—Vamos ábreme.
La adolescente contuvo la puerta del armario.
—Sabes que no puedo. Están mis padres.
—Pues los matas.
—¡Son mis padres!
—Y yo soy el que se pasará toda la eternidad a tu lado. Ábreme.
La chica resopló y abrió el armario dejándolo salir.
—Está bien. Pero lo haré por la noche, ahora mismo sería muy arriesgado.
—Como digas...
La voz de su madre llamándola para tomar el medicamento interrumpió la conversación entre la joven y el hombre del sombrero.
Antes de salir, ella se dio la vuelta pero él ya no se encontraba allí. A veces olvidaba que iba y venía.
~M🛸
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Editado: 20.09.2022