- ¡¿Que mi equipaje termino donde?! - el grito de Aileen se escuchó por todo el aeropuerto de Ezeiza - ¡¿Cómo diablos terminó mi equipaje en Nueva Persia?! - estaba tan furiosa que parecía la Guardiana del Fuego, quemando con la mirada al pobre trabajador del aeropuerto quien tuvo la mala suerte de darle la noticia.
- Lo lamento, señorita Groundson - el muchacho se había encogido ante la prepotencia de la chica a la cual le sacaba un par de centímetros. Todos a su alrededor los miraban; estaba haciendo una escena - La buena noticia es que esperamos que llegue mañana por la mañana.
- Eso espero - respondió ella largando humo -, de otra forma el Reino Unido de las Islas del Atlántico Norte romperá relaciones con esta aerolínea - Aileen dio un giro rápido sobre su eje, lanzó un bufido y, acomodándose los lentes de sol, inició su marcha a paso ágil y furioso, con la barbilla en alto e indignación en el rostro - Frank, mi valija de mano.
Este último tenía una mirada confusa, había presenciado toda la discusión. Cayó en la cuenta de todos lo estaban viendo - Como ordene, su Alteza - escupió con tono sarcástico, tomó las valijas y la siguió a paso apurado.
Caminaron hasta la salida en silencio y se detuvieron para pedir un taxi.
- Si sabés que no soy tu sirviente. Acá tenés tu estúpida valija - dijo Frank una vez estuvo al lado de Aileen. Si ella lo escuchó, lo ignoró - ¿Qué fue todo eso?
- ¿Qué fue que?
- Esa escena que montaste adentro con aquel trabajador. Nunca creí que pudieras ser tan...
- ¿Diva?
Frank volteó hacia ella creyendo que recibiría algún gesto de superioridad, en cambio, Aileen bajó la cabeza y se quitó los lentes. Tenía los ojos brillosos, parecía estar a punto de llorar.
- Disculpa lo de antes - su voz era frágil. Un taxi se frenó frente a ellos. La mirada de la chica se había quedado fija en su reflejo en la ventanilla del auto. - Es que a veces cuando me enojo me pongo en modo diva y me siento obligada a mantenerlo hasta que nadie me esta viendo.
- Esta bien, te perdono, pero ayudame a meter el equipaje al baúl - dijo tratando de levantar la pesada valija de mano de la rubia - ¿Qué carajos llevás acá? ¿Y cómo lograste subirlo al avión?
La chica se acercó, levantó la maleta con una mano y la metió en la parte de atrás del vehículo con un gesto brusco.
- Nunca le preguntes a una chica que lleva en su maleta - le lanzó una mirada fulminante a Frank.
- Como digas - respondió este dando la vuelta al taxi - Ahora sube.
- ¿A dónde? - preguntó el taxista.
- Al Hotel Sheraton - contestó Aileen con toda la naturalidad del mundo.
Frank volteó hacia ella con los ojos abiertos de par en par.
- ¿Qué? ¿Dónde pensaste que me quedaría? - dijo Aileen mirándose las uñas. El esmalte rojo casi se había salido por completo; debía pintarlas.
Frank puso los ojos en blanco y se acomodó en el asiento.
- Al Sheraton de Capital - terminó diciendo al chofer llevándose una mano a la frente.
Cuando el auto arrancó, Aileen volteó repentinamente hacia la salida del aeropuerto. Frank, al notar esto, preguntó:
- ¿Qué pasa?
- Nada, solo creí oír a alguien - ella volvió a acomodarse en aquel poco cómodo asiento de cuero.
***
El vuelo de vuelta fue bastante placentero para Raymond, aunque le había costado mucho el que Breeze aceptara tomar un vuelo comercial. Sospechaba que ella se moría de ganas de saltar del avión y volar por sus propios medios. Habría llegado más rápido incluso. Pero eran dos, y él no podría seguirle el paso.
Una vez en tierra, Breeze se escabulló como pudo del interior de aquella prisión de metal voladora sellada herméticamente; Nunca había adorado tanto sentir el suelo bajo sus pies. Adoraba volar, pero el sentimiento de poner su vida en manos de un desconocido a quien no podía verle la cara simplemente la desesperaba. Raymond la alcanzó un par de minutos después. Se notaba que él tampoco había dormido durante el vuelo, aunque en su caso era por un motivo diferente:
- Incapacidad de dormir en viajes.
- ¿Es enserio? - preguntó Breeze incrédula.
- Si. No puedo dormir si mi cuerpo se esta trasladando en un vehículo.
- Está bien...
Luego de dar treinta vueltas en el aeropuerto, y de perder veinte minutos en el Free Shop, lograron salir de la terminal. En la salida, Breeze alcanzó a escuchar a unos trabajadores hablar de una discusión que uno de sus colegas había tenido con una pasajera:
- Re diva era esa rubia - dijo uno de ellos.
- No sé, para mi tenía razón de estar tan enojada - dijo otro - Yo también me podría de ese humor si mi valija terminara al otro lado del mundo.
- Escuché que pertenece a la realeza británica - comentó un tercero - y que allí son todos así de pretenciosos...
"Rubia, realeza británica, diva enojada... ¿Podría ser?", pensó la Guardiana del Aire y empezó a recorrer con la mirada el lugar. Se encontró con una cabellera rubia varios metros adelante y salió corriendo hacia aquella chica, de físico perfecto, que pudo levantar sin esfuerzo una maleta con una mano.
- ¡Aileen! - gritó Breeze al tiempo que la rubia se deslizaba en el interior del taxi - ¡Aileen! - volvió a gritar aun sin obtener respuesta.
El vehículo se alejó sin haber dado señales de desacelerar. Segundos después, la Guardiana del Aire fue alcanzada por Raymond, quien venía cargado con el equipaje de ambos. Se quedó parado junto a ella tratando de identificar que estaba viendo.
- Creí que era... - comentó la chica sin quitar los ojos de la barrera por la que salió aquel auto.
- ¿Quién?
- No importa - Breeze sacudió la cara y se volvió hacia Ray - Vamos - le dijo con una sonrisa un poco forzada.
Raymond le correspondió la sonrisa y llamó a un taxi.
***
Narel se había quedado dormida en el asiento trasero de aquel vehículo que los transportaba. Se veía tan tierna con la cabeza apoyada en el hombro de Eren, quien trataba en vano de ignorar la situación.