El frío viento a 200 metros de altura revolvía el cabello castaño de Breeze, mientras surcaba el cielo de Dinamarca en su parapente. Los grandes lagos, bordeados por montañas, parecían simples charcos desde aquella altura, bañados por la tenue luz del atardecer.
Breeze siempre amó volar. Esa magia de desplazarse por el aire viendo los hermosos paisajes de Europa desde el cielo. Había sobrevolado muchos territorios del viejo continente, pero ninguno se comparaba a los de su hogar, ese pequeño territorio al norte de Alemania. Esa paz fue interrumpida por la voz de un hombre procedente de su radio.
- Señorita Eriksen, se está alejando de la zona permitida de vuelo. Por favor regrese.
- Esta bien, Capitán, voy para allá - respondió ella con un poco de amargura en su dulce voz.
- Recibido.
Breeze puso los ojos en blanco y tiró de las riendas del parapente para dar vuelta. Lo único que odiaba de volar era tener que bajar. Ella siempre decía que su lugar era allá arriba. Pero como todo lo bueno tiene su final, siempre, tarde o temprano, tendrá que aterrizar. Mientras bajaba, iba contemplando el hermoso paisaje que la rodeaba. Al planear cerca de una montaña, le llamó la atención una pared rocosa, casi vertical, que un grupo estaba usando para escalada y rapel. "A Aileen le encantaría estar ahí", pensó para luego volver su concentración al descenso para hacerlo lo más controlado posible.
Una vez en tierra, fue abordada por el Capitán Magnusen, un hombre, de porte imponente y aire militar, que la regañó, otra vez, por haber excedido los límites de la zona permitida de vuelo.
- Si, ya entendí, Capitán - dijo Breeze quitándose la mochila del paracaídas. Sus palabras parecían decir "ya deja de joder". Luego le tiró la mochila al hombre, se sacó el casco dejando caer su pelo y se fue caminando hacia el hangar. El Capitán dio un suspiro.
- Solo espero que no se repita - le dijo este último rendido. Ella solo se limitó a agitar su mano sobre su cabeza sin voltear a verlo.
***
Breeze entró a los vestidores para cambiarse el traje de aviador. En eso sonó su celular; una llamada de "Aileen". Se apuró y contestó.
- ¡Aileen! - dijo llevándose el teléfono al oído - ¿Cómo va todo en Inglaterra? No te imaginas los sitios que vi hoy mientras volaba. Había una pared rocosa que creo te encantaría escalar.
- Hola, Breeze - le respondió una voz femenina con acento británico - Acá está igual que siempre. Nublado a más no poder. Pero con el viento que hay, esta para que te traigas tu parapente y sobrevolar el Thamesis.
- ¿En serió? ¿Estás en Londres?
- Me encuentro sentada en la cima del London Bridge. ¿Y tú?
- Que envidia. Yo estoy en los vestidores de la misma pequeña base aérea cerca del lago Julso de siempre - le respondió la danesa mientras se cambiaba el mono por ropa de civil - Encima, el Capitán me regañó por "Exceder los limites de vuelo" - dijo en voz burlesca.
- Conociéndote seguramente estabas por llegar a tu casa en Aarhus.
- ¡Ey! - se quejó Breeze - tampoco me fui tan lejos. Aunque aprecio que me tengas fé como para llegar hasta allá en parapente - dijo terminándose de acomodar la chaqueta blanca - Bueno, te corto. Tengo que llegar a casa antes de que anochezca. Adiós.
- Adiós. Hablamos otro día - le respondió Aileen y se cortó la llamada.
Breeze salió de los vestidores. No había nadie en la base, excepto por un par de encargados de seguridad en el perímetro. La noche empezaba a ganar terreno y las luces de la base se empezaban a prender. Ella fue detrás de uno de los hangares cercanos. Una vez allí, desenfundó un florete, con una hoja tan fina como un cabello, y un traje blanco la cubrió. En ese momento, se levantó del suelo, y ascendió más allá de la altura de las montañas que rodeaban la base. Luego de contemplar la vista sobre las nubes, apuntó su espada hacia atrás, y esta generó una corriente de aire que la impulsó a toda velocidad, escuchándose un golpe sónico.
***
Raymond se encontraba apunto de llagar a Dinamarca. Iba en un vuelo comercial que pronto aterrizaría en el aeropuerto de Aarhus, cuando un objeto pasó frente a su ventanilla a velocidad supersónica; provocando un estruendo tras de sí. En eso vio un brillo cayendo cerca de donde pasó aquel objeto. Miró a su alrededor; los pocos otros pasajeros de aquel vuelo estaban dormidos, así que se filtró como un arco eléctrico por el casco de la aeronave y alcanzó a agarrar el pequeño brillo, para luego volver a su asiento de la misma forma en que salió. Agitado, volvió a ver alrededor, nadie se despertó. Bajó la vista a su mano, en ella sostenía un celular; en su funda había pegado una calcomanía de un club de parapentismo, "Rocket Wings". Volteó el teléfono y lo prendió. En la pantalla de bloqueo aparecían dos chicas, la primera tenía pelo castaño, corto hasta los hombros y una figura delgada, la otra, cuyos largos cabellos rubios le llegaban casi hasta la cintura, tenía un aire más refinado, como si se tratase de una princesa. La parte superior de la imagen estaba enmarcada por un cartel en el cual se leía "Breeze y Aileen. BFFs". Ray volvió a mirar por la ventanilla. "¿Podría alguna de ellas ser una Guardiana?", se preguntó mirando el cielo estrellado de la noche danesa, y guardó el celular en su bolsillo.
***
Ya era mediodía cuando Raymond abandonó el hotel en que había pasado la noche, gran parte de la cual se había recorrido la ciudad y el área circundante. No había rastros de un ataque de Sombras. Cuando despertó, trató de tomar su celular, pero se encontró con el de aquella chica que parecía haber pasado volando por el costado de su avión. Vio nuevamente la calcomanía en la parte trasera del mismo, y decidió ir a buscarla. Y luego de desayunar, y de un merecido baño, ya se encontraba en la puerta del hotel. Llamó un taxi para no llamar tanto la atención con sus poderes. Cuarenta minutos de viaje, podía haber sido peor.