Adrián
No puedo dormir, estar en esta casa es un martirio, igual que las otras que he estado, pero es lo que hay.
Mi vida fue muy complicada desde el principio.
Nunca tuve una infancia feliz o igual a otros niños, siempre estuve estudiando.
Estoy en mi habitación dando vueltas en la cama, mi cabeza da vueltas de todo lo que pasó hoy. Todo lo que hemos buscado está enfrente de nosotros, pero con un gran peligro detrás.
Definitivamente no puedo dormir, así que decido bajar a la cocina por un vaso de Borbón para relajarme un poco.
Estoy en la cocina tomándome mi tragó, cuando escucho un ruido que viene del sótano. Voy al cajón del escritorio de la oficina, y sacó una jeringa y coloco el líquido adentro. Es un líquido muy fuerte para dormir a una persona durante varias horas, tenemos varios por seguridad.
Escondí bien la jeringa, bien cargada lista para utilizarla, no vaya a ser que ella se escape. Voy bajando las escaleras con cuidado, llegó al final y veo nada menos que a Catalina. Ella está a punto de abrir la ventana, ya que la puerta está bien asegurada con un gran candado. Ella no puede enterarse aun que hay ahí, o si no, ella no confiara en nosotros y tendríamos que contarle nuestros oscuros secretos.
No puedo permitir eso, aún no.
Me acerco lentamente a ella…
Saco la jeringa para usarla contra ella, estando detrás de ella la inyectó en el cuello y cae detrás de mí. Pero ya era un poco tarde, la ventanilla estaba abierta.
La cargó en mis brazos y la llevó a la habitación. No antes de cerrar la ventana.
La recuesto en la cama y la tapo, y salgo de la habitación. De una cosa estaba seguro, que Catalina no despertará durante un gran rato.
Toco la puerta de la habitación de Aarón, dónde él, después de unos minutos me abre.
―Adrián qué sucede.―Dice un poco dormido.
―Tenemos problemas.―Le respondí.
―Entra.―Me dice, dándome paso hacia su habitación.
Estuvimos planeando toda la noche lo que íbamos a ser para que Catalina no sospechara, y pensara que todo fue parte de su imaginación, cansancio, los analgésicos que tomó, etc.
*****
Ya era de día, y Catalina no despertaba. Ya me estaba empezando a preocupar, no era la primera vez que yo usaba este tipo de medicamentos.
Estoy en la cocina tomándome una taza de café, Aarón está platicando por teléfono y mi padre no tardaba en llegar.
Estoy disfrutando de mi café, cuándo tocan la puerta. Como no hay nadie aquí, voy yo a abrirla.
Abro la puerta y veo a Rubí y a Aurora enfrenté de mí.
―Nos enteramos que Catalina está aquí, ¿Es verdad?―Dice primero Rubí.
― ¿Cómo se enteraron de que Catalina está aquí?―Les pregunté intrigado.
―Escuchamos que la vieron entrar aquí.―Me respondió Aurora.
― ¿Escucharon?―Pregunté más curioso. Todo es extraño, según yo, nadie nos había visto.
―Nos vas a dejar entrar sí o no.―Respondió Rubí. Ellas están muy nerviosas y a la vez preocupadas.
―Claro, solo que Catalina no está muy dispuesta, que digamos.―Les respondo, dejándolas entrar.
― ¿Qué le sucede? Hace días que no la vemos, pensábamos que estaba enferma.―Dice Aurora, admirando la casa.
― ¡¡Wow!! Tu casa es grandísima y bonita. Añadió Rubí, admirada por la casa, y todas las cosas.
―Como les decía, Catalina está dormida, ha estado un poco enferma.―Les dije a ambas. Ellas aún no sabían que Catalina estaba desaparecida, y como la encontré.
― ¿Enferma? Si estaba enferma por qué no acudió a nosotras, sus amigas, y por qué acudió a ustedes.―preguntó Aurora interesada.
―No lo sé.―Me hice el que no sabía nada.
―¡¡Ya sé!!―Grita Rubí, acercándose a mí.
Me puse un poco nervioso.
―Por Aarón, no se dan cuenta. A Catalina le gusta Aarón y por eso acudieron a ustedes, además nosotras no somos buenas cuidando a personas.―Me dice Rubí, sonriente. Cómo si fuera la más inteligente y haya averiguado todo.
Si supiera que Catalina no está aquí solamente por Aarón, si no por otra cosa.
―Será mejor que la llevemos a su casa, ahí la cuidaremos nosotras. ―Me dice Aurora.
―Además su madre viene de viaje mañana.―añade Rubí.
―Está bien pueden llevársela, vamos les mostraré dónde esta.―Les respondí mostrándoles el camino hacia arriba. Mejor para nosotros que se la lleven, así será más fácil hacerle creer que no vio nada.
Subimos a la habitación dónde duerme tranquilamente Catalina, y a la par de ella está Aarón, me sorprendió verlo ahí.
―Aarón podemos hablar.―Le dije señalándole la salida, mientras las chicas entraban a ver a Catalina.
―Sí, vamos.―Me dice Aarón levantándose de la cama, y se dirige hacia la salida.
―Ahorita volvemos chicas.―Les dije a las chicas, ellas solamente asienten con la cabeza.
―No despierta, ya debería haber despertado Adrián.―Me dice preocupado.
―Ya lo sé Aarón, esperemos un poco más.―Le respondí relajado.
― ¿Cuánta dosis le pusiste? ―Me preguntó
―La misma cantidad que uso para la bestia.―Le respondo sonriente, me encanta llamarla así.
―Le hubieras puesto menos dosis, es muy fuerte para ella.―Dijo un poco molesto.
―Yo no sabía, pensé que la bestia se había escapado.―Sonreí.
―No la llames así, espero que Catalina despierte pronto.―Me respondió alejándose de mí.
―Como tú digas, hermanito.―Le respondí aún sonriendo, mientras él entra a la habitación con las chicas.
Tengo cosas muy importantes que hacer, a sí que decido salir de la casa, y dejar que Aarón se encargue de Catalina y sus amigas. Tengo que darle su espacio a Aarón para que él haga su parte, y así pueda ganarse la confianza de Catalina.
******
Estoy en el bosque buscando pistas de aquel día que encontré a Catalina, y buscar el cuerpo de Jazmín, ya que nunca le dimos aviso a la policía. Además no he podido averiguar nada, ya que el amigo de Catalina aún está en el hospital.
Editado: 17.12.2022