Roma Antigua, Año 85 d.C.
El olor a especias, sudor y mármol caliente inundaba el mercado. El Imperio Romano, bajo el gobierno de Domiciano, estaba en su apogeo.
En medio del bullicio, Seraphina se movía como una sombra, vestida con ropas de viajera rica. Ella había escapado del colapso de Arcadia gracias a un módulo de escape de emergencia y había logrado rastrear la primera micro-fractura temporal.
Atlas ya no estaba. Su sacrificio había sido una derrota costosa para Seraphina. Ella ahora dependía de un nuevo y brutal equipo de mercenarios especializados en el combate histórico.
—¿Están seguros de que el Protocolo está aquí, Comandante? —preguntó Draco, su nuevo lugarteniente, un ex-legionario brutal.
—Sí, Draco. El Protocolo de Cronos, en su salto temporal, buscó la primera civilización organizada que contenía vestigios de un saber atlante residual. Es un ancla. —Seraphina señaló el Panteón a lo lejos—. El Protocolo está buscando refugio en la Urbe..
El Rastreador Fantasmal.
Seraphina activó un nuevo dispositivo: un pequeño proyector holográfico que mostraba una imagen fantasmal y pulsante del Protocolo de Cronos.
—El Protocolo no está completo. Es solo un cascarón. Para estabilizarlo y usarlo, necesito que absorba la energía histórica del lugar donde aterrizó.
La proyección del Protocolo se detuvo sobre una pequeña tienda de orfebrería junto al Tiber.
—El Protocolo se incrustó en un objeto de oro forjado. Lo vamos a recuperar y lo vamos a usar para atraer el verdadero premio: Kira Rourke y el Profesor Aelarion.
Seraphina sonrió con la misma crueldad que antes. Ella había anticipado que Kira la seguiría, y esta vez, el juego sería diferente.
El Salto Inestable.
En la Base 2 de La Vigilancia (varios miles de años en el futuro), la Bóveda Geotérmica (modificada por Nido y Ariadne) se preparaba para el primer salto.
Kira estaba en el centro de la Bóveda con un Vance aturdido y amnésico.
—Kira, ¿quién eres tú? ¿Dónde estoy? —preguntó Vance, sus ojos llenos de confusión.
—Soy tu esposa, Elías. Y estamos a punto de salvar el tiempo —respondió Kira, ajustando su chaleco de cuero reforzado, listo para el combate cuerpo a cuerpo.
El casco de Kira se cerró. Ariadne dio la cuenta regresiva.
—El vórtice temporal se está abriendo, Capitana. Es inestable. El punto de aterrizaje está en las orillas del Tiber. La concentración de energía es muy alta.
—Vance, agárrate fuerte. Es hora de encontrar a Cronos —dijo Kira, activando el salto.
La Bóveda Geotérmica se disolvió en un destello de luz y energía.
El Desembarco.
El aterrizaje fue violento. La Bóveda se materializó en una calle estrecha de la Antigua Roma. El impacto fue tan fuerte que lanzó a Kira y Vance al suelo.
Vance se levantó, mirando los legionarios y los carros. —Esto no es un simulacro, Kira. Esto es... historia.
—Es nuestro presente, Elías. Y Seraphina está aquí.
Un joven mercenario de Seraphina los vio y levantó una espada romana. El juego final acababa de comenzar. Kira se interpuso entre el mercenario y Vance, lista para luchar por su vida y por la memoria de su esposo.