Los Escritos De Blake

3 Avecinando una gran aventura

 

 

         Habían pasado algunas semanas y Pol no lograba conciliar un sueño profundo. Se pasaba las noches cavilando, recostado en su cama con los pies apoyados sobre la pared. Armaba en su cabeza diferentes teorías, y el último recuerdo con sus padres se convirtió en su pensamiento favorito. Fueron alrededor de diez años de distanciamiento. Pol se negaba a creer en la idea de la muerte, y cada aniversario de la partida, o conmemoración en nombre de sus padres, se le tornaba un asunto completamente ajeno. Cada año el vacío de respuestas se intensificaba.

Al joven le llovían en su memoria montones de recuerdos gratificantes: las noches de campamento en el bosque o toda su familia compartiendo festines a la luz de las estrellas y las fogatas. Pol también recordó momentos de su primera infancia, cuando se pasaba a la habitación de sus padres a mitad de la noche por culpa de alguna pesadilla que le hacía perder el sueño. Su padre le relataba increíbles historias hasta que él se volvía a dormir, y luego, al despertar, se encontraba en su cama como si hubiese volado hasta allí dulcemente y por arte de magia.

Los Alfarin recorrían el gran bosque con bastante frecuencia, y merodeaban por las calles de Esgolia llevando las ovejas a pastorear hacia los matorrales cercanos; otras veces, su abuelo y su padre, elaboraban preciosos barriletes brillantes y coloridos que hacían elevar alto por el cielo. Lo cierto es que aunque Pol no hablaba de ellos y parecía un muchacho superado, en realidad, sufría mucho aquella ausencia.

         La conversación de hacía tiempo atrás en la casa de Blake había renovado por completo sus esperanzas. Pol no sabía cómo ni donde comenzar a buscar, pero estaba decidido a encontrarlos. Toda su vida había sentido que no había hecho lo suficiente, por ser tan pequeño quizás, y porque en su casa no se podía hablar del tema sin que su abuela termine angustiada. Esta vez nada podía detenerlo: ni la neblina, ni su abuela, o los Dragones y su terrible fuego.

         La idea resultaba tenebrosa, pero más tenebroso era imaginar vivir por el resto de su vida con en ese vacío que le oprimía el pecho. Sólo tenía que idear un buen plan. Como primer punto debía investigar lo suficiente, mentalizarse y leer todo lo posible sobre el tema. Y nada resultó tan oportuno como aquel hallazgo que descubrió en la parte superior del armario de su abuela. Se trataba de un baúl de madera polvoriento y añejo. Al abrirlo, Pol descubrió varios objetos que pertenecían de sus padres, de los cuales su abuela nunca le había comentado: una camisa marrón de gala, algunas artesanías de su madre, varios pergaminos amarillentos, y otros pocos artículos que no pudo identificar. Pol se asomó por la puerta para comprobar que su abuela todavía se encontraba fuera de casa y regresó a toda prisa para terminar de examinar su descubrimiento. Al fondo de la caja el joven encontró un objeto peculiar que lo hizo temblar de la emoción: era un libro de apariencia bastante extraña; de esos que no se exponen felizmente en las bibliotecas, ya que abordan temas controversiales, que la gente prefiere evitar. El título estaba escrito en caligrafía cursiva y rezaba: «Principios básicos sobre Dragones».

         Finalmente, Pol había conseguido encontrar una evidencia fuerte; una pertenencia digna de alguien que se atreve a desafiar los límites del mundo y de la imaginación. Por primera vez en todo aquel tiempo, Pol sintió a sus padres cerca. Aquel era el empujón que había estado esperando, y si bien sólo tenía una pequeña pista, al menos ya no se sentía varado. El joven apartó el libro, acomodó nuevamente el resto de las pertenencias en la caja, y luego la guardó nuevamente en aquel sitio oscuro del armario donde el polvo era la única evidencia del paso de los años.

Ya en su cuarto, el joven observó el libro con detenimiento, y al abrirlo, una carta cayó de su interior. Al leer la fecha de la misma, Pol se estremeció, y juntando coraje desplegó la solapa del sobre. Con el pergamino desdoblado entre sus manos, el joven repasó palabra por palabra mientras sentía sudar todo su cuerpo. Fue un comienzo difícil, y le llevó algunas horas reponerse de aquel hallazgo, pero muchas voces interiores le decían que no era momento de darse por vencido.

Pol dejó el libro para la noche. Aquella resultó una lectura ligera, dirigida según parecía, a un público joven interesado más que nada en recibir un pantallazo rápido y concreto. Si bien todo aquel conocimiento fue nuevo para Pol, el joven sabía que para proceder necesitaría encontrar información más explícita. Por suerte rápidamente supo a quienes acudir: el padre de Blake era un verdadero aficionado de los Dragones, y la señora Silverymoon tenía que tener algo en su amplia biblioteca que pudiera servir. Mery parecía ser una mujer sabia y de confianza, y Camil era un conocido de toda la vida, como un padre; sin embargo, aunque ambas personas formaban parte de su círculo cercano, debía ser prudente. Pol no quería levantar sospechas entre sus amigos, a quienes decidió mantener al margen debido a que consideraban que su idea era una locura. Y luego de leer la carta, no necesitaba más decepciones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.