenía ocho años, por supuesto que iba a usar esa ropa interior.




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