Los Guardianes de la Piedra Mágica

Decima segunda parte

 Sí, busquemos -dijo Gimli, de acuerdo.

· Busquemos -dijo Grok, entusiasmado.

Elanor, Ewan y los Cinco siguieron buscando a los Guardianes y a los portadores. No sabían dónde estaban ni cómo reconocerlos. Pero sabían que eran valientes, leales y sabios. Sabían que eran la esperanza del mundo.

Después de buscar por el Reino de las Sombras durante varios días, Elanor y los Cinco encontraron a otro de los Guardianes. Era una mujer joven, de cabello rubio y ojos blancos. Llevaba una túnica plateada y una capa azul. Tenía una marca en la muñeca izquierda, un símbolo de un árbol con siete ramas. Era la portadora de la piedra blanca, la piedra de la luz.

· ¿Quién eres tú y qué quieres? -preguntó la mujer, con frialdad.

· Soy Elanor, una elfa del bosque de Lorien -respondió Elanor, con amabilidad-. Estos son mis amigos, los Cinco. Y este es Ewan, el portador de la piedra verde. Somos unos aventureros que venimos a buscar a los Guardianes y a los portadores de las piedras.

· ¿Qué piedras? ¿De qué hablas? -preguntó la mujer, con indiferencia.

· Hablo de las siete Piedras de los Antiguos, que fueron creadas por ellos para guardar su conocimiento y su poder -explicó Elanor, con paciencia-. Cada piedra tiene un color y un elemento asociado. La tuya es la piedra blanca, la piedra de la luz. La mía es la piedra azul, la piedra del aire.

Elanor sacó su piedra azul de su bolsillo y se la mostró a la mujer. La piedra era del tamaño de una nuez y tenía una forma ovalada. Su superficie era lisa y brillante, y su color era un azul claro. Elanor sintió el frío que emanaba de ella y vio cómo pulsaba con una luz propia.

· Esta es mi piedra, la piedra azul -dijo Elanor, con orgullo-. La encontré en el bosque, por casualidad. Dentro de ella hay un espíritu llamado Aran, que me habla y me ayuda.

· ¿Un espíritu? ¿Un Antiguo? ¿Una piedra mágica? -repitió la mujer, con desdén-. Eso es ridículo. Yo no tengo ninguna piedra como esa.

La mujer negó con la cabeza y se negó a mostrar su piedra blanca. La tenía escondida en su bolsillo y no quería compartirla con nadie. Dentro de ella había un espíritu llamado Luna, que le hablaba y le advertía.

· No confíes en ellos, Selene -le dijo Luna, desde la piedra blanca-. Son unos extraños que quieren robarte tu piedra y tu poder. Son unos enemigos que quieren destruir tu reino y tu misión.

· Lo sé, Luna -le respondió Selene, con obediencia-. No confío en ellos ni les mostraré mi piedra. Son unos intrusos que deben ser expulsados o eliminados.




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