A más de 100 metros de profundidad existe un laboratorio construido con los materiales más resistentes haciéndolo impenetrable pero a su vez evitaba que las criaturas en su interior pudieran escapar.
En la zona de los REPRIMIDOS los gritos de dolor eran diario y a pesar de esto ser una costumbre , el personal de limpieza no podía evitar alejarse con pavor ya que sentían que si se quedaban allí morirían en manos de ellos a pesar de que estos estaban encerrados.
De una de las habitaciones no se percibía ningún sonido , allí permanecía una joven de cabellera negra , con uñas tan largas que parecían garras capaces de despedazar , su piel pálida hacia resaltar sus ojos rojos como la sangre.
Estaba en el suelo , con su mano sujetando su garganta en busca de un alivio que no llegaría, sin embargo a pesar de hacerse daño con las uñas enterradas en su piel , ese dolor no le importaba. Ya que la sed de sangre que poseía era demasiada. Sus días eran igual a los demás , llenos de agonía , sufrimiento y torturas .Pero nunca gritaba de dolor a pesar de los experimentos inhumanos que le hacían
Jamás pensó que podría escapar de allí , la seguridad era de alto nivel hasta que se despertó tras ser anestesiada y vio enfrente suyo , una oportunidad de escapar.