Cinco años después:
Owen
La música está tan alta que aturde, las bebidas circulan por todos lados y las mujeres casi desnudas también, miro mi reloj, pero niego al no poder ver la hora, ya he bebido demasiado, aun así, no quiero llegar a la casa en donde la veré a ella, la mujer más falsa del planeta, mi querida esposa, con la cual llevo cinco años casado, cinco años que han sido un infierno y ni siquiera disfruto de la cama con ella, pensé que ganaría mucho con ese matrimonio, pero lo único que hice fue perder todo, además de que mi padre nunca me dio el puesto que quería, sigo siendo un diseñador más de su gran empresa, un empleado como cualquier otro.
—Ya estás ebrio Owen —miro a mi amigo —deberíamos irnos a casa
—Michael, en casa está mi esposa —río —no quiero llegar y escuchar sus quejas, también está mi madre, mis hermanos —bufo
—Owen, es tu familia
—Gracias a esa familia perdí lo mejor que tenía —él niega riendo
—Han pasado años y aún no olvidas a esa mujer —ríe —por Dios Owen, mira como tienes mujeres bellas en este lugar —abre sus brazos —elige a la que quieras.
—Ninguna es como ella —murmuro mirando la botella frente a mí
—Entonces no debiste dejarla ir —él tiene toda la razón, me pongo de pie sintiéndome mareado, pero niego cuando quiere ayudarme y comienzo a caminar, solo quiero salir de este lugar que ya me está ahogando, mi padre me odia, de Serena nunca volví a saber nada y en mi casa vivo con personas que solo esperan que papá muera para heredar todo. La vida me debe de estar castigando y lo peor es que estoy seguro de que merezco el castigo.
El taxi me deja frente a la casa y maldigo en voz alta, no pude venir en mi auto, demasiado ebrio como casi todos los días de mi vida, despacio camino hacia la casa, las luces están prendidas, pero a esta hora deberían ya de estar todos dormidos, entro a la casa dando un suspiro, mi hogar se ha convertido en un maldito infierno difícil de resistir.
—Debes dejar de beber ya Owen —me detengo cuando la escucho y miro hacia mi madre —¿es tu forma de castigarme? ¿Quieres que vea como te destruyes con lentitud?
—Cállate, no te castigo a ti —ella bufa, solo me castigo a mí
—Tu padre está al morir, eso lo sé, no le debe quedar mucho tiempo y estoy segura de que la empresa será tuya, siempre fuiste el favorito —me sujeto de un asiento, ya que es difícil mantenerme en pie
—¿Y si no quiero nada de eso?
—Es lo que siempre has querido, debes tomarlo, solo gracias a tu esposa, a esa que dices odiar seguimos viviendo en esta casa Owen y pagando nuestras deudas
—Claro, pasa que no dejas de comprarte zapatos —la señalo
—Si ella se divorcia de ti tendrás muchos problemas Owen, perderás todo, debes tener un hijo con Fabiana lo antes posible —sonrío sin dejar de mirarla
—¿Nunca cambiarás? —no dice nada y resoplo, le doy la espalda y camino hacia mi habitación, al entrar a esta miro a la mujer que esta despierta acostada en la cama leyendo un libro, Fabiana alza sus cejas al verme y ambos permanecemos en silencio.
—Me daré una ducha —ella solo asiente y voy hacia el baño, ella no tiene la culpa de que mi vida sea como es, también es un títere de su padre y de mi madre, luego de quitar toda mi ropa entro bajo la ducha, el agua tibia cae sobre mi cabeza y pongo mis manos contra la pared, esto debe acabar, debo olvidarla, fui cruel con ella, pero ella abortó y se marchó lejos, si hubiese sido mejor persona no habría aceptado el dinero de mi madre, me tenso cuando siento las manos en mi espalda que acarician todo a su paso, debo dejar atrás el pasado, me giro quedando frente a Fabiana que está completamente desnuda mirándome con temor, quizás cree que como otras veces voy a rechazarla, pero, en cambio, la beso con ganas haciéndola jadear y la pego con fuerza a la pared del baño, el problema es que al cerrar los ojos siento que todo lo hago mal, aun así no me detengo y la hago mía hasta que ambos quedamos satisfechos, olvidaré a Serena sea como sea aunque eso implique una vez más hacer lo que mi madre quiera.
★★★
Serena
Gimo cuando los besos de Scott se trasladan a mi cuello mientras sus manos se mueven por mi cuerpo, me muevo sobre él pensando solo en las cosas tan intensas que estoy sintiendo y él vuelves atrapar mi boca en un beso apasionado y con mucho deseo, me detengo de golpe cuando mi teléfono comienza a sonar, ambos estamos con la respiración acelerada al igual que nuestros corazones y río al escucharlo maldecir, intento tomar mi teléfono, pero Scott me detiene colocándome bajo su cuerpo y ambos sonreímos, miro sus ojos verdes que siguen mirándome con deseo.
—Lo lamento —menciono mirando sus ojos —pero debemos salir de esta cama, en unos minutos unos gemelos estarán corriendo por los pasillos de la casa buscando a su madre
—Odio quedarme a medias —él besa mi cuello y río
—Juro que voy a recompensarte —llevo mis manos a su rostro deteniendo sus besos y haciendo que me mire —también debes ir a ver a Richard
—¿Por qué no le decimos? —me pierdo en sus ojos —Serena
—Sé que él está mal —mis ojos se llenan de lágrimas al pensar en eso y me alejo del cuerpo de Scott, el médico de Richard que entró a mi vida en el momento perfecto
—La verdad nunca pensé que viviría tanto tiempo
—Lo hace por los gemelos —sonrío caminando hacia el baño —vístete y vete sin que te vean —él bufa y entro al baño sin mirarle.
Camino por los pasillos de la mansión escuchando las risas de los gemelos, deben de estar jugando a la escondida con sus niñeras, no sé cómo lo resisten, me detengo frente a la habitación de Richard y toco la puerta.
—Entra Serena —sonrío, sabe que soy la primera en venir a verle siempre y entro, él está sobre la cama con un suero puesto y esta bastante pálido, cada día más débil, peor.
—Te veo bien hoy —me acerco a él y beso su mejilla para luego sentarme a su lado