Serena
Con la prueba de embarazo en mis manos que tiemblan y con mi corazón latiendo más rápido de lo normal camino por la enorme empresa en la que trabaja el padre de mi hijo, es el único hombre con el cual he estado y sé que nuestra relación siempre ha sido algo clandestina, nadie sabe lo nuestro y ahora me arrepiento de haber sido la otra todo el tiempo, pero cuando le conocí olvidé todos mis principios y me convertí en eso que siempre critiqué. Me detengo frente a su oficina y respiro hondo intentando sacar valor de algún lado, un año de intensa pasión me ha dado y ahora, justo en Navidad estoy a punto de darle una noticia que ha cambiado mi vida y que sé que la suya también cambiará, doy dos suaves toques a la puerta hasta que escucho su voz y entro.
—¿Qué demonios haces aquí? —se pone de pie enseguida —¿qué te he dicho de presentarte en mi trabajo? —cuestiona enfadado haciendo que me ponga más nerviosa
—Tenía que hablar contigo Owen y no coges mi llamada
—Estoy ocupado
—Estoy embarazada —sus ojos me miran confundidos y le muestro la prueba de embarazo, él toma esta en sus manos
—¿Es una broma de Navidad? —ríe —dime que si Serena —ahora ya no ríe y me mira asustado
—Ojalá —sonrío triste
—Sabes que no podía pasar
—Y no sé cómo ocurrió, siempre nos hemos cuidado —él pasa sus manos por su rostro frustrado
—Estoy a punto de casarme por Dios —espeta de mala manera —sabes que también estoy a punto de que mi padre me dé un puesto importante en la empresa, si sabe que
—Lo sé
—¿Entonces como vienes hasta aquí a decirme esto? —me da la espalda y el silencio se hace protagonista, mis ojos se llenan de lágrimas por su reacción la cual sabía que tendría, pero aun así duele —voy a casarme —murmura con pesar y cuando se da la vuelta viene hacia mí —no llores
—Sé que siempre fui la amante
—Por favor
—Pero me enamoré de ti —mis lágrimas salen y sus manos van a mi rostro —lo lamento
—también me enamoré de ti —busco sus ojos y no encuentro mentira alguna —pero no puedo romper mi compromiso, hay tantas cosas en contra.
—Quiero tener al bebé —él respira hondo y se aleja de mí
—Hablaremos en la noche —asiento —iré al apartamento y hablaremos.
—Está bien —seco mis lágrimas, él no dice más y salgo de su oficina con un nudo en la garganta.
Owen nunca me prometió nada, acordamos que no habría sentimientos de por medio, nos conocimos en una fiesta en el lugar donde yo trabajaba y luego de esa noche seguimos viéndonos porque no podíamos dejar de hacerlo, estar con él es adictivo, pero todo tiene consecuencias, sé que dentro de unos meses se casará, sé que espera que su padre le dé un puesto importante en la empresa de la familia, sé que no dejará nada de eso por mí y quizás debería irme y dejarlo hacer su vida, pero ¿qué haría yo? No tengo estudios, no soy como él, Owen es millonario, o bueno, su padre lo es, pero yo no soy nadie, ¿qué futuro puedo darle a mi hijo?
La noche cae y miro el reloj desesperada porque él llegue, el lugar en el que estoy es donde siempre nos vemos, pero al parecer no vendrá, salgo de ahí con las lágrimas amenazando por salir y comienzo a caminar a paso rápido hacia mi casa, puedo trabajar, claro que eso haré si él decide no hacerse cargo.
—Saldremos adelante —sonrío tocando mi vientre y cuando llego a la casa me detengo al ver a la mujer que espera cerca de mi puerta, ella no es de este barrio, parece alguien elegante y con dinero, en donde vivo no hay personas así.
—Debes ser Serena Grant —dice mirándome con una ceja alzada
—Si —susurro mirando su rostro que me recuerda a alguien
—quiero que te alejes de mi hijo Serena —mis ojos se abren ahora reconociendo a la madre de Owen —no volverás a buscarlo, vas a olvidarte de él y a irte bien lejos de aquí.
—Usted no decide eso señora —ella ríe
—Owen me mandó —frunzo el ceño —él no quiere volverte a ver mocosa
—Pensé que nadie sabía lo nuestro
—Una madre siempre sabe —ella bufa —toma —me extiende un cheque —este dinero es para que abortes y te olvides de mi hijo.
—No quiero dinero —ella agarra una de mis manos por las malas y deja el cheque en esta
—Siempre es por dinero, más te vale que no buques más a Owen —luego de eso camina altiva hacia su auto, miro el cheque y mis ojos se abren en demasía al ver la cifra que hay en este, mis lágrimas mojan el papel un poco arrugado, pero lo hago pedazos y lo lanzo lejos, nunca estuve con Owen por dinero y no aceptaré esto, saco mi teléfono y le marco a este rápido.
—Owen —digo desesperada cuando coge la llamada —Owen tu madre estuvo aquí y
—No quiero volver a verte Serena —él habla como si estuviera ebrio
—Owen tendremos un bebé —escucho su risa y más lágrimas salen de mis ojos.
—Pensé que eras distinta, aborta —jadeo al escucharlo —no vuelvas a llamarme maldita sea —se escucha un ruido y la llamada se corta, mis piernas se debilitan y caigo al suelo llorando.
Los días pasan y no hay noticias de Owen, bueno, si hay una, el adelanto de su matrimonio con su prometida, él se ve feliz en las fotos que los periodistas le han sacado con ella, se ha olvidado por completo de mí, debí darme cuenta, debí ver las señales, Owen es justo como su familia y a pesar de siempre saber eso, en el fondo quería pensar que él era distinto, que el dinero no era lo más importante en su vida, pero al parecer sí que lo es.
—¿Está todo bien con mi bebé? —le pregunto a la doctora que hace la ecografía, ella sonríe
—Todo de maravilla —sonrío —con él y con su hermano —mi sonrisa desvanece un poco
—¿Cómo dice?
—Tendrá gemelos señorita Grant —me mira —felicidades —asiento por inercia sin poder hablar.
Al salir del Hospital todo me da vueltas, gemelos, ¿cómo es posible? Los pies no me obedecen cuando quiero caminar, siento mis piernas débiles y comienzo a ver borroso mientras los latidos de mi corazón se aceleran, estaba preparada mentalmente para tener un hijo sola, pero no es uno, son dos, sonrío antes de caer al suelo cuando me desmayo.