Los Fragmentados: herencia de luz y sombra

CAPÍTULO 22: LA MEMORIA QUE HABITA

CAPÍTULO 22: LA MEMORIA QUE HABITA

La hombrera descansaba sobre una mesa de madera, irradiando un leve resplandor blanco azulado.

Esteban no podía dejar de mirarla.

—Siento como si… me llamara. Como si algo dentro mío supiera lo que sigue.

Azarel vigilaba desde la esquina del cuarto, nervioso.

—No es solo una pieza. Es un canal. Una llave a lo que Tharion fue antes de… partirse.

Lucía se mantenía cerca, atenta a cualquier alteración en el campo espiritual.

Esteban respiró hondo y tocó la hombrera.

Un temblor recorrió su cuerpo.
Y de pronto no estaba allí.

Se hallaba de pie en un campo cubierto de ceniza.
El cielo era rojo. Lluvia de luz y fuego caía del firmamento.
Frente a él, cientos de siluetas aladas, unas brillando como soles, otras ennegrecidas por sombras.

Y en medio de ellas, Tharion, con ambas hombreras puestas, espada en mano, su rostro partido entre dolor y determinación.

—¡Estás viendo lo que no debía recordarse! —rugió la voz del ángel, desde dentro.

—¡Muéstramelo! —gritó Esteban—. ¡Necesito saber quién eras!

Tharion lo miró desde el pasado.
Y entonces, un fragmento de su memoria emergió:

> “Me dividieron. Me quebraron entre deber y compasión.
Luché por humanos que no creían en la luz.
Y por eso fui condenado.
Pero aún roto… elegí proteger.”

Esteban volvió en sí.
Cayó de rodillas, jadeando.
Sus ojos brillaban, y en su pecho, una línea de luz comenzó a marcar su piel, como si la armadura estuviera reclamando su sitio.

José María y Eloy corrieron a asistirlo.

—¿Estás bien? —dijo José, sacudido.

—Sí… creo que… Tharion está recordando.
Y con él… yo también.

Tharion habló, más claro que nunca:

—Esa pieza me contiene. No es solo una armadura.
Es mi juicio. Mi decisión escrita en hierro celestial.
Con cada parte que regrese, recuperaré poder.
Pero también… me acercaré al momento de elegir.
Y no sé si sobreviviremos a eso, Esteban.

—¿Elegir qué? —preguntó Gerardo.

Lucía respondió con voz baja:

—Ser completo… o ser humano.

Azarel bajó la cabeza.
—El Fragmentado, si se reúne por completo, podría volverse algo que ni ustedes, ni yo… ni esta tierra, puedan controlar.

Esteban, aún arrodillado, miró a sus hermanos.

—Entonces no se trata solo de luchar.
Se trata de decidir qué vamos a ser… cuando esto termine.

---

Esa noche, Esteban no durmió.
El fragmento brillaba suave, como un corazón latente.

Y en sueños, una voz femenina le susurró:

—Estás más cerca, hijo. Pero no olvides: hasta la luz puede cegar si no sabés para qué la usás.

Era su madre.

Y con ese susurro… la noche terminó.



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En el texto hay: fantasia angeles y demonios, fantasía ficción

Editado: 02.06.2025

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