-Personal de limpieza.- Respondió una voz femenina que era algo grave.
-¿La limpieza? ¿Ahora?- Se preguntó a si misma Jaidy.- Pero si acabamos de subir al crucero...- Pensó.
Aquella persona, aparentemente una señora de gran edad por la voz, toco nuevamente la puerta con persistencia.
-No tengo todo el día.- Dijo, con un poco de mal humor.
-Ya... Ya voy.- Respondió Jaidy con algo de inseguridad.
Nuestra pequeña protagonista se levantó y se dirigió hacia la puerta. Miro por la perilla y pudo ver a una mujer, que parecía de unos cuarenta y tantos años. Estaba arruinada; tenía el cabello corto y rojizo, era regordeta y de ojos marrones.
-¿Y? ¡Vamos!- Insistió aquella señora al darse cuenta de que la observaba, y porque escuchó los pasos.
Jaidy procedió a abrir la puerta y la señora en cuanto pudo se metió a todo fulgor en la habitación, dejando caer a Jaidy al llevársela puesta. Aunque esto no pareció importarle en lo más mínimo.
-Ay…- Susurro en forma de quejido.
Aquella mujer la miró y su cara demostró una expresión de asco.
-Agh... Una mocosa.- Dijo, como si no tuviera a Jaidy al frente, o esos cruceros no estuviesen llenos de adolescentes como ella.- ¿Que no sabes que es de mala educación hacer esperar a tus mayores?- Pregunto de malhumor.
-Lo lamento, señora…- Se disculpó Jaidy levantándose.
-Lo que digas, por esta vez te lo dejaré pasar.- Respondió y observó la habitación después de haberse volteado, formándose una sonrisa en su rostro.- Ya puedes irte.- Comento y sacudió la mano hacia fuera con desdén.
-¿Eh?... Claro...
Jaidy se sacudió la ropa y salió. Cerro la puerta tras ella y en el rostro de aquella mujer extraña la sonrisa creció, era una de aspecto maliciosa, aunque nuestra protagonista no se percató de eso. Decidió ir hacia el comedor a esperar a sus nuevas amigas mientras dejaba a aquella señora de la limpieza en su cuarto.
Por otro lado, cuando Bridget tomó la mano de Riley rápidamente se adentró en el crucero con mucha emoción. Riley no tuvo ni tiempo de reaccionar y ya estaban dentro. La pelirroja pudo observar que había bastante gente ahí, charlando, riendo y acomodándose. Se le escapo una cara de asco al pensar que tendría que vivir en un lugar donde todo es de todos y de seguramente ninguno era higiénico.
-¡Guau, que grande!- Exclamo Bridget asombrada después de haberse detenido en medio de todo.
-Sí, que interesante.- Respondió Riley poniendo los ojos en blanco.- hora vayamos al cuarto.- Ordenó.
-¡Esta bien!- Asintió.- Pero... ¿Dónde queda?- Preguntó.
Riley suspiró y miró a su alrededor, intentaba buscar algún tipo de mapa o instrucciones, tal vez una simple señalización. Sin embargo había pocas y estaban llenas de lo que eran para Riley multitudes, porque en realidad eran cuatro o cinco personas cerca.
-Preguntémosle a un trabajador, no quiero perderme aquí contigo.- Sugirió, o más bien declaró.
-Ay... Bueno.- Murmuró.
Podía parecer que Riley lo dijo porque no soportaba a Bridget, pero la verdad era que se preocupaba por ella ya que sabía que se pondría muy nerviosa si ocurría aquello, y en el fondo, muy en el fondo, eso la disgustaba. Imaginarse a Bridget pasándola mal ya la ponía peor a ella. Así fue que entonces Riley camino junto a Bridget acercándose a uno de los trabajadores de la limpieza que ya le tocaba estar trapeando el piso porque a los cinco minutos de embarcar desde el puerto alguien había hecho un enchastre con una bebida..
-¡Hola! ¿Sabes dónde quedan las habitaciones? Es que mira, yo soy Bridget, ella es mi amiga Riley y...- Empezó a hablar, pero la pelirroja le tapó la boca con la mano.
Se preguntaba porque su mejor amiga de la infancia tenía que contarles la mitad de su vida a simples desconocidos y personas inferiores a ellas. ¿Qué les importaba quiénes eran? ¡No buscaban una conversación o nuevos amigos! ¡No los necesitaban! Solo debían hacer una tonta pregunta y Bridget la convertía en una biblia.
-Guíanos hasta la habitación numero setenta y ocho.- Dijo mientras mantenía su mano en la boca de Bridget para que se quede callada.
-Eh... Claro, acompáñenme...- El trabajador sonrió con nerviosismo.
Este era uno bastante jovencito, de pelo castaño y ojos marrones. Flaco y alto. El las llevo hacia su habitación sin decir ni una palabra más. En el trayecto Bridget asombrada le señalaba cosas a Riley y no paraba de hablar. También, en algunas ocasiones la peli rosa intento hacerle preguntas al chico o hablarle, pero Riley cambiaba de conversación o la desviaba. Por dentro se preguntaba cuál era la necesidad de hablar con otra persona que tenía. Ella ya estaba escuchando todas sus tonterías después de todo.
-¿Que no te enseñaron a no hablar con extraños Bridget?- Le susurró en uno de esos momentos a modo de regaño.
Aunque Bridget fuera su mejor amiga de la infancia y este en un puesto social mucho mejor ubicado que Riley, ella era su guardaespaldas y los padres de la peli rosa le habían dado el permiso desde que la contrataron para regañarla y demás cosas. Se había puesto a pensar en eso mientras tomaban el ascensor y subían hasta el último piso donde estaban las habitaciones del setenta y cinco al ochenta, pero no pudo pensar más porque el empleado interrumpió sus pensamientos.
-Llegamos.- Aviso el chico.
-Bien, puedes irte.- Le dijo Riley y sacó la tarjeta que abría la puerta de su bolsillo.
-Claro...- Susurro.
-¡Gracias, chico!- Agradeció Bridget.
-Vamos, entra.- Ordeno Riley.
Riley abrió la puerta y subió su mano sosteniéndola, dejando un hueco por el que Bridget pudo pasar perfectamente al cuarto. Entonces, la pelirroja fue después de ella, cerrando la puerta tras entrar a la habitación. Esta era pequeña, aunque un más grande que la de Jaidy, y luminosa. Tenía dos camas de una plaza con sábanas y frazadas blancas y una gran puerta de vidrio que daba al pequeño, pero bonito y acorde, balcón. Su habitación se encontraba en el piso que estaba arriba de todo en el crucero. O sea, en el número dieciocho. Desde el balcón, se podía observar el mar, como el agua cristalina se movía, lo cual era sumamente hermoso.
-¡Que grande! Aunque le falta color...- Comento.
-No te quejes Bridget, solo estaremos dos noches aquí.- La regaño Riley.
Si la pelirroja tendría que contar todos los regaños que le ha dado a Bridget se volvería loca. Aunque esta fuese muy tierna y pareciera un angelito era bastante peleadora y caprichosa, por lo que siempre terminaba creando varios problemas en un mismo día. Encima, sumándole que Riley la conoce desde que nacieron… Sí que era demasiado. Sin embargo, por algún motivo, o varios, Riley no podía cansarse de ella. Se había puesto a intentar descubrir la razón como siempre hacia cuando se acordaba de aquel dato, pero Bridget volvió a hablar. La verdad era que la peli rosa no podía quedarse mucho callada.
-Mmm... Está bien.- Murmuró y dejó su mochila arriba de la cama.
Riley suspiró y se acostó en la otra.
-¿Qué haces Riley?- Pregunto curiosa Bridget.
-Descansar.- Respondió y cerró sus ojos.
Riley solía responder sarcásticamente, pero con Bridget a solas, o estando también con los padres de ella, era alguien bastante distinta.
-Ah...- Asintió Bridget algo desanimada porque quería seguir hablando con su mejor amiga, ya que sabía que solo en privado le respondía y seguía la conversación.
-Me avisas cuando son las 13:20pm.- Dijo para después proceder a bostezar.
-Mhm.- Asintió Bridget.
Riley entonces cayó en un profundo sueño rápidamente. Tal vez porque estaba demasiado cansada, o capaz por otro motivo.
Cuando abrió los ojos estaba en un vacío, todo oscuro. Observo su alrededor hasta encontrar un brillo y camino hacia este, como si fuera su guía. Aunque realmente, siempre lo había sido. En todo el camino hacia ahí hacía frío y Riley solo tenía una remera y un pantalón, pero no pareció preocuparse. Tuvo una extensa caminata en la que el brillo cada vez era más intenso y anaranjado. Hasta que llego a una fogata que tenía largos troncos alrededor para sentarse. Parecía saber lo que tenía que hacer, porque no estaba asustada y conocía donde yacía el fuego. Se sentó en uno de los troncos y espero con paciencia. En silencio admiraba las llamas; eran grandes y crecían con fulgor cada segundo que pasaba. Se acercó más a la fogata para sentir el calor, la hacía pensar que estaba protegida.
Poco a poco, las llamas la envolvieron en un abrazo y la fueron atrayendo hacia ellas. Riley, en vez de asustarse o que aunque sea aparezca una pizca de nerviosismo en ella, cerró los ojos y solo respiró con tranquilidad, sintiendo la calidez que a su ser le otorgaba paz. Parecía que las llamas la quemaban, pero no era así. Fue llegando hasta el centro del fogón, en donde se abrió el suelo y cayó.
-¡Ay!- Exclamo.
Cayo en una especie de cueva y una risa resonó proveniente de quien estaba mirándola a una distancia adecuada.
-Nunca maduras ¿Verdad?- Le pregunto con sarcasmo y lo miro.- Llevas haciendo el mismo “chiste” desde que tengo memoria.
Este ente siguió riendo y se le acercó a Riley, ayudándola a levantarse. La pelirroja lo observo algo enojada.
-¡No te molestes, mocosa!- Dijo y le dedicó una gran sonrisa.
-Ya no soy una niña, Khalid.- Respondió y se cruzó de brazos.
-¡Uff!... Pues lo lamento, señora reina.- Se disculpó con sarcasmo retrocediendo dos pasos, para hacerle una reverencia a Riley.
Riley miró a otro lado y río bajo, formándose una pequeña sonrisa en su rostro, lo cual era muy difícil de lograr en ella aunque él siempre lo lograba. Khalid sonrió al verla.
-¿Cómo has estado, niña?- Pregunto.
Riley no respondió.
-¡Niña!- Exclamo.
Riley permaneció en silencio.
-Agh... Ray...- Susurro Khalid.
-¿Si?- Dijo con una sonrisa inocente y lo miro de reojo.
-¿Qué cómo has estado?- Re pregunto con impaciencia subiendo un poco el tono al molestarse.
-Bien... Ahora estoy en el crucero dirigiéndome hacia la ciudad Whirdale para empezar mí viaje.- Respondió.
-¿Ya? ¡Cómo pasa el tiempo!- Exclamo.
-¡Ayyy! ¡Te estás haciendo viejo!- Dijo con sarcasmo y río.
-¡Si!... Espera... ¿Qué?- la miro confundido.
Riley siguió riendo.
-Ah... Con que esas tenemos ¿No?- Pregunto mientras la miraba.- Bien, si así lo quieres...
Khalid se aproximó hacia ella y le empezó a hacer cosquillas. La risa de Riley aumento, contagiándosela a él. Después de unos segundos la soltó, y la pelirroja lo miro con una gran sonrisa en su rostro. Khalid le devolvió la sonrisa, pero la suya, más que una divertida como la de Riley era una cálida. Eso hizo sentir muy bien a su pelirroja.
Khalid era alguien muy importante para Riley, era como su segundo padre, el que siempre había deseado. En verdad, para ella era el único que tenía. La pelirroja se sentía protegida con él, se divertía y sabía que podía contarle todo. Era algo muy especial para Riley, algo que solo le pasaba con él y Bridget. Aunque ella no estaba enterada, de la verdadera identidad de Khalid ni de que la madre de esta pequeña, Raquel, había hecho un ritual para que su hija viva segura. La madre amaba el fuego como Riley, se sentía protegida y lo alababa. Era su hogar, su lugar seguro. Por eso, su dios favorito era Khalid.
-"En ella vivirá el fuego, como vive en mí y en muchos más de tus seguidores. Dios Khalid, te pido que protejas a mi pequeña bautizada con tus llamas, Riley, con tu fuego".-
Como dice la frase, una de las que usó en el ritual, Riley fue bautizada con las llamas. Estas provenían de una enorme fogata que había proveído el dios Khalid desde los principios de los tiempos y sus seguidores, todos los habitantes de Tririe este, cuidaban con su vida. Por eso, Riley tenía una gran quemadura en ambos brazos, que le decían que era su marca de nacimiento. Y cuando terminaron de rezar, las llamas de la fogata en la que estaban todos alrededor envolvieron a Riley en un enorme abrazo. Iluminando la, la aceptaron. Entonces, desde bebé, Riley tiene una conexión muy fuerte con él, pudiendo contactarse a través de sueños, y con el fuego. Khalid y las llamas habían visto un gran potencial en Riley y tenían el presentimiento de que esa pequeña criatura necesitaría la compañía de alguien.
De repente, un reloj apareció con una cuenta atrás de un minuto.
-Ya casi será hora...- Murmuró Riley, desanimada.
Ella no era de desanimarse mucho por las cosas o personas, todo le daba igual, pero Bridget y Khalid eran la excepción. Siempre lo fueron, y al pensar en eso le daba un poco de cosa, se le revolvía el estómago.
-¿Ya?- Pregunto Khalid.
Riley asintió cabizbaja.
-Te tardaste mucho en aparecer.- Se cruzó de brazos y lo miro.
-¡Ay, bueno!- Exclamo.- Mis disculpas, señora reina.- Dijo con sarcasmo y dio otra reverencia.
Riley río y de repente empezó a desaparecer.
-Nos vemos, niña...- Se despidió con una leve sonrisa.
- Vi sees snart, jeg elsker deg, pappa.- Se despidió Riley, lo que en Vaskytet significaba “Hasta pronto, te quiero, ¿?”.
Riley entonces despertó, sintiendo como Bridget la movía. Esta al ver que su mejor amiga de la infancia abrió los ojos, se detuvo.
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aventuras, dioses de los elementos, protagonistas adolescentes
Editado: 13.02.2025