Los espectros de la gruta

1- El hombre de negro

La ciudad de Barcelona no siempre fue esa urbe comercial que es hoy. Recuerdo en mi adolescencia, cuando apenas había dos cines y teníamos que cruzar un puente para llegar al otro lado de la ciudad.

Con mi grupo de amigos,Andres,Gabriel y Martin, los chicos revoltosos y alegres de la cuadra. Todos los domingos íbamos a la función vespertina. Pero un día todo cambió.

Aquella noche, el cine estaba abarrotado y decidimos entrar a la función de las ocho de la noche. Al salir, mientras caminábamos por la solitaria calle Bolívar, divisamos a lo lejos a un misterioso caballero vestido de negro,llevaba capa y sombrero, una vestimenta sumamente inusual. Por cortesía, lo saludamos y él simplemente asintió con la cabeza.

Seguimos adelante y al doblar en dirección a nuestros hogares, llegamos a la Plaza San Felipe, donde se alza una antigua gruta construida por los españoles en tiempos coloniales. Fue entonces que avistamos al mismo hombre de negro acercándose hacia nosotros. La extrañeza nos invadió,

¿cómo era posible que nos alcanzara tan rápido? De repente, unos perros callejeros comenzaron a aullar de forma desgarradora, erizando los vellos de nuestra piel.

-¡Corramos, rápido!. gritó Martín, uno de mis amigos, visiblemente alterado. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda mientras veía cómo aquel enigmático hombre se desviaba hacia la gruta, siendo seguido de cerca por los feroces canes.

Sin pensarlo dos veces, emprendimos una carrera desenfrenada hacia nuestras casas, con la certeza de que algo siniestro nos acechaba en la oscuridad de la noche.

Prometimos no contar nada a nuestros padres para que no nos negaran el permiso de salir.

-A mí ningún espanto me va a impedir que salga -Dije algo alebrestado.

-Eduardo,tú eras el que más corría-.Se burló Gabriel.

-¿Acaso pretendes volver a ese lugar?

-Mañana volveremos a la misma hora,haremos el mismo recorrido,no me cuadra mucho eso del espanto tal vez fue un bromista que nos quizo ver la cara.

Mis amigos estaban asustados pero no lo querían admitir,así que me apoyaron fue así como volvimos a realizar el mismo recorrido a la misma hora.

En el mismo punto vimos al hombre de capa y sombrero negro esta vez no lo saludamos y pasó en sentido contrario al llegar al punto de la gruta allí estaba él fulano espanto.

-Allá viene,no sé porque te hicimos caso-.Se quejó Martin.

Andres sacó un frasquito de su bolsillo.

-¿Qué es eso?-. le preguntó Gabriel.

-Agua bendecida por el cura,le robé un poco a mi abuela.

Ya teníamos al espectro enfrente de nosotros y supe en ese momento que no era humano porque su mirada estaba vacía,los pelos de la nuca se me erizaron, saqué valor y le dije a los chicos ---aquí nadie corre.




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