Los experimentos maltidos

Una Carta Perdida

La teoría de la cuarta dimensión siempre fue considerada una fantasía, una ilusión para alimentar el conocimiento de humanos y seres de otras razas, en su búsqueda por comprender la creación misma.

Había perdido la fe en encontrar pruebas de la existencia de la cuarta dimensión. Mis compañeros se retiraron uno a uno del proyecto, y yo me encontraba sin saber qué hacer. Sin embargo, todo cambió cuando descubrí algo curioso en un lugar donde antes reinaban las estrellas: las ruinas de los antiguos astros contaban historias sobre seres atrapados en un plano diferente al nuestro. Se decía que ellos fueron los primeros en esta creación, los pioneros que desafiaron las leyes divinas. Dios, según la leyenda, los atrapó en ese lugar que nosotros llamamos la cuarta dimensión.

Inspirado por esta historia, concebí una idea audaz: ¿y si invocaba o liberaba a uno de esos seres? Demostraría que la cuarta dimensión existía y me convertiría en un científico reconocido en la historia del universo. Sin embargo, nunca imaginé las consecuencias que enfrentaría.

Realicé el ritual, logrando lo que nadie había conseguido antes: mostrar que la cuarta dimensión era real. Pero cuando invoqué al ser, el miedo invadió mi cuerpo. Su presencia era opresiva y contaminante. Al mirar a sus ojos, vi mis propias pesadillas reflejadas. Sus afilados colmillos podrían arrancar la carne de un solo bocado, y sus garras eran capaces de desmembrar miembros.

A pesar del miedo, mi orgullo prevaleció. El ser me sonrió y, tras un breve intercambio, me prometió éxito y triunfo a cambio de quedarse en nuestra dimensión. Fue el error más grande que cometí, pues acepté sin comprender el horror que enfrentaría y la carga que llevaría.

Escribo esta carta desde un universo alterado. Todo está infectado y distorsionado. Las criaturas ya no son normales; buscan carne y se expanden sin piedad. Soy el único sobreviviente. Vi a mi familia morir frente a mí. Mi hermana pequeña se volvió una de esas abominaciones y devoró a nuestros seres queridos. Vivo una pesadilla sin fin.

Ya no me queda tiempo. Ella está detrás de mí, llamándome. Pido perdón a mi familia y a todos los universos que he condenado. Si alguien encuentra esta carta, recuerda: ¡nunca hagas un trato con él!

Firma: X
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