La Carrera por el Río.
Kira salió del callejón y vio a Vance arrastrando la Bóveda Geotérmica (disfrazada de baúl de viaje) hacia el Tiber. La prisa de Vance era instintiva, guiada por un conocimiento que su cerebro consciente no recordaba.
—¡Vance! ¡Aquí! —gritó Kira, alcanzándolo y quitándole el baúl.
—¡Tenemos que irnos! ¡Ese hombre con la espada...! —dijo Vance, su pánico palpable.
—Ese hombre es un mercenario. Y el objeto que lo trajo aquí está en el río.
Kira usó el escáner modificado de la Bóveda para rastrear la firma del Protocolo. La firma, debilitada por el agua, pulsaba a lo largo del Tiber.
—¡Maldita sea! El Protocolo se está moviendo con la corriente. Si llega al mar, se estabilizará y lo perderemos en el tiempo —dijo Kira, desesperada.
La Trampa de Seraphina.
Mientras rastreaban el Protocolo, Seraphina y Draco (el mercenario) salieron del callejón. Seraphina ya no ocultaba su ira.
—¡La Capitana no huirá de mí en la historia, como huyó de mí en el abismo! —gritó Seraphina.
Ella notó que Vance estaba aturdido y amnésico. Seraphina sonrió al comprender la ventaja.
Seraphina le hizo una seña a Draco. El mercenario se deslizó a través de la multitud, cortando un cabo que sostenía una lancha de transporte cargada de ánforas de vino. La lancha se soltó y comenzó a flotar sin control hacia Kira y Vance.
—¡Kira! ¡La lancha! —gritó Vance, señalando el peligro.
Kira no podía concentrarse en el rastreo y el ataque. Ella empujó a Vance contra un pilar de piedra para protegerlo.
—¡Quédate aquí! ¡No te muevas!
Kira usó una explosión sónica de su traje táctico para desviar la lancha de ánforas, pero el ruido y el movimiento atrajeron la atención de la Guardia Pretoriana.
—¡Problemas! ¡Vienen los legionarios! —advirtió Vance, el conocimiento militar aflorando instintivamente a su mente.
El Salto Inestable.
Kira sabía que no podía luchar contra la Guardia Pretoriana, los mercenarios de Seraphina, y buscar el Protocolo. El Protocolo se había movido de nuevo.
—¡Vance! ¡El Protocolo ha saltado! ¡Ya no está en Roma! —gritó Kira, viendo cómo el rastro se desvanecía.
—¿Saltado? ¿Adónde?
Kira activó la Bóveda Geotérmica. El mapa temporal se encendió, mostrando un nuevo pulso de energía: Florencia, Italia, Siglo XVI (El Renacimiento).
—Elías, necesito que me digas por qué el Protocolo saltó a Florencia. ¡Piensa! ¡Conocimiento histórico!
Vance cerró los ojos, apretando los puños. Las palabras le quemaban la mente. —El Renacimiento... Leonardo... el primer reloj... el intento de comprender el tiempo...
—¡Eso es! El Protocolo busca la época con el mayor conocimiento temporal.
Kira arrastró a Vance de regreso al callejón lateral, justo cuando la Guardia Pretoriana doblaba la esquina. Ella activó el salto temporal.
—¡Siguiente parada, Elías! ¡El Renacimiento!
La Bóveda Geotérmica se disolvió en un rayo de luz que se elevó sobre los tejados romanos, dejando a una furiosa Seraphina y a los legionarios en el polvo. El Protocolo se había convertido en un juego del gato y el ratón a través de los siglos.