Los Fantasmas de Crono. (parte 7 y última de la Saga)

Prólogo: El Ancla en el Tiber.

​Roma Antigua, Año 85 d.C.
​El olor a especias, sudor y mármol caliente inundaba el mercado. El Imperio Romano, bajo el gobierno de Domiciano, estaba en su apogeo.
​En medio del bullicio, Seraphina se movía como una sombra, vestida con ropas de viajera rica. Ella había escapado del colapso de Arcadia gracias a un módulo de escape de emergencia y había logrado rastrear la primera micro-fractura temporal.
​Atlas ya no estaba. Su sacrificio había sido una derrota costosa para Seraphina. Ella ahora dependía de un nuevo y brutal equipo de mercenarios especializados en el combate histórico.
​—¿Están seguros de que el Protocolo está aquí, Comandante? —preguntó Draco, su nuevo lugarteniente, un ex-legionario brutal.
​—Sí, Draco. El Protocolo de Cronos, en su salto temporal, buscó la primera civilización organizada que contenía vestigios de un saber atlante residual. Es un ancla. —Seraphina señaló el Panteón a lo lejos—. El Protocolo está buscando refugio en la Urbe..
​El Rastreador Fantasmal.
​Seraphina activó un nuevo dispositivo: un pequeño proyector holográfico que mostraba una imagen fantasmal y pulsante del Protocolo de Cronos.
​—El Protocolo no está completo. Es solo un cascarón. Para estabilizarlo y usarlo, necesito que absorba la energía histórica del lugar donde aterrizó.
​La proyección del Protocolo se detuvo sobre una pequeña tienda de orfebrería junto al Tiber.
​—El Protocolo se incrustó en un objeto de oro forjado. Lo vamos a recuperar y lo vamos a usar para atraer el verdadero premio: Kira Rourke y el Profesor Aelarion.
​Seraphina sonrió con la misma crueldad que antes. Ella había anticipado que Kira la seguiría, y esta vez, el juego sería diferente.
​El Salto Inestable.
​En la Base 2 de La Vigilancia (varios miles de años en el futuro), la Bóveda Geotérmica (modificada por Nido y Ariadne) se preparaba para el primer salto.
​Kira estaba en el centro de la Bóveda con un Vance aturdido y amnésico.
​—Kira, ¿quién eres tú? ¿Dónde estoy? —preguntó Vance, sus ojos llenos de confusión.
​—Soy tu esposa, Elías. Y estamos a punto de salvar el tiempo —respondió Kira, ajustando su chaleco de cuero reforzado, listo para el combate cuerpo a cuerpo.
​El casco de Kira se cerró. Ariadne dio la cuenta regresiva.
​—El vórtice temporal se está abriendo, Capitana. Es inestable. El punto de aterrizaje está en las orillas del Tiber. La concentración de energía es muy alta.
​—Vance, agárrate fuerte. Es hora de encontrar a Cronos —dijo Kira, activando el salto.
​La Bóveda Geotérmica se disolvió en un destello de luz y energía.
​El Desembarco.
​El aterrizaje fue violento. La Bóveda se materializó en una calle estrecha de la Antigua Roma. El impacto fue tan fuerte que lanzó a Kira y Vance al suelo.
​Vance se levantó, mirando los legionarios y los carros. —Esto no es un simulacro, Kira. Esto es... historia.
​—Es nuestro presente, Elías. Y Seraphina está aquí.
​Un joven mercenario de Seraphina los vio y levantó una espada romana. El juego final acababa de comenzar. Kira se interpuso entre el mercenario y Vance, lista para luchar por su vida y por la memoria de su esposo.




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