Los Frutos del Tiempo Relatos Cortos

Un Café en el Empire State

Era su cumpleaños número veintiocho, preparo un pastel prefabricado común, de los que vienen en cajas con las respectivas instrucciones y lo cubrió con merengue.

Usando su dedo escribió su edad sobre el pastel y lo puso en la mesa de centro, para a continuación sentarse solitario a celebrar su nuevo año de vida.

Esa es la vida de este súper héroe, como le llamaba la prensa, aunque nadie concia su identidad.

Sus amigos y familiares se alejaron, era evidente que estaba en cosas raras y empezaron a temerle. Lo creyó conveniente pues tenía bastantes enemigos a los que se les antojaría amenazarlo con chantajes sobre rescates y esas cosas complicadas, pero... estaba tan solo y aburrido que no le hubiese importado que un enemigo hiciera problemas para festejar su cumpleaños con él.

La prensa alababa sus acciones heroicas, era el favorito de chicos y grandes, la gente lo admiraba y querían agregarlo a sus redes sociales para seguirlo admirando. Tenía una cuenta que nunca hizo y que no puede administrar, pero que de vez en cuando visita para sentirse mejor, pero no funciona, se siente miserable.

Las autoridades le apoyan, están de su parte todo el tiempo y eso lo horroriza, cree que algo está haciendo demasiado bien o demasiado mal como para que todo esté funcionando de esta manera, pero no puede hacer nada, tiene que ser un héroe, un súper héroe.

Sopla la crema del merengue y borra el número con el viento producido, esa fue su vela y su deseo secreto que no cree que se cumpla por no haberlo hecho adecuadamente.

Tiene que comerse el pastel pronto o sus lágrimas lo diluirán, así que, secándose la cara, prueba el primitivo pastel. Esta bueno, pero sabe a derrota...

Una llamada lo distrae de su lamentable retrospección.

La policía, un transeúnte, el alcalde, quien sea puede ser el que este llamando, es una línea anónima diseñada para que él pueda enterarse de los problemas que sucedan mientras no esté patrullando.

Le dicen por la bocina, que su archí enemigo, llamado así también por la prensa que lo llama súper héroe, está asaltando un banco, que amenaza con destruirlo todo, que tiene rehenes, que trabaja para Al Qaeda, ISIS, para el gobierno de Venezuela, de Japón, de China, de todos los males que se le puedan achacar al pobre tipo que ignora la mala opinión que tiene el público sobre él.

Suspira aliviado, su soledad termina cuando va a hacer su trabajo, solo tiene que ir allí, resistir las balas con su cuerpo más duro que el acero, acercarse a los secuaces, neutralizarlos, buscar al líder, no encontrarlo y entregar a los que estaban allí a la policía. Es un trabajo fácil, no le debería tomar mucho tiempo, pero quiere tomárselo con calma esta vez, pues, le espera la soledad de nuevo en casa.

Se marcha a toda prisa, bueno, en realidad, lo hace con calma.

Ha decidido que no irá volando, ni nadando, el irá en bus.

Al llegar cerca del lugar, se esconderá para ponerse su traje de superhéroe, el cual es diferente al típico que usan en los comics con la ropa interior por fuera, lo que a él le gustan son los uniformes militares personalizados.

Usa una máscara de gas con pico de pájaro para cubrir su identidad, no le preocupa las radiografías, pues, además de que su traje está cubierto por una capa de plomo, es inmune a la radioactividad y las enfermedades.

La gente comenzó a conocerlo como Birdman, pero cierto día tuvo que lidiar con los abogados del dueño del personaje, lo habían demandado por miles de dólares y él tuvo que estar allí, en cada reunión con ese caluroso traje hasta que anularon la demanda por orden del gobierno. Pero mientras tanto, lo trataron muy mal, él no tenía la culpa de ese nombre ni sabía de otro superhéroe con un traje tan genial como el suyo.

Tardo una hora y media en llegar a su destino, el cordón policial se mostraba tenso, apuntando al interior del banco con sus pistolas, había otros que cargaban unas basukas y no dudaba que haya francotiradores en los edificios cercanos.

Suspiro pesadamente y se abrió paso por entre la barricada, entrando despacio por la puerta del frente, esperando recibir la cordial y cálida bienvenida de las balas.

Pero al entrar, nada sucedió como esperaba, por un momento creyó que se había equivocado de banco y hasta se disculpó con el guardia más cercano, pero este le dijo que efectivamente estaban siendo asaltados, pero solo hay una única persona haciéndolo.

Observo con cuidado, algo era diferente pero no sabía que.

Al fondo la gente estaba apiñada temblando de miedo, eso es lo normal, pero al frente, en uno de los muebles del lugar, estaba sentado cómodamente su "archí enemigo".

— Al fin llegas, te has tardado mucho más de lo acostumbrado. - Le dijo son moverse de su sitio.

— Estoy aburrido, terminemos pronto con este asunto para irme a casa - contesto con amargura el héroe.

La escena resultaba confusa para todos los presentes.

El héroe había tardado en llegar y el malo solo estaba sentado sin hacer nada.

- Me dijeron que estabas asaltando el banco, tomado rehenes, olvidado pagar tus impuestos, dejado la basura fuera de un cesto de basura, afiliado a Al Qaeda, aliado al gobierno de China entre otras cosas.



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En el texto hay: tristeza, ciencia ficcion, relatos cortos

Editado: 09.08.2018

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