VERÓNICA
Dmytro resopla y me mira con demasiada franqueza.
— ¿Por qué esta mentira, Verónika Serguíievna? Sé que mis gemelos la ofendieron. Pero me enteré demasiado tarde, justo después de su última clase —suspira y añade—: Así que puede negarlo todo lo que quiera, pero el sábado por la noche escuché la conversación de mis hijos. Se arrepentían sinceramente de su comportamiento, pero…
Lo miro con los ojos bien abiertos. No puedo creer que lo sepa todo. Mientras pienso, él continúa:
— Hoy planeaba ir al centro para disculparme con usted. Pero, como ve, el destino decidió otra cosa —nuestra reunión se adelantó.
Lo miro sin siquiera parpadear. Parece que no es tan descarado, pero aun así trabajar con él me da cierto temor. Exhalo y decido confesar:
— Hoy no me habría encontrado en el centro, porque el sábado fue mi última clase. Solo estaba reemplazando temporalmente a María Petrivna.
— Verónika Serguíievna, lamento el comportamiento de mis hijos. Pero no todo está perdido. Si acepta trabajar conmigo, le explicaré todo. Y estoy seguro de que comprenderá a los pequeños. Por ahora, le pido que se quede. No tengo tiempo para buscar a otro profesional calificado. Apenas logré encontrarla. Y cualquiera no me sirve…
En parte entiendo a este hombre, pero en el fondo no quiero colaborar con él. Suspiro con fuerza, porque aunque quisiera negarme, no puedo —pondría en aprietos a mi jefe. Y él empezaría a ponerse nervioso y nos arruinaría el ánimo a todos. Además, hasta podría quitar a su abogado. Miro fijamente al atractivo y bastante serio galán y con decisión acepto.
— Acepto, pero solo a prueba. Si algo no me convence, me iré —respiro hondo y agrego—: Y también espero sinceramente que su esposa y sus hijos no estén en contra de nuestra colaboración. No pienso trabajar en condiciones inestables o inadecuadas. —Estoy nerviosa, pero no me detengo—: Ni siquiera un buen salario vale la pena si es a costa de mi bienestar.
— La he escuchado, Verónika Serguíievna. Y puedo asegurarle: ni mi esposa ni mis hijos estarán en contra.
Resoplo y niego sus palabras con atrevimiento:
— No estoy tan segura de eso. Conociendo a sus hijos… —me callo al notar su mirada demasiado intensa sobre mí.
— Verónika Serguíievna, no nos adelantemos. Resolvamos los problemas a medida que surjan. Y por ahora —basta de hablar —dice con firmeza, y al segundo ordena—: Tome los documentos que necesitará para el empleo y venga conmigo.
Suspiro con pesar. Tengo que ir. No quiero perjudicar a Yaroslav, y ya tengo suficientes problemas. Solo espero que trabajar con este hombre no se convierta en otra dificultad. No quiero seguir desgastándome por tonterías. Ya tengo bastante con haberme separado de Ígor y todo lo que él me hizo…
Tras dudar un momento, vuelvo a la mesa, tomo lo necesario y camino con inseguridad tras Dmytro Oleksándrovych.