04/01/2024
Un nuevo día, nuevos pleitos. Al menos, eso pensaba Lilith, quien era como la madre de aquel grupo. Se encontraba sentada en su escritorio dentro de la habitación que compartía con su esposo, Lukyan, con una taza de café. Prefería estar allí en la mañana hasta por lo menos terminar su líquido que utilizaba de desayuno antes de tener que soportar los gritos de los demás dioses. Antes de tomar su café no tenía esa tranquilidad y madurez que la caracterizaba.
Sin embargo, sus esfuerzos eran en vano, pues cada dos por tres venían los demás como niños a quejarse, abriendo la puerta y entrando como si fuera habitación propia o de todos. Y esa vez no había sido la excepción.
-¡Lili!- Aclamo Syren entrando a las corridas.
-¿Qué pasa ahora?- La miro.
-¡Ven a aquí, tonta!- Khalid abrió la puerta de par en par, buscando a la diosa del agua.
Lilith suspiro pesadamente, dejando su taza de café a un costado.
-¿Por qué se persiguen ahora?- Consulto.
-¡Syren me estaba jodiendo!- Respondió rápidamente.
-No, no. Lili, yo solamente le estaba hablando.- Se excusó.
-¿Para qué le hablas si sabes?...
La diosa de la oscuridad fue interrumpida por Metiory, quien entro corriendo, empujando al dios del fuego.
-¡Lili, Lili!- Aclamo nervioso.
Ella suspiro.
-¿Qué te pasa, idiota? ¿Acaso eres ciego que me llevas puesto?
-Agh. Cállate, “fueguito”.- Dijo con voz burlona.
-¡Mi nombre es Khalid, pedazo de inculto!- Exclamo con molestia.
-Eso, eso.
-¿Si tanto sabes por qué lo llamas así?- El dios de la tierra la miro haciéndose el que desconocía el motivo.
-Am… ¡Porque es mi mejor amigo!- Respondió con una sonrisa.
-Te has buscado al más complicado, eh.- Comento Metiory.
-Pero si es un amor…
-Claro, porque le gustas.
-¡Que no me gusta esa idiota, es una molestia!- Apenas lo dejo terminar.
Syren puso una cara triste.
-Khalid, cuida tus…- Lo regaño, pero nuevamente fue irrumpida.
-¡Pedazo de tierra andante, ven a aquí!- Entro Evania, con sus cabellos levantados y una oleada de viento que hizo correr el calor que emanaba Khalid, quien nuevamente fue empujado.
-¡Mierda! ¿Qué les pasa?- Pregunto comenzando a enojarse.
-Ash. Cállate, estoy buscando al idiota de Metiory.
-¿Qué hiciste ahora?- Consulto Syren en un susurro, dejando a un lado sus penas.
-Am…- Estaba por hablar, pero Evania le gano.
-¡Ahí estas, ven para acá! ¿Quién te dio el permiso de entrar a mi habitación y ponerte a revisar mis cosas? ¡Acosador!- Exclamo.
-¿Quién les dio permiso a ustedes de entrar?...- Quiso preguntar Lilith, pero no fue escuchada.
-¡Ya sal de allí, Syren! ¡Ahora hablaremos!- Exclamo con enfado Khalid.
-¡Ayyy! ¡No!- Se negó con rapidez la nombrada.
Así siguieron discutiendo a los gritos en el cuarto de Lilith, volviéndose todo confuso y complicado de entender. No terminaban de explicar la situación y se estaban por pelear en vez de proseguir discutiendo. A los ojos de la diosa de la oscuridad eran todos pequeños niños. Eso no le disgustaba, pero a veces le hacía todo un poco más difícil.
Intentaba separarlos o solucionar los pleitos, pero le era imposible en aquel momento con los cuatro gritando y enfurecidos. Comenzaba a preocuparle el hecho de que se pongan a golpearse entre sí o a utilizar sus poderes en su cuarto. Y no lo pensaba como caso hipotético, si no que ya había ocurrido tiempo atrás. Eso no se los perdonaría. Empezó a pensar que castigo les daría si eso pasaba, pero rápidamente volvió a centrarse en crear una solución.
De todas formas, seguían sin darle relevancia a lo que quería decir, o cuando le estaban por contestar otro lo interrumpía y volvían a discutir. Odiaba que griten en el cuarto porque todo rebotaba. Aunque parecía ser a la única que todo ese gran y fuerte ruido molestaba. Ya le dolían los oídos y la cabeza. Ni siquiera le dieron oportunidad de terminar su café y se comenzaba a enfriar. Eso la estaba molestando, tal vez más que la situación en sí.
Entonces, Lukyan entro por todo el barullo que se lograba escuchar en todo aquel hogar que los dioses compartían, pero eso solo empeoro todo porque la diosa de la oscuridad creyó que este lo hacía para pedirle algo más o porque también estaba discutiendo con alguien, aunque todos los dioses se encontraban allí. Ya parecía que estaban haciendo una fiesta y era plena semana.
-¿Qué?...- Intento preguntar el dios de la luz por lo que ocurría, pero no pudo. Lilith no se lo permitió.
La diosa de la oscuridad se encontraba molesta por no poder desayunar tranquila, porque su café se enfriaba, porque les dijo mil veces que no la molesten en la mañana, porque les repitió que no podían entrar como si fuera suyo al cuarto de ella, que debían tocar la puerta como cualquier otro, porque estaban gritando y rebotaba en las paredes, porque le provocaron dolor de cabeza y oídos, porque parecían, pero no eran, niños discutiendo por cosas sin sentidos y de aquella manera, porque sí. Por todo. Ya no podía aguantarse esas palabras, el enojo. Pasaban por arriba su autoridad como si nada, pero después la que terminaba haciendo todo era ella.
Levanto la voz, dijo todo lo que pensaba. Los cinco dioses se veían con expresiones arrepentidas, y en parte, asustadas.
¿Cómo podía ser posible que tuviera que hacer eso para que le prestaran atención? “Nada es imposible”. Recordó la frase que le decía el dios de la luz cuando se le declaro y al pedirle matrimonio, o en otras ocasiones menos especiales para los demás. Mientras los demás eran llevados por su esposo, ella comenzaba a recordar lo que le traía esa frase. Ella siempre solía decir que todo era imposible, y él siempre le demostraba que no, que nada lo era. Tal vez por eso se enamoró de él y dejo de ser una insensible, renegada.
Junto a Lukyan se sintió capaz de muchísimas cosas, estaba profundamente agradecida con él por eso. Tomo un sorbo del café frio mientras pensaba, sin importarle la temperatura. Una sonrisa apareció en la comisura de sus labios. Él le había enseñado muchas cosas. Tampoco podía creer que era posible el hecho de que una frase le quedara tan marcada, aun siendo que hayan pasado muchos años de ella, o que siquiera le trajera tantos recuerdos. Sin embargo, estaba claro, nada era imposible. Otra vez Lukyan tenía la razón.
-Cariño…- Susurro el dios de la luz que se encontraba frente a ella en aquel momento, sacándola de sus pensamientos.
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aventuras, dioses de los elementos, protagonistas adolescentes
Editado: 07.09.2025