Elanor sabía que tenía que encontrar a los Guardianes, los únicos que podían ayudarla a entender su destino y a controlar la magia de la piedra. Pero no sabía dónde estaban ni cómo reconocerlos. Aran le dijo que eran los descendientes de los Antiguos, que habían jurado proteger el bosque y sus secretos. Le dijo que tenían una marca en la muñeca izquierda, un símbolo de un árbol con siete ramas. Le dijo que eran valientes, leales y sabios. Pero también le dijo que eran pocos y que se ocultaban de los ojos del mundo.
Elanor decidió salir del bosque y buscarlos por las tierras cercanas. Se puso una capa verde para camuflarse con el entorno y se llevó un arco y unas flechas por si acaso. También se llevó la piedra, que guardó en un bolsillo secreto de su vestido. Aran le hablaba desde la piedra, dándole consejos y ánimos.
- No te preocupes, Elanor. Estoy contigo. Juntos encontraremos a los Guardianes y cumpliremos la profecía -le dijo Aran con su voz amable.
- Espero que tengas razón, Aran. No sé si estoy preparada para esto -le respondió Elanor con duda.
- Confía en ti misma, Elanor. Eres especial. Eres la elegida -le insistió Aran con admiración.
Elanor suspiró y siguió caminando. No sabía qué le esperaba en su búsqueda, pero tenía la esperanza de encontrar a los Guardianes y descubrir su verdadero propósito en el mundo.
Después de varios días de caminar, Elanor llegó a una pequeña ciudad llamada Bree, donde se alojó en una posada llamada El Poney Pisador. Allí conoció a un grupo de aventureros que se hacían llamar Los Cinco. Eran un humano, un enano, un halfling, una gnoma y un orco. El humano se llamaba Rolf, era el líder del grupo y un experto espadachín. El enano se llamaba Gimli, era el más fuerte y el más gruñón del grupo y manejaba un hacha con destreza. El halfling se llamaba Pippin, era el más joven y el más travieso del grupo y tenía una gran habilidad para robar y esconderse. La gnoma se llamaba Lila, era la más inteligente y la más astuta del grupo y sabía usar la magia de los elementos. El orco se llamaba Grok, era el más grande y el más feroz del grupo y luchaba con una enorme maza.
Elanor se sintió atraída por ellos desde el primer momento. Eran diferentes a todo lo que había visto antes. Eran valientes, divertidos y tenían un gran sentido del honor. Le contaron que eran mercenarios que viajaban por el mundo buscando tesoros, aventuras y problemas. Le dijeron que estaban planeando ir al Reino de las Sombras, un lugar oscuro y peligroso donde se decía que había una antigua fortaleza de los Antiguos. Elanor vio una oportunidad de encontrar a los Guardianes y de aprender más sobre su destino. Les pidió que la dejaran unirse a ellos y les mostró la piedra azul.
- ¿Qué es eso? -preguntó Rolf con curiosidad.
- Es una piedra mágica que contiene el espíritu de un Antiguo -respondió Elanor.
- ¿Un Antiguo? ¿Qué es eso? -preguntó Pippin con asombro.
- Son los creadores de la magia, los primeros seres que existieron -explicó Lila.
- ¿Y cómo conseguiste esa piedra? -preguntó Gimli con desconfianza.
- La encontré en el bosque de Lorien, donde vivo -dijo Elanor.
- ¿Vives en el bosque de Lorien? ¿Eres una elfa? -preguntó Grok con sorpresa.
- Sí, soy una elfa -confirmó Elanor.
Los Cinco se miraron entre ellos y luego asintieron. Decidieron aceptar a Elanor como parte de su grupo. Le dijeron que era bienvenida y que podía acompañarlos al Reino de las Sombras. Le advirtieron que sería un viaje difícil y peligroso, pero también lleno de emociones y recompensas. Elanor aceptó sin dudar. Estaba feliz de haber encontrado unos nuevos amigos y de haber dado un paso más hacia su destino.
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Editado: 28.02.2024