Los Fantasmas de Crono. (parte 7 y última de la Saga)

Capítulo 4: El Tic-Tac Final.

​Londres: La Era del Vapor.
​La Bóveda Geotérmica se materializó con un hiss de vapor y metal en los sombríos muelles de Londres, en pleno apogeo de la Era Industrial (circa 1888). El aire era denso con el humo del carbón y la niebla.
​Kira y Vance salieron. La amnesia de Vance se había agravado; se aferraba a Kira, su mente un torbellino de engranajes y humo.
​—Elías, concéntrate. Necesito que me digas dónde se esconde el Protocolo. Esta es la última época —dijo Kira, desesperada.
​Vance miró las gigantescas estructuras de metal y las chimeneas. —El tiempo... aquí es donde se mide... la precisión... No un reloj de sol, ni un astrolabio... ¡Un Péndulo! El reloj más preciso...
​Kira encendió el escáner. La firma del Protocolo era abrumadora: estaba incrustado en el Reloj de la Torre de Westminster (la futura Torre Elizabeth, o "Big Ben"), el símbolo de la precisión imperial.
​La Última Trampa.
​Seraphina y Draco (su mercenario) ya estaban en la base de la torre del reloj. Ella no estaba esperando esta vez. Sabía que esta era la última oportunidad.
​—¡El Protocolo me ha dado un regalo, Capitana! —gritó Seraphina, su voz resonando por la plaza—. ¡Un vórtice de inestabilidad!
​Seraphina había conectado un dispositivo al reloj, creando una burbuja de tiempo fracturado alrededor de la torre. Si Kira entraba, la inestabilidad podría matarlos o enviarlos a una época aleatoria, rompiendo la Bóveda Geotérmica para siempre.
​—¡Vance! ¡Elías! ¡Dime cómo la detengo! —gritó Kira.
​El conocimiento de Vance se abrió con un flash de dolor insoportable. Él vio la imagen completa: el Protocolo de Cronos en la Torre de Westminster, el Corazón de la Atlántida en las profundidades, y la traición de Seraphina.
​—¡El Protocolo! ¡No lo toques! ¡Kira, la única forma de detener la inestabilidad es sobrescribir la firma temporal con algo más fuerte! ¡Necesitas una firma de vida! —gritó Vance, su memoria regresando por el shock.
​—¿Una firma de vida?
​—¡Tú, Kira! ¡Tu sangre atlante! ¡Solo tu linaje puede anclar el tiempo!
​El Duelo Final.
​Kira se lanzó a través del vórtice. La inestabilidad la golpeó: imágenes de Roma y Florencia se superpusieron a la niebla de Londres.
​Draco atacó a Kira. El combate fue brutal, sin honor ni reglas. Kira, luchando por la vida de Vance y la historia, desarmó al mercenario y lo envió cayendo de la torre. Seraphina estaba sola.
​Kira y Seraphina se enfrentaron en la sala del mecanismo del reloj, con los gigantescos engranajes y péndulos latiendo a su alrededor.
​—¡El tiempo se acaba, Capitana! ¡Y yo seré la arquitecta de la eternidad! —gritó Seraphina.
​Seraphina intentó conectar el Protocolo (incrustado en el péndulo del reloj) a su traje para completar la corrección.
​Kira, recordando las palabras de Vance, se acercó al péndulo. Ella se cortó la palma de la mano con su daga de cristal y presionó su sangre atlante directamente sobre el Protocolo.
​La reacción fue explosiva. La torre se inundó con una luz dorada y azul.
​La Muerte de Seraphina.
​El Protocolo de Cronos, anclado por la firma de vida de la última hija de Teseo, se estabilizó. La inestabilidad desapareció, pero el Protocolo no se detuvo; se reintegró.
​La energía del Protocolo fluyó de la Torre de Westminster y se dirigió directamente hacia Seraphina.
​—¡No! ¡Yo soy la dueña del tiempo! —gritó Seraphina, con horror.
​La energía no la mató; la borró. La corrección del tiempo, una vez estabilizada, decidió que Seraphina Rourke era un error intolerable.
​Seraphina se desintegró en un torbellino de arena y luz, su maldad y su existencia eliminadas de la línea temporal.
​Kira se desplomó, exhausta, pero victoriosa.
​El Final de la Saga.
​Vance subió a la sala del mecanismo, su mente clara, sus ojos llenos de amor y conocimiento. La firma temporal de Kira había curado su amnesia.
​—¡Kira! ¡Lo lograste! —gritó Vance, abrazándola—. ¡Lo recuerdo todo! El matrimonio, la Atlántida, el Corazón... te amo.
​El Protocolo de Cronos se había reintegrado, desapareciendo para siempre. El tiempo estaba a salvo.
​Kira miró el péndulo del reloj, que ahora marcaba la hora con perfecta normalidad.
​—Se acabó, Elías. La saga ha terminado. Seraphina ha muerto. Y el mapa... finalmente está completo.




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