Interludios Divinos V

Fue entonces que Khalid llego, y Syren descansaba sentada en el suelo. Al verlo, con su respiración agitada al igual que él, exclamo victoriosa.
-¡Toma, te gane!
-Agh… Yo te deje ganar.- Corrigió.
-Aja, lo que digas.- Rio.
-¿De qué te ríes, tontita?- Se acercó a ella.- Mas te vale que al menos no estén todas mojadas como la otra vez.
-¿Eh? ¡No, no! ¡Esta vez las cuide bien!- Sonrió.
-Mmm… Mejor ten esto, me está congelando.- Le acerco las granitas.
-¿Qué? ¿Qué quieres llevarlas hasta allí? ¡Perfecto!- Aclamo inocente.- Vamos, otra carrera, fueguito.
-¿Ah? ¡No te hagas la sorda!- Levanto el tono molesto, pero Syren volvió a correr.
-¡Creo que te ganare de nuevo!- Canturreo.
-¡Ni creas que te volveré a permitir ganarme!- Dijo rápidamente para empezar a ir tras ella.
La gente de alrededor los observo y sonreían por la ternura que les daba esa “joven parejita”.
Cuando Syren estaba por llegar a la entrada Khalid la agarro en un pequeño abrazo y la giro, llegando el primero.
-¡Eso no se vale!- Reclamo al mirarlo.
El dios del fuego le sacaba la lengua, divertido.
-¿Mmm? Nunca pusimos reglas, tontita.- Respondió con una sonrisilla.
La diosa del agua lo observo molesta por unos instantes, pero después volvió a sonreír.
-Bueno, de todas formas yo te gane recién y sin trampa, así que…- Empezó a decir para molestarlo.
-Cállate, te he dicho que yo permití tu victoria.- Repitió.- Me das tanta pena.- Hablo sarcásticamente y luego rio.
-Aja, siempre dices lo mismo. Nadie te cree, fueguito.- Se le acerco.
-Deja de llamarme así, tontita.- Le dio un toquecito con dos dedos en la frente.
-¡Ay! Ya mejor entra.- Dijo finalmente.
Los dos dioses pasaron por un pasadizo secreto hasta donde estaba lo que parecía un pozo dentro de una cueva en esa montaña. Este tenía una tapa con signos. Sin embargo, el sello no estaba igual como hace unas semanas. Algunos estaban borroneados. Los dos se preguntaron mentalmente quien estaba haciendo eso. ¿Qué persona tan poderosa tendría aquella capacidad?
-Agh… Tengo hambre, dame eso.- Resoplo Khalid, quien después de dejar las granitas en una piedra cercana le arrebato la bolsa de CarboNueces a Syren.
Abrió el pequeño envoltorio y sonrió al sentir el olor tan cálido para él, aunque pronto miro confundido a la diosa del agua.
-¿Por qué son tantas?
-Ah… Sabes cómo es el señor Juan. Intente rechazárselas, pero…- Respondió.
-Tsk… Ese señor no tiene remedio.- Se quejó, y agarro una con un pinche que traía.
Syren soltó una pequeña risita y tomo de uno de los vasos de granita.
-Al menos no moriremos de hambre.
-Aja.- Rodeo los ojos, pero los detuvo en ella.- ¿Cómo?... ¿Cómo estaba?
-Se le veía muy bien, y es lo que me dijo. Isabella estaba haciendo entregas por el pueblo.- Respondió.- ¿Qué tal Elizabeth?
-Bien… Igual de gritona que siempre.- Rio un poco.
-Tú también te la buscas.- Comento.
-Claro, claro.- Puso los ojos en blanco.
Así entonces, los dos dioses convivieron en su misión. Trabajaron y rieron, molestándose entre sí.
21:03hs.
Después de largas horas laborales, por fin volvieron a su guarida. Khalid se fue a encerrar a su cuarto y Syren fue a avisar de su llegada a Lilith. Dio el informe de ellos escrito, además de explicar algunos detalles, e imito la acción del dios del fuego después de saludar a los demás. Comieron después de un corto descanso los seis dioses juntos, escuchando las divertidas aventuras del dios de la tierra y la diosa del viento.
10:03hs.
Ya era un nuevo día. Khalid se recostó en el sofá de la sala de estar y Syren decidió acompañarlo. Después de agarrar una taza de té se hizo un poco de lugar en el sillón para sentarse junto a él, que veía la televisión puesta enfrente. Entonces Metiory se puso delante del programa grabado con un pote de cereales del que comía.
-Oigan.- Interrumpió.
-¡Córrete!- Ordeno Khalid.
-Pídelo bien, Kai.- Dijo algo cansada.
-Cállate tú también, mejor.- Resoplo.
-Necesito su ayuda…- Murmuro el dios de la tierra, sin hacerle caso a la orden de Khalid.