Catalina.
El miedo no te servirá de mucho en esta vida, Catalina.
Solo te hará débil. Tienes que vencer tus miedos.
Cuando tenía ocho años esas palabras no tenían mucho sentido para mí, hasta que mi padre me llevó por primera vez a su trabajo.
Mi padre fue un gran médico del pueblo, el mejor de todos. Mi padre me llevaba a su trabajo para que aprendiera cómo ser un gran médico, como él.
Tenía mucho miedo de herir o lastimar a las personas, en cambio, él era como si disfrutara del dolor de los demás.
Después de cada práctica con papá me llevaba a otro lugar, nuestro lugar. Era una propiedad en las afueras del pueblo, el lugar estaba vacío solo una pequeña cabaña. Aquí era nuestro lugar, dónde él y yo pasábamos mucho tiempo juntos.
*****
Y aquí estoy yo…
No sé exactamente qué hora es y la verdad es lo menos que me importa en estos momentos, en lo único que puedo pensar y escuchar son mis latidos del corazón, siento que se me va a salir, mis manos están temblando de lo nerviosa que estoy.
Estoy sentada al lado de la ventana del salón con mis brazos abrazados a mis piernas, recostando mi cabeza en la pared. Tiago, por otro lado, está más blanco que una hoja de papel sentado a mi lado.
Adrián está sentado en el escritorio del maestro, se ve relajado como si nunca hubiera dicho hace un par de minutos…― ¡Nos encontraron!
¿Quién nos encontró?
La expectativa de quien está afuera es muy grande, tengo varias preguntas que le quiero hacer el mayor de los hermanos Ferrer, pero sé que ahora no es conveniente hacerlas.
¿Cómo vine a parar aquí? ¿En qué problema me metí?
¿Dónde estará, Tadeo? ¿Estará con vida? ¿Qué tiene que ver Adrián en todo esto?
Tadeo tiene que estar vivo, siempre nos hemos conocido desde pequeños. Él junto con Tiago, fueron mis primeros amigos cuando me mudé al pueblo, me defendía de cualquiera que me molestaba.
Después de un gran rato ya no escuchamos ningún murmullo, todo estaba muy silencioso. Iba a hablar por primera vez después de un gran rato, pero un sonido en la manilla nos alarmó.
Tiago, se alteró y se me tiró encima casi cayéndose del lugar.
Adrián se levantó del escritorio y nos hizo una señal de que no habláramos.
― Catalina y Tiago necesito que se escondan debajo del escritorio y no hagan ruido ¿SÍ? ― murmuró, todas sus fracciones están tensas.
Hicimos caso de meternos debajo del escritorio y nos sentíamos incómodos.
―Catalina deja de moverte ¿sí? ―Se quejó Tiago. Por fin nos acomodamos un poco y nos quedamos en silencio.
Adrián.
Causa y efecto.
Fácil. Simple. Verdadero. Concreto.
Toda acción tiene consecuencias, en especial si afectan a otras personas.
Siempre lo he sabido, sabía que la mínima acción conllevaba una consecuencia peligrosa.
Esto no me puede estar pasando ahora.
Álvaro no estará contentó con lo que pasó. Miró como Catalina y Tiago se esconden debajo del escritorio, le doy una repasada al salón de clases, para ver en dónde puedo esconderme, pero no encuentro nada.
Sacó de mi pantalón una pistola especializada con balas que contienen somníferos fuertes, la pistola es una miniatura comparada a las normales que acostumbro usar, me paro atrás de la puerta.
La puerta se abre, y entra una chica la cual solo veo su espalda y su cabello naranja. Por la poca luz que hay, me acerco silenciosamente desde atrás, le pongo un silenciador a la pistola a punto y disparó.
Disparé justo en la espalda, el somnífero hizo efecto rápidamente haciendo que la chica casi caiga al suelo. La sostengo de la cintura antes que se golpeé, la pongo cuidadosamente en el suelo.
Esta situación me está sobrepasando.
Actuar por mi mismo era algo que ellos nunca aprobarían, era algo que ellos consideraban inaceptable. Esa fue una de las grandes razones porque me fui de la clave, hace años.
Sí, todos somos inteligentes en lo que hacíamos, no podemos dejar ninguna evidencia, un error o exponernos de alguna forma, son errores que no podemos cometer.
Y ahora mismo estoy metido en uno.
Si la clave se entera de todo lo que estoy haciendo ¿Qué será de mí otra vez?
Todo acto de traición y desobediencia se paga muy mal. Pero a lo largo de mi vida como siempre, me da igual romper las reglas.
Soy una persona dueña de su vida, siempre tomo lo arriesgado, lo complicado, los desafíos, y nunca me arrepiento de nada. Soy aquella persona que consigue lo que quiere sin medir las consecuencias, sin importar quien salga herido o lastimado.
Por eso mi padre nos había explicado las reglas claramente a mí y a Aarón. Más a mí, que Aarón.
―Catalina, Tiago ya pueden salir ― digo guardando la pistola en el pantalón antes que ellos me miren.
Primero sale Catalina y después Tiago.
Catalina se queda mirando a la chica y frunce el ceño, se acerca a la chica pero la detengo. Pongo mi mano sobre su hombro, me manda una sensación extraña.
―No la toques―Advierto, me iba a contestar, pero un ruido nos distrae.
Un ruido de afuera nos asustó de nuevo, unos pasos venían hacia nosotros. Catalina, y Tiago se escondieron de nuevo en el mismo lugar, por mi parte arrastré el cuerpo de la chica hacia el escritorio y me escondí. Gracias a la poca luz que hay, es muy probable que no nos vean.
Un tipo emergió de la oscuridad con las manos en los bolsillos de sus pantalones. Estoy muy seguro que en su bolsillo trae algo para defenderse. Su cabello negro, de piel morena, alto, alumbraba en la oscuridad.
Esté tipo me parecía muy conocido, como que ya lo había visto antes.
El tipo camina un poco en el salón, sacó de mi bolsillo mi pistola listo para cualquier ataque.
― ¿Por qué siempre se olvidan de mí?―Otra voz resonó por el pasillo.
Eran como cuatro personas discutiendo allá afuera.
Editado: 17.12.2022