Los futuros dioses.

Interludios divinos IX

Lilith llevó a los cinco dioses restantes a la sala de reuniones para hablarles sobre su próxima misión. Encendió el holograma ubicado al fondo de la sala y abrió el archivo con las indicaciones que había preparado cuidadosamente.

-Bien -murmuró para sí cuando terminó de preparar todo y los demás ya se encontraban sentados-. ¿Recuerdan al grupo La Fiamma Sepolta?

-¿A los de traje, que se mueven de forma tan precisa que parecen coreografiados? -devolvió la consulta Metiory.

-Esos mismos. Los nativos de la Isla Lugezione.

-Sí -afirmaron los demás al unísono.

-Últimamente han pedido grandes encargos que no tienen sentido. Sospecho que hay algo ilegal detrás de todo esto. Incluso han puesto anuncios de misiones para niños… porque tienen demasiado que mover.

-Juego sucio… -susurró Lukyan.

-¿Y qué debemos hacer, Lili? -preguntó Evania.

-¿Debemos detenerlos? -dijo Syren, infantilmente emocionada.

-¿Por qué te emociona el trabajo? Es una pesadez -bostezó con molestia Khalid, que se encontraba mal sentado en su silla; estaba más acostado que otra cosa.

-¡Es que es muy divertido! -respondió ella con entusiasmo.

-¿Me dejarán hablar o van a seguir perdiendo el tiempo? -interfirió Lilith con exasperación.

-Habla, pues -dijo el dios del fuego, levantando las manos en señal de rendición.

La diosa de la oscuridad suspiró.

-Evania, Metiory -los miró-. Quiero que vayan a supervisar los movimientos de la mansión en la Isla Jembyreko, ciudad Whirdale.

-¿Por qué a esa? -preguntó el dios de la tierra.

-¿No querés ir? ¿Tenés miedo? -lo desafió la diosa del viento.

-¡No! ¡No es eso! Es que podríamos ir a su mansión central…

Lilith volvió a tomar aire. Algún día, la volverían loca.

-Es allí donde fue el último camión. Me parece que llevan algo más que sus encargos iniciales. Quiero que vigilen los movimientos y se queden por si mis sospechas son verdaderas. Mantener la paz es lo más importante.

-Bien -asintieron ambos.

-Llevarán las cámaras para que podamos ver todo en vivo -añadió-. Y no interfieran, solo observen. También debemos mantener el equilibrio divino.

-Sí, ya sabemos -respondió Evania.

-Quédate tranquila, Lili.

-Cuento con ustedes.

Los dioses se colocaron las cámaras y los auriculares para comunicarse. Luego desaparecieron en una ventisca que revolvió todo a su paso.

-¡¿Cuántas veces les he dicho que no hagan eso?! -reclamó Lilith.

-Ay, no… -murmuró Syren. Al notar que Khalid la miraba con curiosidad, agregó-: Me arruinaron el peinado.

El dios del fuego se rió burlonamente mientras acomodaba su propio cabello.

-¿De qué te reís? -preguntó molesta.

-De nada, de nada -respondió agitando la mano, como restándole importancia-. Lili, ¿qué hay de nosotros?

-Se quedarán aquí, observando la grabación en vivo. Así podremos detectar si vemos algo que ellos no.

-¿Ah? ¿Es en serio? -se quejó Khalid-. ¿No tenías algo más aburrido para darnos?

-Podría ponerte a limpiar, si eso te divierte -le sonrió sarcásticamente.

-Esto está bien -murmuró, desviando la mirada.

-¡Perfecto!

13:33hs.

Evania y Metiory se encontraban camuflados entre la naturaleza, observando la mansión. Vieron llegar un gran camión de mudanza. Dos hombres bajaron de él y abrieron el baúl. Otros tres salieron desde la entrada principal.

Descargaron enormes cajas en completo silencio, sin mirarse siquiera. Eran hombres blancos, sin cabello visible. Ya habían investigado: formaban parte del rango más bajo de la organización, sin contar a los siervos. Se encargaban del trabajo sucio, solo seguían órdenes.

-Qué aburrimiento… -bostezó Khalid-. Ya sabemos que hacen eso. ¿Para qué lo estamos viendo?

-Porque debemos conseguir pruebas ante todo -aclaró Lilith-. Y también controlar la magnitud de los actos ilegales, para aplicar un castigo justo. Ni más, ni menos.

-Agh…

-¡Mira el lado bueno, Kai! No tenemos que movernos mucho. Siempre te quejas de eso -exclamó Syren con su habitual positividad.

-No me digas Kai -refunfuñó, sin prestarle atención al resto.

-¿Por qué siempre te fijas en cómo te llamo? -preguntó Syren, sin poder contenerse.

Un silencio abrumador cayó sobre la sala.

-¿Ah? ¿Qué decís?

-Lo que escuchas.

-Porque todo lo que decís son tonterías. Pero tengo que recordarte que no me llamo Kai.

-¿Y por qué no te gusta? Es un apodo lindo. Te queda bien, Kai.

El dios del fuego apretó los puños, a punto de estallar, pero Lilith los interrumpió:

-Shh. Miren.

Las cámaras mostraban que, tras descargar las últimas cajas, los hombres bajaban algo más.

Niños.

Eran niños.

Y no cualquiera. Eran ellos. El grupo de protagonistas.

Ahí estaba Riley.

-¿Qué mierda…? -soltó Khalid, atónito.

-¿Por qué tienen niños? -preguntó Syren, preocupada.

-Parece que están desmayados -comentó Lukyan-. ¿Qué querrán hacer con ellos?

-Desconozco el motivo. Iré a revisar los archivos para ver si hay alguna explicación.

-Despreocúpate, cariño. Lo haré yo -intervino Lukyan.

-¿Seguro?

-Claro. Es mucho trabajo para una damisela tan hermosa como usted -le sonrió coqueto.

-¡Ahora no, Lukyan! No digas estupideces. Sabes bien de lo que soy capaz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.