Los Frutos del Tiempo Relatos Cortos

Eva y una Pelirroja

Señor juez, le juro que mi cliente fue embaucado, nunca ha estado en drogas y el testimonio que he recolectado lo demuestra.

Él era un devoto creyente en nada, probablemente más espiritual que un ladrillo, vivía normalmente como cualquier buen ciudadano, despertando por las mañanas, desayunando, lavándose los dientes, viendo las noticias, yendo a trabajar, yéndose de fiestas y durmiendo, así cada día, todos los días.

Él era capaz incluso de ignorar el sonar de las campanas de la iglesia, ¿puede creerlo?

No se alarme tanto señor juez, personas así aparecen en cualquier parte del mundo y el resto del juicio debe ser llevado a cabo por el vaticano, aquí nos centraremos en los asuntos que nos competen.

Fuentes confiables me han comunicado que todo empezó a torcerse cuando conoció a esa chica, la de allí, la de cabello rojo y ojos azules, no se me distraiga señor juez, ella es quien llevo a la perdición a mi cliente y creo completamente que le puede hacer lo mismo a usted.

Solo fíjese en esos ojos llorosos, esa mirada perdida, los brazos esbeltos con los que se aferra a sí misma, es la imagen misma del diablo, no se deje engañar.

Los testimonios indican que mi cliente conoció a esta chica en un bar gótico a plena luz del día, mientras comía pizza con un vaso de yogurt con altas dosis de ateísmo, lo normal para su rutina y dieta.

Esa chica estaba sentada en un puesto más atrás, pero de frente a él, tomando la misma bebida, haciéndolo creer que serían compatibles por tener los mismos gustos.

Después de ver quemarse por el sol algunos vampiros, fueron a una biblioteca para conseguir más libros de Friedrich Nietzsche para usar como ingrediente para su yogurt ateo, cayendo en cuenta de que prefieren los mismos ingredientes y sintiendo esa intensa conexión que lo llevo a el estado que usted ve aquí.

Señor juez, deje de distraerse con esta señorita y atiéndame, la cosa es seria.

La chica siempre llevaba la insignia de su culto, pero mi cliente no sabía de la existencia de este, por lo que desarrollo su relación basada en la ignorancia.

Ella por su parte, llevaba su insignia a la vista de todos, admito que la ignorancia de mi cliente es algo estúpida, pero, es difícil pensar que su atuendo pertenecía a esa secta, es decir, su atuendo era generalmente de pantaloncillos cortos y una blusa recortada para poder atársela por debajo de sus pechos, dejando su ombligo expuesto, marca característica de esta secta demoniaca.

¿Que vaya al punto señor juez? A eso iba, solo escuche la estupidez de mi cliente y entenderá lo que ha sucedido.

El cometió el error de ceder a su calentura y justo cuando estaba a punto de remover el traje sectario de la señorita, se le ocurrió preguntar por qué siempre llevaba el ombligo expuesto.

Señor juez, nadie pregunta esas cosas a una mujer y menos justo antes del coito, ¿puede ver lo estúpido que es mi cliente?

La chica, motivada por sus creencias, lo hizo sentar durante varias horas para escuchar sobre la religión del ombligo, obligándolo a mirar su bien formado y escultural ombligo como lienzo y pizarra donde podría ver como ella realiza un viaje astral para conocer a la feminazi líder de todas, Eva Braun.

Mi cliente tuvo una chispa de inteligencia y la despachó prolijamente al no recibir su merecida dosis de sexo y al darse cuenta de que su compañero no se ponía en marcha, alejándose de su compañía por diversas razones, en especial por la vergüenza de que cuando al fin iban a lo suyo, no haya podido levantar la bandera.

Pasaron varios días de auto humillación, pensando en las absurdas ideas de la chica, pero extrañó ir a buscar más libros de Friedrich Nietzsche en la librería con ella, así que poco a poco se obsesiono con la idea y, señor Juez, escúcheme, señor Juez, cometió la estupidez de creer que si él lograba el viaje astral que la chica le hablaba, podría ir con ella en paz para poder al fin izar la bandera.

Fue un día caluroso de verano justo después de bañarse cuando se le ocurrió poner en práctica las enseñanzas de esta satánica, mirando fijamente su ombligo sin resultados por al varias horas.

Cuando sus compañeros de tertulias se dieron cuenta de su ausencia, llegaron a tropel a su casa, descubriéndolo sentado mientras se miraba el ombligo extasiado, por lo que llamaron a la ambulancia, pero tuvieron que llevarlo con todo y silla, pues, no pudieron desdoblarlo.

Como puede ver señor juez, no es ningún tipo de nueva droga indetectable la que ha consumido mi cliente, y lo tenemos aquí para que lo pueda ver.

Lo siento señor juez, es difícil vestirlo así que está desnudo, tiene los músculos rotos y los tendones rígidos, así que tuvimos que traerlo en la misma silla.

De la misma forma, como ve, ya no tiene esa cara de éxtasis narcótico causado por la falta de oxígeno al cerebro, no por drogas experimentales, pero dice que habló con su madre Eva, dice que le dijo que se ponga algo de ropa que se va a resfriar.



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En el texto hay: tristeza, ciencia ficcion, relatos cortos

Editado: 09.08.2018

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