Los Guardianes

Capítulo 1

Estaba en una finca familiar a las afueras de la ciudad, un lugar que parecía suspendido en el tiempo. La brisa no era fuerte, solo una caricia suave que se deslizaba entre los árboles y rozaba mi piel con delicadeza. Cerré los ojos y respiré hondo, dejando que el aire fresco llenara mis pulmones y calmara mi mente. La noche estaba en su punto perfecto, la luna alta en el cielo iluminaba los prados con un resplandor plateado que revelaba diferentes tonos de verde, creando un contraste hipnótico con las sombras de los árboles.
Sonreí sin darme cuenta. Ese lugar siempre me había dado paz. La finca tenía algo especial, un eco del pasado que me envolvía cada vez que regresaba. Me sentía segura aquí.
Tomé mi abrigo de una de las sillas de la terraza y lo sostuve por un momento entre las manos. El aire nocturno no era lo suficientemente frío, pero aun así decidí ponérmelo mientras bajaba las escaleras de madera. Las hojas crujían suavemente bajo mis pies mientras caminaba por el prado. La textura de la hierba contra mis pies descalzos me hacía sentir conectada con la tierra, como si formara parte de ese paisaje.
Tenía mi cabello suelto y la brisa lo movía con suavidad, ambos hacían una danza sensual. Voltee y mire hacia la casa de la que acabada de salir, tenía un estilo antiguo, un estilo victoriano, la casa había sido un regalo de mi padre hacia mi madre, era de color blanco llegando casi a un tono cremoso y con grandes ventanales. En ella se podía respirar una tranquilidad absoluta, cosa que no se podía hacer en la cuidad.
Ese día estaba celebrando mi cumpleaños número quince, En el interior, mi madre y mi hermano estaban preparando todo para la pequeña celebración familiar, mientras mi padre estaba en otra casa vecina visitando a su mejor amigo. Hasta que lo escuché.
Un estruendo desgarrador rompió la calma de la noche. El suelo tembló bajo mis pies. Giré hacia la casa y vi cómo una columna de humo oscuro comenzaba a elevarse desde el interior.
-¡Mamá! ¡Ben! - grité, y sin pensarlo, corrí hacia la puerta principal.
La empujé con fuerza y entré. El calor y el humo me golpearon de inmediato. La madera crujía bajo mis pies mientras las llamas comenzaban a consumirlo todo. El aire era espeso, difícil de respirar, pero seguí avanzando.
-¡Ben! ¡Mamá! ¿Dónde están? - tosí mientras intentaba cubrirme la boca con una mano.
Entre las sombras y el resplandor anaranjado del fuego, vi a mi hermano. Estaba en la sala, intentando quitarle de encima un pesado tronco que antes había sido parte de la estructura del techo a nuestra madre.
Corrí hacia él.
-¡Ben! ¡Déjame ayudarte!
La ayudamos a levantarse y pasamos sus brazos por nuestros hombros para cargarla. El humo era cada vez más denso y las llamas más intensas. La casa crujía, amenazando con venirse abajo en cualquier momento.
Llegamos a la puerta de entrada de la casa y salimos, momentos después la casa termino de explotar y quemarse por completo. Mi madre, mi hermano y yo tosíamos tratando de recuperar el aire, era la sensación más espantosa por la que había pasado y no quería volver a vivirla. Algo me obligó a levantar la vista. Un presentimiento, un instinto primitivo que no entendí en ese momento. Y entonces lo vi. Estaba sonriendo.
Entre las sombras de los árboles que rodeaban la finca, una figura se erguía en la penumbra. Alta y delgada, con una sonrisa que me heló la sangre. El resplandor del fuego iluminaba su rostro parcialmente, lo suficiente para distinguir el brillo en sus ojos.
Me levanté de golpe.
-¿Quién eres? -grité.
La figura dio un paso hacia atrás. Y luego desapareció entre los árboles. Como un resorte, salí impulsada a correr hacia ese sujeto.
-¡Vuelve aquí! -Mis pies golpeaban el suelo con fuerza mientras me internaba en el bosque. Sentía que mi hermano me llamaba, pero no le prestaba atención, estaba enfurecida y cada vez escuchaba más lejos su voz.
Llegue hasta donde habla estado ese sujeto, pero no vi nada, me entre más en el bosque y comencé a buscarlo, vi una sombra que me llamo la atención y la seguí con cuidado, después de rodear uno de los árboles del bosque, lo vi.
Estaba a unos metros de distancia. Sabía que podía alcanzarlo, era muy veloz gracias al entrenamiento de nuestro padre, pero cuando iba a comenzar a correr otra vez, un fuerte sonido me detuvo en seco.
Giré sobre mis talones y miré hacia la casa. La estructura se había derrumbado por completo. Solo quedaban cenizas y fuego. Una sensación de impotencia se apoderó de mí. Bajé la mirada y apreté los puños. La casa que tanto amaba se había derrumbado.
Desperté de golpe, jadeando. El techo blanco de mi habitación fue lo primero que vi. Pasé la mano por mi frente y sentí un sudor frío cubriéndome la piel. Me incorporé sobre el codo y miré el reloj que descansaba sobre la mesita de noche. Las cuatro de la mañana y todavía faltaba para que sonara la alarma del reloj.
Lo coloqué otra vez en donde estaba y me senté en la cama. Después de cinco minutos me levante de un todo y me dirigí al baño a lavarme la cara, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había tenido ese sueño y para quitarme la sensación decidí que sería mejor darme un baño para refrescarme. Me eché agua fría en la cara, intentando calmar el temblor de mis manos.
-No pienses en eso —murmuré para mí misma.
Eran las cuatro y media cuando salí del baño, los excesos de agua de mi cabello iban dejando gotas por donde caminaba, así que tome otra toalla que estaba en la cama, la coloque en mi cabeza y comencé a buscar que atuendo usaría hoy.
No era la misma desde ese día, todo había cambiado y todo por culpa de una estúpida guerra. Al día siguiente, después de lo sucedido, mi padre se había acercado a mi hermano y a mí diciéndonos que desde ese momento comenzaría nuestro entrenamiento especial.
me vestí rápidamente: unos jeans oscuros y una camisa blanca. Me até el cabello en una coleta alta y bajé a la cocina para preparar un café fuerte y un par te tostadas. Las imágenes del sueño todavía revoloteaban en mi cabeza, pero necesitaba concentrarme en el día que tenía por delante. Cuando termine de desayunar, mire de nuevo el reloj, ya tenía que salir si no llegaría tarde.
Tome mis llaves, active el sistema de seguridad de la casa y sali, entre en mi auto un spark gt blanco y me puse en marcha.
Me detuve al frente de la cafetería en la que trabajaba, hacía ya un año en que toda esa locura de crear una nueva cafetería había empezado y todo estaba saliendo estupendo, cada vez teníamos más clientes y el trabajo incrementaba, razón por la cual necesitábamos contratar más personal. La cafetería era de tamaño mediano y sus paredes eran de tonos suaves, brindábamos variedades de productos para mayor comodidad del cliente, a mi socia, que era mi mejor amiga y a mí nos gustaban las flores, así que decidimos colocar algunas como adorno, se veía hermoso.
Busque para aparcar el auto en el estacionamiento interno y me baje. Subí para abrir las puertas de la cafetería y así poder iniciar el día laboral, cuando abrí las puertas pude ver que todo estaba organizado, pero como tenía tiempo de sobra decidí cambiarle un poco el orden, así que empecé a reorganizar un poco todo.
-¡No puede ser! ¿Quién te despertó tan temprano? ¿Y desde que hora estas aquí? –exclamo Sara mirando todo lo que acababa de reorganizar. Sara era mi mejor amiga desde que éramos unas chiquillas insoportables, nos gustaba hacerle maldades a mi hermano Benjamín y rara vez nos descubrían, cuando nos descubrían era “paticas para que te tengo” y salíamos corriendo.
-Un sueño me despertó.
-¿Un sueño?
-Recuerdas lo que me paso en mi cumpleaños número quince.
-Sí, no me días que…. –dejo la frase sin terminar.
Asentí con mi cabeza. Sara era mi mejor amiga desde que tenía recuerdos, nuestras familias eran muy cercanas y cuando cada una cumplimos los quince años, nos dijeron lo de la organización de cazadores o guardianes. Eso nos unió más, éramos prácticamente hermanas.
-Mierda.
-Pues sí, y después de eso no pude pegar el ojo otra vez.
-Qué mal, por eso tienes ese aspecto horrible, hay que colocarte una mascarilla y te verás mejor.
-Mejor cambiemos de tema, cómo van los planes de contratar a más personal.
-Ya estoy en eso, por cierto más tarde voy a hacer las entrevistas de las aspirantes.
-Me parece bien.
Al pasar de las horas fue llegando el personal y cada uno fue tomando su lugar, los clientes empezaron a llegar también y a cada uno se le atendió. Después fueron llegando las aspirantes a los puestos de trabajo.
Había pocas candidatas entre las cuales elegir, pero la decisión final sobre a quién contratar recaía en Sara. Al final del día, ella me entregó el listado con los nombres de las nuevas seleccionadas, cada una acompañada de su respectiva hoja de vida: Camila Santos, Ana Martínez, Andrea Evans, Casandra Suarez y Ruth Rodríguez.
-Estas son las seleccionadas por mí, dales un vistazo y me dices.
-Confió en ti, así que si tú las elegiste esas son, además tú sabes de eso mejor que yo.
-Sabia de dirías eso.
Sara salió de la oficina y se llevó junto con ellas las carpetas. Cuando la puerta se cerró no pude más que pensar en el sueño, me acordaba de todos los detalles de lo sucedido ese día. Ese recuerdo había quedado fuertemente grabado en mi mente y quería encontrar el responsable de lo ocurrido, abrí mi gaveta del escritorio y saque un papel un poco viejo pero perfectamente doblado en el que había dibujado su retrato, habían pasado ya casi siete años desde el incidente y no había rastros de él. ¿Dónde se había metido?
El resto del día transcurrió normal. Al final de la jornada, todos los empleados salieron, dejando la cafetería en calma. Solo Sara y Daniel se quedaron conmigo.
-Chicos, sé que cada uno quiere irse a su casa y descansar, pero necesito que me envíen un informe de sus actividades y los avances que han hecho con respecto a ustedes ya saben. —Les dije, apoyándome en el mostrador.
-El mío casi está listo —respondió Daniel, estirándose—. Solo me falta añadir el informe de esta semana.
-El mío ya está terminado —dijo Sara, encogiéndose de hombros—. Solo falta enviártelo, y lo haré en cuanto llegue a casa.
-Otra cosa, quisiera saber si van a salir esta noche a patrullar.
-Yo no puedo —dijo Sara—. Tengo que hacer una actualización de datos con Jazmín.
-Yo sí voy a salir —intervino Daniel—. Iré con Damián, Scarlett, Cristian y Lorena.
-Bien, alguna cosa me informas.
Salimos de la cafetería y cada uno tomo rumbo para su casa. Cuando llegue, me prepare algo rápido de comer y después subí a mi habitación. Pocas personas hacían lo que estábamos haciendo Sara, Daniel y yo, por lo general los cazadores, guardianes o como se le quiera llamar, tendríamos que estar reposando en el dia para recargar las energías antes de cada batalla, ya que estas eran muy difíciles y en su mayoría eran por las noches. Pero como nosotros tres queríamos algo diferente a las batallas, decidimos seguir con lo que Sara y yo habíamos empezado.
Al principio nos costó mucho a los tres, ya que requería mucho esfuerzo físico y mental que en varias ocasiones nos llevó al límite, pero después lo superamos y nos acostumbramos a ello. Como guardiana no hacia mi trabajo mal, al contrario, era muy buena, pero era algo a lo que nunca me acostumbraría. Chistosamente, mi padre era el líder de la organización y por ende mucha de la responsabilidad recaía en mí.
Si, lo sé, a veces el destino es como una patada en el estómago y muy dolorosa por cierto.
Me di un baño y cuando sali me coloqué mi atuendo de guerrera: un jean y camisilla del mismo color negro y unas botas especiales que tenían unas cuchillas en su plataforma. ¿Por qué siempre era negro y no otro color? Buena pregunta, porque el negro no era mi color preferido y estaba lejos de serlo, pero la lógica detrás de usar negro era simple: si terminabas cubierto de sangre en una pelea, no se notaba tanto.
¡Pfff! que estupidez, desde la próxima semana usare blanco y nadie me dirá nada.
Claro que el problema era mantener el blanco impecable después de una pelea. Casi misión imposible. Abrí mi closet especial, tome mi chaqueta larga y negra que ocultaba todas las armas y me la coloque. De la parte de abajo del closet saque unas dagas, tres pistolas y un par de municiones. Me hice una coleta y sali, el recorrido por el sector asignado no tuvo mayor movimiento, al parecer los Rads no habían salido hoy.
Vaya sorpresa.
¿Qué son los Rads? Bueno esa es la pregunta del millón, los Rads son una raza “no humana o alienígena” por así decirlo, que llego hace muchos, muchísimos años a la tierra, la cuestión es, si ellos no tuvieran que matar a los humanos para alimentarse todo estaría bien, el mundo estaría en paz, bueno al menos con relación a ellos, pero noooo, es todo lo contrario, ellos se alimentan de la energía vital de los humanos para sobrevivir, ¿suena raro eh? son como vampiros, pero de energía. ¡Carajo! ¿Por qué no se alimentan de las vacas, caballos, perros u otro animal? ¡Sería mucho más fácil para todos! Pinches Rads.
Después de que nada interesante ocurriera en el trascurso del patrullaje, decidí irme para mi casa y aprovechar el poco tiempo de descanso que me quedaba ante de ir a la cafetería.
Me acosté en la cama mirando hacia el techo, cada vez que lo hacía entraba en mi “fase filosófica”, pensaba en las distintas maneras de acabar con la guerra, pero sabía que eso no pasaría. No todavía.
Sentía los parpados de los ojos pesados así que decidí dormirme.



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En el texto hay: amor, odio, peleas y accion

Editado: 12.03.2025

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