Los Guardianes de los Elementos: El Guardián del Rayo

Naturaleza de Ciudad

Raymond y Frank se encontraban recorriendo la ciudad. En un momento vieron a un chico caminando frente a ellos sin percatarse de su presencia. Un par de metros después, el chico se frenó, comenzó a ver a todos lados como asegurándose de estar solo, y con un brillo verde le devolvió la vida a unas flores marchitas en la ventana de una casa. Siguió caminando. Cuadras después, encontró a una señora paseando a su perro, este la tironeaba y ladraba a todas las personas que pasaban, y ella no apartaba su vista del celular. El chico se acercó para acariciar al animal, el cual se volvió manso. Sacó una galleta del bolsillo, la partió y le dio la mitad al can. Luego se dirigió a la mujer, la obligó a guardar el celular y la animó a darle el resto del premio a su mascota. El chico siguió camino.

Llegó a un callejón y estaba ayudando a un gato enredado en cuerdas de tendedero. En ese momento sus observadores le informaron de su presencia. El chico se volteó hacia ellos con desconfianza y temor de que lo hubieran descubierto. Pero antes de que alguno dijera algo, una gran Sombra apareció bloqueando la única salida del callejón. Los Guardianes estaban a punto de tomar acción, cuando el chico misterioso se adelantó con una espada en mano derecha y empezó a pelear contra la Sombra. Daba golpe tras golpe hasta que el soldado de Oscuridad lo derribó.

-¿Estás bien?- le preguntó Raymond al chico, que había terminado contra un conteiner de basura.

-Bien, ya mostraste tu poder. Ahora es nuestro turno- dijo Frank al momento en que, con el otro Guardián, desenvainaban espadas.

Sus atuendos cambiaron de mera ropa civil a sus trajes de combate en una estela elemental. El chico los miró sorprendido. Los Guardianes arremetieron contra la Sombra y la neutralizaron en menos tiempo del que tardó el chico en ser derrotado.

-¿Quiénes son ustedes?- preguntó el muchacho incorporándose.

-Cierto, no nos presentamos. Soy Raymond Tesla, y mi compañero aquí, Frank Nightfall- el rubio le extendió la mano-. ¿Y tú?

-Eren... Eren Fourtrealm- tomó la mano del Guardián del Rayo.

-Entonces, Eren, hemos visto lo que puedes hacer y queremos saber...- Frank hizo una pausa dramática- ¿Quieres unirte a los Guardianes?

-¿Guardianes?- preguntó Eren.

-Sí, Guardianes de los Elementos. Yo soy el Guardián del elemento Electricidad y Frank el de la Oscuridad.

-¿Tu eras el Quito Jinete? - dijo sobresaltado Eren aferrando su mano al mango de su espada, preparándose para atacar a Frank al menor signo de hostilidad.

-Es verdad, fui un heraldo de Oscuridad- respondió Frank -. Pero, como viste, ya no más.

Eren se quedó pensando un rato su respuesta.

-Está bien, me uniré a los Guardianes.

-Excelente. ¿Y cómo se llama tu espada?- preguntó Raymond.

-¿Cómo?

-Ya sabes, la voz de tu espada. La mía es Finity.

-La mía, Filo- agregó Frank.

-No tiene nombre, aunque yo la llamo Tami.

-Lindo nombre- remarcó Raymond-. Bien, ¿nos vamos?

-Vamos- contestaron los otros dos.

Los tres enfundaron espadas y se fueron del callejón. Pero Eren, al ver al pobre gato que había salvado y que la Sombra había dejado al borde de la muerte, se acercó a él y, con los mismos brillos verdes de antes, le devolvió la vida al felino.

-Tienes un gran poder, Guardián de la Vida- le susurró la voz femenina proveniente de su espada, Tami.

 




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