04/07/2024
Desde aquel momento, cuando el dios del fuego había perdido toda poca calma que le quedaba, el tiempo había pasado rápido. Estuvieron muy atareados. Las amenazas crecían.
- ¿Ray? - Soltó aturdido Khalid ese día.
Con rapidez se separó de Syren, como si fuese algo prohibido, un secreto malo. Muy malo de esconder, que los ahogaba a ambos.
Entonces, luego de que la pelirroja tuviese que despertar de tan profundo sueño, el dios del fuego fue castigado por poner en riesgo el equilibrio divino. Y, aun así, la diosa del agua se quedó junto a él.
-Puedes dejarme solo, ¿Sabes?
-Te dije que te haría compañía. - Afirmo. - Y yo creo que te ves muy feliz conmigo.
- ¿Mm? ¡Oh, claro! - Rodo los ojos. - Lo único que falta es que no me dejes ni entrar solo al baño…
-No te voy a dejar solo. - Le dijo, aunque había escuchado únicamente esa palabra, “solo”.
-Eso me perturba un poco, sinceramente…- Susurro, haciendo una mueca exagerada a la cual Syren rio.
Él modeló una chispa en su palma, intentando domarla en un círculo perfecto, el aburrimiento era su peor enemigo. Pero la llama rugía, indócil.
Syren lo observo, y lo hizo acercarse hasta el lavabo lleno de agua. Ahí fue cuando trazo con dos dedos el movimiento de una corriente; suave, constante, paciente.
-Así, despacio.
Khalid repitió el gesto y, contra toda su lógica, el fuego obedeció.
La chispa se cerró en un aro limpio, sin estallar.
Por un instante, ambos se miraron sorprendidos… y rieron, como si hubieran descubierto un secreto que nadie más sabría.
Luego, el dios del fuego tuvo que dejar de contactar a Riley por aquellos seis meses, hacer el doble de trabajo y también pasar un tiempo en un cuarto de reflexión, al cual, de alguna forma u otra, la diosa del agua lograba entrar. Él no sabía, nadie sabía, que Lilith lo permitía.
-El la necesita. - Pensó una vez, cuando su cabeza le rogaba por un “porqué”.
Entonces, al pasar del tiempo, Syren tropezó al no estar pendiente del suelo rocoso de la casa de su amigo y cayo de cara.
Khalid corrió hacia ella con gesto adusto, preparado para reprenderla, pero en lugar de un reproche, se le escapó una risa breve. Inesperada. Casi culpable.
Ella lo miró desde el piso, con una sonrisa pícara, sin pedir explicaciones.
Él se contuvo de inmediato, borrando la curva de sus labios, pero demasiado tarde: aquel sonido tan humano, tan ajeno a su severidad, había quedado latiendo en su pecho como una chispa real.
Los días se deslizaron con la misma rutina, hasta que una noche la diosa del agua volvió a irrumpir en su encierro en el cuarto de reflexión, silenciosa, con un cuenco pequeño donde flotaba una sola hoja. Lo dejó al lado del dios del fuego sin anunciarse. Él frunció el ceño, preparó una réplica, y calló. Bebió del cuenco. No dijo nada; su mano tembló un instante al rozar la de ella. Ella sonrió con la familiaridad de quien reprende sin alzar la voz.
Mientras, cuando se juntaron la primera vez luego de aquel duro día los cuatro dioses restantes, Evania no lo soporto más.
- ¡No puede ser! ¡Es nuestro amigo, y actuó así porque tiene corazón! - Exclamo con enojo, sus cabellos enredándose y levantándose por el viento.
-Eva…- Susurro con advertencia la diosa de la oscuridad.
-Evania tiene razón… Khalid puede haber roto las normas y poner en riesgo los equilibrios, pero, su acto les dio una lección e hizo que se tranquilizaran un poco… Lo que nos da más tiempo para investigar. - Dijo Metiory parándose junto a la diosa del viento, porque la veía muy sola al frente.
Lukyan se empezó a reír, su mujer se puso una mano en la frente, observando al dios de la tierra con confusión. Era el mismo que, momentos antes, estaba comentando que aquella situación era algo inaceptable, “que un dios no debería comportarse así”.
- ¡¿De qué te ríes?!- Consulto con severa molestia Evania.
- ¡De ustedes! - Respondió entre risas el dios de la luz.
La chica de pie lo miro de manera que, si sus poderes se lo permitieran, lo mataría solamente con ese acto.
Así que luego de una pequeña pelea, Khalid entro ardiente como el sol, tan indiferente, tan inexpresivo. Atrás venia Syren, muy contenta hasta que se metieron en el cuarto de reuniones, asustada por lo que podría pasar.
- ¿Qué quieren? - Pregunto con molestia, no los había visto en más de una semana, demasiado orgulloso como para aceptar su error o ser el primero en llamar.
-Siéntense. - Ordeno Lilith.
Y todos obedecieron, como siempre. Ella era la líder del grupo, pero, en verdad, era más que eso. Ella era la madre de todos.
Tan comprensiva, tan terrorífica.
-Hemos estado discutiendo tu situación, Khalid…- Comenzó la diosa de la oscuridad.
El nombrado hizo una mueca de disgusto, en estas situaciones… Odiaba que lo llamara así. Ella entonces lo miro, y con tan solo eso, recibió respuesta a la duda que cruzo su mente.
-Mi niño. - Se corrigió. - Nuestro debate ha terminado con la conclusión de que, como te he dicho la semana pasada, debes cumplir con tu castigo.
-Tsk. ¿Y que estoy haciendo? - Murmuro con molestia, cruzado de brazos y recostado en su asiento.
-Es… Es verdad, yo lo he visto cumplir, Lili. – Tartamudeo con apuro la diosa del agua.
-Dejadme terminar. - Los miro, intentando contener una sonrisa. Eran buenos compañeros. - No obstante, decidimos que te perdonaremos y acortaremos un poco tu sentencia.
Los dos dioses que habían llegado de últimos se quedaron un poco atónitos.
#4032 en Fantasía
#804 en Magia
aventuras, dioses de los elementos, protagonistas adolescentes
Editado: 07.09.2025