DMITRIY
Al cerrar la puerta detrás de Verónica, suspiro. En el fondo, me alegra volver a encontrarme con esa chica. Y más aún saber que ahora trabajará para mí. Es inesperado, pero muy agradable. Aunque el hecho de que se negara a colaborar al principio me puso un poco de los nervios. Pero puedo entenderla... mis hijos no son precisamente unos angelitos. Estoy convencido de que fue por ellos que rechazó trabajar conmigo.
Sinceramente espero que, con la ayuda de Verónica, ahora el trabajo sea más llevadero. Ya no tendré que buscar traductores distintos para los documentos y para las reuniones, que últimamente tengo muy a menudo con socios chinos.
Me siento al volante, me abrocho el cinturón de seguridad, enciendo el motor y me dirijo a la chica.
— Verónica Serguíevna, su jefe me la recomendó como una de las mejores traductoras. También me dijo que antes se negaba a colaborar con grandes empresas... ¿Por qué?
— Por motivos personales —responde en voz baja—. Preferiría no entrar en detalles.
Asiento y arranco.
— Disculpe. No es tan importante para mí, aunque me resulta algo extraño. Si existe una oportunidad de crecimiento profesional, ¿realmente vale la pena rechazarla?
Quiero llegar al fondo de la verdadera razón de su negativa.
— Tal vez tenga razón, pero hay cosas mucho más importantes que una buena carrera... —contesta con inseguridad.
Asiento otra vez y cambio de marcha.
— ¿Como qué?
Verónica mira por la ventana y responde con un tono apagado:
— Ya no importa.
Por supuesto, su vida personal no es asunto mío, pero hay detalles que necesito entender.
— Verónica Serguíevna, la verdad es que todo eso ya da igual. Estoy contento de que haya aceptado trabajar en mi empresa. Pero me gustaría saber por qué se negó a dar clases a mis hijos. ¿Se portaron muy mal?
— No —niega enseguida, sin dudar—. Lo que pasó fue que Yaroslav me propuso una colaboración a largo plazo y, al aceptar su oferta, tuve que rechazar el trabajo como tutora.
No estoy del todo convencido con su historia, pero concuerda con lo que me dijo Yaroslav, así que debe haber algo de verdad. Aun así, no puedo ignorar lo que escuché decir a los gemelos. Y para ser sincero, me extraña que Verónica no diga nada sobre las travesuras de mis hijos.