Los gemelos del millonario

Capítulo 3: Dylan y Dean

Serena

Despierto y sonrío al sentir a mis pequeños moverse, pero al instante mi sonrisa se borra, patean demasiado fuerte, paso mis manos por mi gran vientre queriendo que se calmen y resoplo cuando no lo hacen, tienen hambre, salgo de la cama y camino fuera de la habitación aun acariciando con una mano mi vientre, patean tanto hasta el punto que duele y suelto un quejido por esa razón, al llegar a la cocina me sorprende no ver a Richard ya aquí, pero solo comienzo a preparar algo rápido para comer hasta que algo en la basura me hace detenerme y haciendo una mueca por el dolor, ya que los gemelos aún no se calman me doblo y agarro el papel, un nudo en mi garganta se forma al verlo bien y todo parece detenerse a mi alrededor, han pasado meses, no debería sentirme tan mal.

—Tengo hambre Serena —llega un sonriente Richard a la cocina —y apuesto a que mis nietos también —volteo y su sonrisa desvanece al verme con el papel en la mano —Serena

—No me dijiste —le muestro la invitación a la boda de Owen con esa mujer

—Lo lamento

—No pasa nada, yo —sonrío o al menos eso intento y vuelvo a lanzar a la basura la invitación —¿cómo se siente hoy? —él suspira

—Mejor cada día y estoy seguro de que no moriré antes de conocer a mis nietos —río feliz con eso —¿y tú?

—Bueno, sus nietos patean como futbolistas —él ríe —los amo pero son malos conmigo

—No digas eso de estos pequeños hermosos —él pone una mano en mi vientre, los gemelos se mueven y sonríe —ya me conocen

—Por supuesto, usted les habla día y noche —sonrío

—Mis nietos —sus ojos brillan —jamás pensé vivir cosas tan bonitas, Serena, tendré nietos —asiento, él se separa de mí.

—Vamos al comedor, hoy vas a desayunar lo que las empleadas preparen

—Pero yo

—No —me toma del brazo y echa a andar —por dios, casi no puedes caminar Serena, debes hacer reposo, estos meses has cuidado de mí y de todos, ahora me toca a mí —sonrío cuando nos sentamos en el comedor, jamás me arrepentiré de haber aceptado quedarme con él ese día, Richard ha sido un padre para mí.

—¿Cree que fue buena idea hacerle creer a todos que aborté y me fui? —suelto la pregunta de la nada, él me mira alzando una ceja.

—Sabes que si —dice triste

—Si —suspiro sin mirarle —hoy Owen entonces va a casarse al fin luego de esperar meses y cambiar varias veces la fecha de la boda —miro hacia la ventana —hoy al fin él —me callo y entrecierro mis ojos viendo el auto y a las personas que están fuera

—¿Estás bien?

—Owen —susurro poniéndome de pie

—Sí, hablabas de él pero

—Owen está fuera —Richard es rápido en ponerse de pie, yo me acerco más a la ventana mirándolo, estamos a una buena distancia, pero puedo verle bien, sigue igual que antes aunque tiene algo de barba y el cabello más largo pero

—¿Qué quiere? —miro a Richard, pero él no me habla a mí, sino al teléfono —¿verme?—vuelvo mi mirada a Owen —dile que si espera una hora podrá verme —vuelvo a ver a Richard —lo sé —este ríe —solo quiero ver si sigue siendo el títere de su madre o si al fin se cansa de bailar su música —miro hacia afuera deseando que se quede, deseando que acepte esperar una hora, deseando que cancele la boda, los segundos pasan y él sigue ahí, pero entonces todo se rompe dentro de mí al verlo alejarse hacia su auto, soy tan estúpida que ya me había creado falsas esperanzas, siento un fuerte dolor en mi vientre y llevo mis manos a este, pero no es como los anteriores, este es más fuerte, debo sujetarme de una silla cuando ya no aguanto más.

—Richard —digo, pero este está de espaldas a mí hablando por teléfono —Richard —siento el líquido bajar por mis piernas y mi corazón se acelera al máximo sintiendo miedo.

—Serena —Richard al fin me mira y rápido viene a mí —maldita sea ¿qué pasa?

—Creo que —me doblo por el dolor —los gemelos quieren nacer

—Por Dios —él hace que me siente y comienza a llamar por teléfono —respira Serena —obedezco, pero el dolor es horrible

—Tengo miedo Richard —agarro su mano apretando esta —tengo miedo —mis lágrimas salen

—Todo estará bien mi niña —él sonríe, pero sé que también tiene miedo

—Falta más de un mes Richard —grito por el dolor apretando más su mano —no es tiempo, yo

—Todo estará bien —él besa mi frente —respira Serena, todo saldrá bien —su voz me calma un poco y cierro mis ojos, pero sigo sintiendo un fuerte dolor, sonrío cuando se escucha el sonido de la ambulancia y espero que todo esté bien, ¿es casualidad que el día que Owen se casa mis hijos decidan nacer? Horrible casualidad.

Miro al pequeño que está en una incubadora frente a mí y sonrío, es pequeño, demasiado pequeño y aunque está bien, tiene su peso un poco bajo por lo que debe de estar ahí, las lágrimas se juntan en mis ojos mirando hacia el otro niño que está a su lado, mi otro bebé, es tan pequeño como su hermano, pero está un poco más delgado, al fin las lágrimas que trataba de retener salen, no quiero llorar, pero tuve demasiado miedo de que algo malo pasara y ahora todo ese miedo me hace llorar frente a ellos, Richard pasa un brazo por mis hombros y me pega a su cuerpo.

—Ellos están bien —musita con un brillo especial en sus ojos —y son hermosos

—Si —respiro hondo tratando de secar mis lágrimas —ellos son la razón de que no me arrepienta de nada de lo que he hecho hasta ahora.

—Serena no quiero presionarte, pero los gemelos ya nacieron y necesitan un nombre —lo miro —no podemos llamarlos gemelos del millonario todo el tiempo —río

—Nadie les llama así —bufa

—Todos en este hospital —susurra y sonrío sin dejar de mirarle —soy el millonario claro está —niego aun riendo

—Richard hace mucho que sé que nombre elegir —él me mira alzando una de sus cejas

—Y no me habías dicho nada —se ofende haciéndome sonreír

—No, era secreto

—¿Secreto? —parece enfadado y trato de no reír —son mis nietos Serena, merezco saber sus nombres, yo




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