Los Guardianes de los Elementos: El Guardián del Rayo

La Elegancia de las Montañas

- Pasajeros del vuelo 283, proveniente de América, por favor dirigirse migraciones - una voz femenina resonó en la zona de desembarque - Y bienvenidos a Londres.

Frank acababa de bajar del avión. Ya era de noche cuando aterrizaron, lo cual generaba el ambiente perfecto para una primera patrulla por la ciudad, debido a la oscuridad que cubría la mayor parte de la misma. Pasando migraciones ya se encontraba oficialmente en Inglaterra. Se ocultó tras una columna que ofrecía un punto ciego, cubierto en sombras; se deslizó entre ellas y se desvaneció.

***

Londres era muy bello bajo el manto de la noche. Las calles desiertas, apenas iluminadas por escasas farolas y los frescos vientos provenientes del Thamesis, proporcionaban un hermoso ambiente. 

Frank iba saltando de azotea en azotea, combinando su burdo parkour con el "Shadow Travel", como le había puesto a su habilidad para viajar entre sombras. No había señales del inminente ataque de Sombras por el que había ido allí. Llegó al último edificio ante de encontrarse  con el famoso río que cruzaba la ciudad. A su izquierda se erguía el London Bridge, tan majestuoso como las películas lo hacían ver. Una silueta recortaba el dislumbre sobre una de sus torres. De pronto, la silueta saltó. Frank se metió en la sombra mas cercana y emergió tras una de las columnas del puente. Lejos de encontrar un cadáver - que hubiera sido lo mas probable - se encontró con un cráter de impacto, sin rastros de aquella silueta. Al llegar al final del puente, un destello dorado llamó su atención por el rabillo del ojo. Lo siguió, adentrándose en la ciudad.

Cuando dobló en un callejón, fue sorprendido por una fuerte mano que, tomándolo del cuello, lo estrelló contra la pared. A pesar del fuerte agarre, la mano se sentía pequeña y refinada. Una gigantesca espada se posó sobre su garganta, parecía demasiado grande para la mano que lo sujetaba. En eso, una aguda y refinada voz, con un claro acento británico, rompió el silencio.

- ¿Quién eres y qué es lo que quieres de mi? - esa voz se sumaba a la lista de cosas que no cuadraban con la fuerza de su agarre. Un destello de luz iluminó el cabello rubio de su opresor.

O debería decir opresora. La persona frente a él era una mujer joven - apenas si superaría los veinte - con una hermosa cabellera que parecía estar hecha de oro. Frank se hundió en la sombra que se generaba sobre la pared, librándose del agarre. Emergió detrás de su captora, la cual arremetió con un golpe de su espadón. Este se clavó en el piso. Su figura esbelta desconcertaba aun más a Frank; sus rasgos finos y perfectos la hacían ver como una princesa, solo le faltaba la tiara. ¿Cómo un cuerpo tan pequeño podía tener tanta fuerza?

- ¿Acaso eres un soldado de la Oscuridad? - preguntó ella arremetiendo otra vez con la gigantesca espada. Frank bloqueó el ataque con la suya. ¿Sabía de Oscuridad? ¿Podría ser una Guardiana?

- Lo fui - respondió él con decepción en su voz; al tiempo que giraba sobre su eje y colocaba el filo de su catana sobre el cuello de la chica, deteniéndose a milímetros de su piel. Esta tragó saliva, sintiendo el frío metal de la hoja de Filo.

- ¿Qué esperas? - se percibía un poco de preocupación en la voz de la chica, quien no apartaba su vista de la hoja negra que amenazaba su vida - Si vas a matarme, hazlo ya.

- No - dijo Frank bajando su espada. La muchacha volvió a respirar, al principio agitadamente, pero esta luego se normalizó. Sujetaba su espada con ambas manos - No pienso hacerte daño.

Esto la desconcertó, pero no bajó la guardia preparada para cualquier ataque. Pegó un pisotón al suelo, el cual enterró los pies de Frank. Este enfundó su espada.

- Me llamo Frank Nightfall - se presentó esperando a que ella se tranquilizara, lo cual no sucedió - Pertenezco a los Guardianes de los Elementos y estoy aquí para detener un ataque de Sombras.

La chica se calmó, sin soltar su espada. Su mirada reflejaba confusión y duda.

- Antes dijiste que fuiste un sirviente de Oscuridad.

- Así es - confirmó él - Supongo que tu espada te habrá hablado del Quinto Jinete, el heraldo de la Oscuridad - ella volvió a subir la guardia - Pues ya no lo soy.

- ¿Cómo puedo estar segura de eso?

- Mira la mano con la que sujeto mi espada - dijo desenfundando a Filo con su mano derecha. La chica se sobresaltó - ¿Ves?

Era más que sabido por cualquier Guardián que el flujo de energía elemental iba de izquierda a derecha, provocando que al tomar la espada con la siniestra, esta tomara posesión del usuario, debido a que sobrecargaba los conductos energéticos del mismo. En cambio, si la sujeción se hacía con la diestra, el Guardián guardaría completo control sobre la espada.

La chica volvió a relajarse, pero sin liberar a Frank.

- Te dejaré ir, pero no me sigas - dijo ella levantando su espada. Dio media vuelta y salió del callejón. Cuando llegó al final del mismo, volteó hacia su prisionero y agregó en voz baja, con un ligero tono de superioridad - La próxima vez no seré tan piadosa.

Una sonrisa burlesca se dibujó en el rostro de Frank. Fue él quien estuvo a punto de matarla.

Tubo que esperar varios minutos para que el efecto de la tierra que lo mantenía atrapado desapareciera. Corrió al borde del callejón, pero no había rastros de ella. Decidió dar una patrulla más antes de regresar al hotel en el que se alojaba.

***

A la mañana siguiente, Frank decidió tomar un enfoque más disimulado para sus patrullas, haciéndose pasar como un turista. A quien quería engañar, se moría por conocer Londres.

Para el mediodía, Frank estaba sentado en un bar a las afueras de la ciudad, disfrutando un plato de fish and chips, cuando una familiar melena rubia pasó frente a la ventana del local. Llevaba una gran mochila, con lo que parecía equipo para escalar. Pagó la cuenta y la siguió. La chica se había subido a un taxi, lo cual le pareció raro; por su apariencia de princesa pensaba que venía de una familia adinerada, y que tendría un auto de lujo con chofer o algo así. En fin. Se subió a otro taxi y le indicó al chofer que la siguiera.




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