Aarón Ferrer:
Estábamos desempacando nuestras cosas, era nuestro nuevo hogar temporalmente.
Mi familia y yo, siempre nos mudamos de un lugar a otro, nuestro trabajo no nos permite quedarnos mucho tiempo ni tampoco socializar con las personas, era nuestro trabajo, silencioso, discreto, y sobre todo bien hecho.
Estaba afuera, bajando unas cajas cuando observe, una chica de piel blanca, cabello largo, color café, ojos de color marrón claro. Estaba en su carro color rojo, y observe su mirada sobre mí la observe, también y sonreí.
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Ya entrando en la casa, me encontré a mi hermano Adrián, preparando el sótano.
-ya esta, todo listo.- le, pregunte.
-si, ya todo está preparado.- me responde con malicia.
-¿seguro?
-claro, no podrá salir ni aunque lo intentara -me responde, cerrando la puerta del sótano.
Caminamos hacia la cocina, para charlar un poco.
-¿Dónde está papá? –le pregunte, preparándome para salir.
-Haciendo su parte del trabajo.- me responde.
-claro, era de esperarse.-le respondí, un poco molesto.
Nuestro padre no se mantiene mucho tiempo en casa, siempre le otorgan trabajos complicados, que se llevan, mucho tiempo en resolverlos.
-¿Y a dónde vas? –me pregunta Adrián.
-A la secundaria.- le respondo, saliendo de la cocina, dirigiéndome hacia la salida.
Subiéndome a mi auto, me dirijo hacia la escuela, para averiguar más sobre las personas, tenía que hacer bien mi trabajo. Y la mejor manera de hacer amigos, era la secundaria.
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Llegando a la secundaria, estacione mi vehículo, y dirigiéndome hacia adentro, trómpese con una chica. Ella es alta, pelo rubio, de piel blanca, ojos color verde, y bien vestida.
-¿Disculpa, no te vi? – le respondí, ayudándola a recoger sus cosas.
-No te preocupes, guapo. –me respondió con una sonrisa.
-Claro, si me disculpas, tengo un poco de prisa. – le respondí, un poco serio.
-Me llamo Teresa. – me dijo, estirando su mano hacia mí.
-Aarón, mucho gusto. Le respondí su gesto.
-Eres el nuevo, ¿verdad?- me pregunta.
-Sí, soy el nuevo. –le respondí.
-Me alegra, que seas nuestro nuevo compañero. – me dice, acercándose hacia mí, y dándome un beso en la mejilla y se va.
Caminando hacia adentro, me dirijo hacia la dirección.
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Estaba hablando con la directora, oigo tres voces de chicas hablando de mí, una voz decía:
-Este es el nuevo estudiante, que todos están hablando.- dijo una voz dulce.
-Se ve, tan sexi.- dijo la otra chica, con una voz coqueta.
-¿Será?, que estará con nosotros. – dijo la otra voz, suave y atractiva.
-Espero que sí, se ve que está guapísimo. -respondió, la misma voz coqueta.
En eso tocan la campana, y me dirijo hacia la clase. Entrando al salón, me siento en la tercera fila, en la tercera silla, ya estando ahí, noto que la chica fuera de mi casa, estaba ahí sentada a una silla de diferencia, con su vestido color fucsia. Cuando siento una mirada sobre mí, me doy cuenta de que la misma chica me está observando, cuando la volteo a ver rápidamente, ella mira hacia el pizarrón. Y me quedo observándola durante toda la clase.
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Ya estando en casa, estaba a punto de hacer unos de mis pasatiempos favoritos y estocar la guitarra.
Desde muy pequeños, nuestra madre nos enseñó a tocar un instrumento, a Adrián y a mí. Cuando escucho el timbre sonar, me levanto y salgo del estudio de música, para ver quién es. Abriendo la puerta, veo otra vez a la chica parada frente a mí, estaba sosteniendo en las manos un pastel de fresa.
-Hola, vecino. – me dice primero, sonando nerviosa.
-Hola.-le respondo sorpresivo.
-¿tú? –me responde muy sorprendida, me había reconocido. Yo solo me quedo sorprendido, se había acorado de mí, nuestras miradas, la escuela, me quede callado un minuto y solamente le sonríe.
-Eres el chico nuevo, ¿verdad? –me pregunta.
-Sí, nos acabamos de mudar. –le respondo.
-catalina, mucho gusto.- me responde un tanto nerviosa.
-Sí, ya lo sé. Le respondo con una sonrisa.
-¿En serio?, ¿Cómo lo sabes?- me respondió, haciendo una cara de confusión.
Y ahí me di cuenta de mi error, ella no podía saber por qué sabía su nombre. Lo primero que se me ocurrió, fue decirle que estábamos juntos en clases.
-Bueno… –vamos juntos en química, ¿no?- le respondo, un poco seguro.
-Sí, y también en historia. – me dice con una sonrisa.
-Mi nombre es Aarón, mucho gusto en conocerte catalina. –le dijo estirando mi mano, hacia ella.
-Igualmente.-ella me respondió el gesto, acomodándose un poco el pastel.
-¿Quieres pasar?- le ofrezco con una sonrisa.
-Claro, gracias.- me responde, entrando a la casa.
Ya entrando a la casa, no puedo dejar de sonreír, ella estaba sorprendida de lo grande que podía ser nuestra casa. Aunque ella sabía disimular muy bien, me gustaba su manera de expresar.
-¿Quieres algo de tomar? –le pregunté.
-Agua, está bien. – me responde, notando que estaba un poco incómoda.
-Claro, ahorita vengo. – y me alejo hacia la cocina.
Llegando a la cocina, agarro un vaso y lo lleno de agua para ella, ya dirigiendo hacia afuera, cuando recibo una llamada, era nuestro padre y conteste.
-¿Halo?
-Hola, hijo, ¿Ya todo está listo?-Me pregunta, con voz seria.
-Sí, solo hay que comprobar si se escucha el ruido. –le respondo.
-Dile a Adrián que lo resuelva, antes que se escuche por toda la casa. – me dice, un poco exigente.
- Está bien, no vemos. – le respondo, y colgando a la vez.
Terminando la conversación, me dirijo hacia la sala con el agua, pero cuando observo catalina ya no estaba. Solo me encuentro a Adrián, cerrando la puerta y sonriendo con satisfacción.
Editado: 17.12.2022