Los Guardianes

El dolor de hizo soportable

Frío...

Mis pies duelen debido a la velocidad en la que corro, astillas se meten en la planta de mis pies haciendo que correr sea aún más difícil ramas se atraviesan en mi campo de visión intento esquivarlas sin ningún éxito Fuertes sonidos de trompetas y alas golpeando se hacen aun mas audible y se que mi momento de partir de dejar este mundo atrás ha llegado. Si aún no me han alcanzado es porque sobre mi rodearon un polvo que hace que mi olor se disperse en el aire; porque digo con mi torpeza sería presa fácil de atrapar.

¿Cómo pude ser tan tonta de creer que en él? Ahora entiendo porque dicen que el amor es una debilidad, quedas en un estado tan vulnerable y expuesto que cuando te traicionan buscas mil y una excusa para justificarlo... Por que justo allí cuando lo justificas ya estás perdida.

Mis neuronas -las que no se han disuelto debido al frió- maquinan un plan, lo se, lo mejor en estos momentos seria tirarme al suelo y llorar y dejar que todo, para lo que he estado tratando de evitar pase pero no, no lo haré es una actitud cobarde y así como soy pieza importante para acabar con las humanidad se que puedo reconstruirla... Mis pensamientos se van al caño cuando un chirrido aún mas fuerte hace eco y un fuerte golpe en mis costillas haciendo que mi espalda choque contra un árbol y caiga al suelo perdiendo el conocimiento, con un fuerte dolor en mi nuca dejo que mis párpados se cierren...

No me toma mucho tiempo el recobrar la consciencia algo que me enseño Clayton es nunca dejar que los enemigos vean que te han derrotado. Además aquel polvo aminoró el dolor.

Camino entre las enramadas y vizualiso a lo lejos un ejército numeroso. No puedo ver sus rostros por la distancia pero emanan una potente luz.
En la otra esquina hay un batallón de más de 500 gladiadores a pasos apresurados ambos se colocan uno frente al otro.

Una fuerza que noce de donde proviene me jala hacia atrás y desconozco de quien sea. Por lo que cuando veo su rostro todo en mí se congela es ÉL.

Tengo frente a mi ojos al Innombrable. 
De un momento a otro mis vestiduras se convierten en las de un gladiador una espada en la mano derecha y un escudo en la izquierda.

Una banda negra adorna mi frente.
Falda y camisa de cuero acompañada de una coraza es mi vestimenta. Sandalias de oro cubren mis pies.

Se que estoy lista es ahora o nunca.

–Annaisha Akira– habla con voz de trueno– tú, quien perteneces a la tercera generación de los Alfa más no eres como ellos te reto a este duelo, cuerpo a cuerpo.

– Como tercera generación Alfa, acepto el duelo.

Una voz proveniente de la espesa neblina se hace oír:

– Las reglas son claras, el primero que que con la espada traspase el pecho del oponente es quien tiene la victoria. Ahora que todo está dicho comencemos.

Una estruendosa trompeta hace eco por todo el lugar.
Mide más de 1.80 su musculatura es simplemente impresionante, posee un porte de elegancia. Cada poro de su cuerpo grita: MATAR, DESCUARTIZAR, DEJAR HUELLA.

El es quien llega primero al centro del lugar, con pasos seguros quedamos uno frente al otro. Le damos una vuelta al circulo en el que estamos sin quitarnos la mirada de encima.
Inmediatamente me enderece tal como en el entrenamiento dejando mis pies a 45 grados de distancia. Los brazos cubriendome las costillas y los puños el rostro.

No daré el primer golpe. Tomará ventaja de ello. Por lo que dejo que sea él quien ataque primero. 
Intenta pegarme con el puño cerrado por lo que levanto el escudo haciendo que este impacte y un produzca un sonido estruendoso. Tomo ventaja de eso para impulsarme y poder partirle una pierna pero me es imposible ya que supo que iba a hacer y agarra esta y me vuela por los aires haciendo que mi cara impacte contra un montón de roca. Alcanzo ver un hilo de sangre desbordarse de mi boca pero no me importa. No duele.

Decidida camino otra vez hacia el círculo quedando de espaldas a él y en un movimiento rápido me trepo en esta tomo la daga y si no tuviera tan mala puntería le hubiese dado en el cuello pero termine cortándole la cara. Gime de dolor, su vestidura manchandose. Ese era el momento perfecto para atravesarle la espada pero no lo haré, no aún.

Se repone rápidamente para volver a su postura y a pasos agigantados viene hacía mí. Me toma por la cintura y estrella mi cuerpo contra un árbol.

Carajo! Otra vez?

Todos mis huesos tiemblan en dolor. Parece que el polvo esta dejando de hacer efecto. Como puedo me levanto del suelo pero antes él toma la daga y clava el puñal en mi brazo. Me retuerzo en dolor y saco fuerzas sobre humanas para tomar una enorme roca y estamparla contra su cabeza. Crujió como si le hubiera partido el craneo y espero que así sea. Pero no aseguro mi victoria no hasta que ensarte la espada en su pecho.

Jadeo por el cansancio, con una mano intento fallidamente de detener la sangre y con la otra tomo la espada. Estoy por clavarla cuando este la agarra con sus manos y dice:

–No Akira así no terminaran las cosas. 
Desprevenida me tumba al suelo agarra la espada decidido a matarme. Tomo el pesado escudo de metal pero sólo pude cubrirme una parte de mi cuerpo ya que la que quedó libre fueron parte de mis piernas y sentí como la espada traspaso el muslo.

El dolor que experimento en estos momentos es equivalente a 14 huesos rotos, pude ver la parte de adentro de mi piel como si escuece.

Diablos!

Duele como el infierno. Pero aún así saco fuerzas de donde no tengo para tomar la daga para hacer tiro al blanco con su cara. Mágicamente logro enzartala en su ojo, lo desestabiliza un poco y se recuesta contra un arbol mientras grita improperios. Tomo ventaja de esto para arrastrarme y tomar la espada mientras el está doblado sobre su cuerpo. Me levanto con la ayuda de un tronco y por golpe de gracia esta vez sí atino.

Grita, gime, se retuerce y así mismo cambia de formas primero un animal de 7 ojos posee 4 alas con pies de león. Luego a la de un becerro moribundo y por último queda como un enorme murcielago pero encogido. Está muerto. Yo lo maté. Todo ha acabado.




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