Los Escritos De Blake

12 Lazos inquebrantables

 

 

         Pol continuaba realizando visitas a su familia de manera periódica. El joven les había comentado a sus padres sobre toda la odisea que estaba viviendo junto a sus amigos, y ellos lo escuchaban sorprendidos. Un muchacho de la edad de su hijo había tomado el trono y el propio Remus había partido a Esgolia. Todo parecía una locura.

         Desde de que los padres de Pol habían llegado a Heluxur, el Rey mantenía comunicación continua con ellos para informarse de posibles problemas que puedan haber surgido en la adaptación, y también para verificar que ambos estén viviendo a gusto. Los Alfarin habían cruzado la neblina en mal estado —con la intervención de un Silver— y tardaron algunas horas en recobrar el conocimiento. Cuando lo hicieron, se encontraron en un castillo con vista a jardines completamente nevados.

         La primera reacción de ambos fue desconcierto y miedo. Brent y su mujer tardaron bastante tiempo en asimilar esa realidad tan distinta; pero lo que más los afectó sin dudas, fue el hecho de tener que vivir con la aberrante idea de que no volverían a ver a su pequeño hijo ni a su familia. Los Humanos se sentían abatidos y enfadados al mismo tiempo con el Rey. En ese momento, Remus hacía pocos años que había asumido el trono, y su padre Marcos, quien vivía en aquel entonces, le repetía todo el tiempo que no debía mezclar asuntos personales con los temas de seguridad del reino.

         A Remus no le quedó otro remedio que acompañar a esos padres y brindarles toda la contención que creyó necesaria. A pesar que él sabía en su interior, que ningún hechizo en el mundo sería capaz de curar esos corazones destrozados. Con los meses ambos sujetos asimilaron mejor las cosas y decidieron que continuarían con su vida. Ellos estaban convencidos de que el mal sueño en algún momento acabaría, y mientras tanto, trabajarían duro para construir un nuevo hogar donde recibir a su hijo en el futuro. Y eso fue lo que hicieron.

         Remus les ofreció una torre y les proporcionó cuotas de dinero. Brent y su mujer evaluaron las diferentes propuestas de oportunidades y capacitaciones en empleos, y se anotaron juntos en uno sobre trabajos con madera. Los Alfarin ahorraron suficiente dinero y luego de algunos meses adquirieron sus primeras herramientas. Primeramente realizaban trabajos a pedido y luego de algunos años se mudaron a una torre espaciosa donde inauguraron su tienda.

         En cuestión de poco tiempo ellos dejaron de depender de las gentilezas de Remus y lograron estabilizarse del todo en aquella ciudad. La mueblería se convirtió en una de las más prestigiadas de la zona gracias a la excelente calidad de sus materiales y las terminaciones finas en sus muebles. Los Alfarin continuaron realizando cursos de tallado en madera y de pintura para mejorar sus habilidades y mantener ese lugar que habían ganado gracias a su sacrificio y constancia.

 

✭✭✭

 

         La primera semana ya había quedado atrás y había sido la más controversial y compleja en el castillo. Las adaptaciones resultaron tediosas para los chicos y los nuevos horarios recargados de responsabilidades pusieron a prueba la amistad del grupo en diversas ocasiones.

Durante el inicio de la semana siguiente, Pol invitó a sus padres a cenar al castillo. Los Alfarin visitaban el recinto del Rey de forma esporádica, y a esas alturas ya se habían olvidado del frío característico o de la lejanía en la que se encontraba la Montaña Morgan.

 

—Me pareció buena idea que mi familia nos acompañe a cenar… confieso que hace mucho tiempo tenía la intención de presentarlos, pero nunca encontraba el momento adecuado —dijo Pol, mientras se acercaba hacia sus amigos acompañado por los invitados.

— ¡Y fue una excelente idea! ¡Sean todos bienvenidos! —saludó Blake, animado por aquella situación, y feliz de celebrar junto a su amigo la alegría de aquel encuentro. Blake no recordaba la apariencia de los padres de su amigo. En su mente sólo visualizaba siluetas borrosas corriendo junto a un Pol pequeño por el jardín de la casa de enfrente. Era el único recuerdo que tenía de la familia Alfarin. Aquella visita fue como conocerlos por primera vez.

— ¡Muchas gracias! Tú debes ser Blake… vaya, eres igual a tu padre. Es un placer volver a verte —saludó Brent con educación y se inclinó ante el Rey.

—Para mí también es un placer verte, echamos de menos a tus padres —dijo Shirley, mirando al joven con dulzura.

—Nada de cordialidades, ni de reverencias, por favor. El placer es todo mío. Era un niño cuando sucedió aquello tan terrible y confieso que casi no recordaba sus aspectos —contestó Blake con espontaneidad y luego presentó a sus amigas—: Ellas son Cinthia y Carol Silverymoon, nuestras compañeras en ésta aventura —todos se saludaron, Carol estaba ruborizada por completo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.