Capítulo once:
ADRIÁN FERRER:
Me había separado del grupo, sabía que está decisión me traería muchos problemas.
Qué me importaba a mí, siempre hago lo que quiero sin medir las consecuencias. Pero sabía que todo esto era importante, si yo quería que ellos confiaran en mí de nuevo.
Claro, como siempre mi hermano siendo mi guardaespaldas, aún presiento que desconfía de mí.
― ¿No tienes algo mejor que hacer?― Le pregunté, caminando junto a él en el bosque.
―Siempre es lo mismo contigo.―Me respondió.
Suspiré.
―No conviertas esto en otro de tus juegos Adrián.―Me dijo, completamente molesto.
―No estoy jugando, hermanito.―Le respondí lo más sincero que pude.
Tenía que disimular con él, de ninguna manera podía enterarse de mis planes. Él tiene que confiar en mí otra vez, o si no mis planes se vienen abajo.
Además…
Aarón no podía enterarse de la conversación que tuve con mi padre, sospecharía y fácilmente se daría cuenta.
―No te creo, siempre nos pones en riesgo.
―Bien, dejaré de jugar según tú, ¿Qué quieres que haga?―Le respondí un poco desafiante, forzando una sonrisa en mis labios.
―Ya te lo he dicho, sigue el plan.
Bufé.
Siempre era lo mismo, sigue el plan Adrián. Pero tenía que hacerlo, por más que lo odiaba.
Caminamos por todo el lugar, pero ni un rastro de Teresa.
Todo esto era divertido para mí, me hace recordar a aquellos buenos momentos donde…
Ellas eran las liebres y yo el cazador.
El camino a casa fue aburrido, está tonta búsqueda no servía para nada. Pero teníamos que fingir delante de la gente, para que no sospecharan de nosotros.
Llegamos a casa, teníamos cosas importantes que hacer, mañana venía Álvaro del trabajo. A él le gusta que todo esté en orden, y además tenía que cumplir lo que me pidió.
****
Los golpes en la puerta de mi habitación comenzaron cuando mi cabeza tocó la almohada. Afuera estaba oscuro, casi podría decir que eran las seis de la madrugada. Dejé escapar un suspiro no antes pasarme las manos en mi rostro y levantarme de la cama. Me puse unos shorts y abrí la puerta, antes de que la otra persona derribara la otra parte de la puerta.
―Tenemos trabajo que hacer, vístete rápido.―Me dijo, empujándome a un lado para abrirse camino a mi habitación.
―Buenos días a ti también, hermanito. ― Respondí, cerrando la puerta de la habitación.
Me di la vuelta, cruzando los brazos por encima de mi pecho.
― ¿Qué hay que hacer?―Respondí, fingiendo que todo esto me importaba.
―Hoy hay otra búsqueda, tenemos que ayudar a buscarlas. ―Me respondió tan serio.
― ¿Otra vez?, tenemos cosas más importantes que hacer. Hoy llega nuestro padre, y necesita que el trabajo esté listo.
―Ya lo sé, pero no pueden sospechar tampoco de nosotros, echaríamos para abajo el plan.
―Así que vístete rápido, te espero allá abajo.―Me respondió, saliendo de mi habitación.
Tuve que vestirme rápido, me puse unos pantalones negros, con una camiseta gris, y por supuesto mi chaqueta color negra.
Baje rápido a la sala, donde obviamente estába mi querido hermano esperándome.
Salimos de la casa, y nos dirigimos al lugar donde la gente estaba reunida para la búsqueda. La gente no nos quitaba las miradas de encima, y empezaban a murmurar entre ellas.
Este día se habían sumado más personas a las búsquedas, ya habían pasado cuatro días desde que las chicas desaparecieron.
El sheriff ya había comenzado a hacer otra vez los grupos.
En una esquina estaban charlando Rubí y Aurora, pero lo más raro fue que Catalina no estaba con ellas.
― ¿Y tu novia Aarón?, no la veo.―Le pregunté con tono burlón.
―Aún no es ni novia, y tienes razón no la veo.―Me respondió.
―Ni tampoco veo al tonto de su amigo, ¿Cómo es que se llama?―Le pregunte.
―Se llama Tiago. ―Añadió, alejándose y dirigiéndose a las chicas.
Luego de diez minutos Aarón regresó.
― ¿Qué te dijeron?―Pregunté curioso. No es que importe Catalina, pero tenía curiosidad.
―Que fueron a su casa, pero no estaba. Se imaginan que puede estar con Tiago, su mejor amigo. Respondió no tan convencido.
―Qué raro está todo esto.―Le respondí.
―Si, al rato iré a buscarla.
Los grupos ya estaban hechos, como siempre Aarón y yo trabajamos mejor solos. Sentía que ir en grupos nos retrasaba más, y todo esto era importante ya no era un juego.
****
Estuvimos buscando por toda el área, pero nada de las chicas desaparecidas. Aarón estuvo intentando llamar a Catalina, ya que sus amigas nos habían dado su número, pero no contestaba.
―No contesta, me manda al buzón.
―Debe estar ocupada, o no te quiere contestar.―respondí burlándome un poco de él.
A lo lejos escuchamos un ruido, en un rincón de una rama había alguien. Nos acercamos a ver, tal vez era una de las chicas desaparecidas.
Temblando de frío, encontramos a una persona…
―Este no es el amigo de Catalina, el tonto.―Le dije a Aarón, revisando al chico.
―Es Tiago, debe haberse perdido. Saber cuántas noches lleva aquí.―Me respondió, revisando si todavía estaba vivo.
―Hay que llevarlo con el sheriff, para que lo revisen. Añadió Aarón, cargando al chico.
Caminamos de regreso otra vez, para que el chico no muriera. Y así quedáramos como héroes delante de la gente, y no sospecharan de nuestras intenciones en este pueblo.
Buena estrategia, ¿no?
En mi mente había una pregunta que no podía sacar de mi cabeza, ¿Si Tiago estaba en el bosque perdido?, ¿Dónde estaba Catalina?, si supuestamente estaba con él.
Llegamos al punto de partida, y ahí estaba el sheriff se nos acercó corriendo.
― ¿Qué le pasó?―Nos preguntó preocupado.
―Si supiéramos, ya se lo hubiéramos dicho, ¿No cree?―Le respondí.
El sheriff ignoró mi respuesta, y llevó al chico a la ambulancia. El pobre chico se miraba muy mal, por no decir si iba a sobrevivir.
Editado: 17.12.2022