Los futuros dioses.

Interludios divinos X

14:52hs.

Khalid volvió a aparecer con su forma común en aquella rocosa cueva que era como su guarida. Muy pocas veces había dejado entrar a los demás dioses, solo cuando era urgente. Tenía que marcar limites, no le gustaba que los demás se le acercasen mucho. No después de ella.

-Malditas escorias…- Susurro para sí, con furia.

Se pasó la mano por el cabello y observo los túneles rocosos que conectaban las habitaciones. Ahora estaba en lo que era, si así se le podía llamar, la sala de estar. Entonces, la vio.

Syren.

Tan plácidamente dormida sobre su hombro.

- ¿Syren? ...- Murmuro, confundido.

Avanzo hacia la mesa frente a él. Se la hallaba sentada, como si esperara a alguien. Fue allí, cuando se preguntó si era a él.

- ¿Siquiera alguien me espera alguna vez? ...- Escucho mentalmente la misma oración que hace mucho tiempo había nacido en su cabeza, y nunca se dejó de repetir.

- ¿Kai?...

Entonces, cuando observo sus enormes ojos celestes, tan brillantes, no tuvo ni la menor duda.

Tal vez, solo tal vez, existía quien esperara por él.

- ¿Qué haces aquí? - Soltó con su tono indiferente de siempre.

-Estaba esperándote…- Dijo, tan lento, tan doloroso para el dios del fuego. - ¿Estas bien? ¿Qué paso?

Escucho que su caparazón crujía, como si intentase abrirse un poco. Solo un poco.

-Si. - Respondió ante la duda.

- ¿Qué fue lo que paso, Kai? Yo… Nosotros no vimos que hiciste, Lilith mando a que Metiory y Evania volvieran.

La diosa del agua se paró, queriendo observarlo mejor, evitando que intente escapar.

“Un poco. Solo un poco” Repitió su corazón.

A veces olvidaba que tenía uno.

A veces deseaba no tenerlo.

-No podía contenerme más.

-Pero…- Syren se detuvo.

Ella lo miro, pero no como todos los demás que lo hacían sin mirarlo. Ella lo miro de verdad. Hasta el fondo de su alma.

- ¿Qué buscas? - Le pregunto mentalmente. - Me destruyes. - Pensó.

-Lo hiciste por ella, ¿no?

- ¿Eh? - Tartamudeo.

-Lo hiciste por Riley.

Ella recordaba su nombre.

Nadie lo hacía.

-…Si. - Asintió finalmente.

-Te entiendo, Kai.

-No necesito el falso consuelo.

-No es consuelo. Sé que no lo quieres. - Aclaro. - Es la verdad.

-No lo necesito, por eso no lo quiero. - Se apresuró a explicar, no entendía porque tuvo la necesidad, pero sino su cabeza lo carcomería toda la noche.

Syren negó con la cabeza.

-Es que… Realmente no me entiendes. - Pensó. - Nadie lo hace.

- ¿Qué fue lo que hiciste? - Le consulto con cautela.

Odiaba que la gente usase ese tono con él, como si fuese un peligro, como si no se pudiese hablar con él.

-Nada.

- ¿Y ese nada es?...

- ¡Nada, Syren, nada! ¡Eso es!

La diosa del agua observo como se tensaba totalmente. El ambiente se volvía caluroso. Era en esos momentos donde temía evaporarse. Realmente le podría pasar.

-Pero no puedo dejarte solo…- Se recordó. - Kai, no te enojes…

- ¡Mierda, es que tú lo provocas! ¿Qué te importa lo que yo haga? ¡No eres mi madre ni nadie para reclamarme nada!

Las aguas dentro de ella se revolvieron, inquietas, lastimadas.

-Kai… Perdón…- Susurro.

- ¿Ah? ¿Qué dices? No te escucho, tonta.

- ¡Que lo siento! - Exclamo, y se le rompió la voz al final de la frase.

Khalid la observo, atento. Siempre con ella atento.

La sangre divina le ardía.

Su cuerpo se le tensiono aún más.

- ¿Qué te pasa? - Soltó en un susurro. No era bueno para estas cosas. Pero le dolía, le dolía tanto verla así. Lo rompía.

-Yo…- Levanto la vista. Le agarro con delicadeza el brazo derecho. - Lo siento, Kai. No quería que entendieras eso…- Sus ojos, tan grandes, tan inmensos, estaban cristalizados.

- ¿Eh? ¿Entender qué? - Logro decir.

-Yo no vine aquí para reclamarte nada, vine porque me preocupé por ti. - Las lágrimas comenzaron a caer.

El dios del fuego sintió que su corazón se contraía con fuerza. Ambos sabían que cuando el llanto empezaba, las aguas tardaban en calmarse dentro de ella.

- ¿Qué?

-Sí, eso. ¡Yo te entiendo, Kai! Sé porque lo hiciste, y me parece lo correcto. - Hablo apresuradamente, temiendo que se vaya. - Y, pensé que necesitarías compañía. Ya sabes, todo es mejor si no estás solo.

-No, no me…- Se detuvo.

Syren lo abrazo9, metiendo sus brazos por el hueco abierto que quedaba entre los de Khalid ya que tenía sus manos en los bolsillos. Ella comenzó a llorar desconsoladamente, apretándolo con fuerza.

El, decidió respirar, y todo su cuerpo se relajó.

Y por primera vez, él también la rodeo con sus brazos. Le devolvió el abrazo.

Sus auras, tan complejas y contrarias, parecieron comenzar a entremezclarse y convertirse en algo extraño. Algo que nunca habían experimentado.

“Es… como las aguas cálidas de un manantial…” Pensó ella.

“Es… como algo firme, pero tan delicado... Es, como ella.” Pensó él.

- ¿Khalid? - Dijo confundida la chica al entrar a la sala de estar.

Entonces, la reconoció.

Reconoció su voz.

Era, Riley. Su querida Ray. Su pequeña niña.




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